Hoy, conversamos Sin Recato con el cirujano plástico Mel Maestre, un barranquillero, egresado de la Universidad Libre de Barranquilla, y un apasionado por su carrera: “La primera vez que entré a un quirófano, supe que esto era lo mío”, comenta.
Cuando le pregunté si sabía cuándo empezó el apogeo de las cirugías plásticas asegura: “Al comienzo no era tan popular, hoy el boom es para mujeres y hombres. Todo se debe a la vanidad y por supuesto, a la evolución de la tecnología, de las redes sociales. El mercado se llenó de productos de belleza. Se mueven millones en esta industria y en la medida que iba creciendo, aumentaron los pacientes que querían operarse para verse mejor”.
También le pedí que opinara si la cirugía mejora la autoestima en los pacientes: “La cirugía si es necesaria y no es solo por vanidad. La autoestima se baja cuando los pacientes no se sienten cómodos con su cuerpo y porque no lucen con los estándares de belleza a los que están acostumbrados. Algunas mujeres luego de tener un hijo recuperan su figura con dieta y ejercicio sin tener que acudir a la cirugía, pero no un porcentaje tan alto”, explica.
El doctor Maestre se enfrenta a varias situaciones: Cuando no puede operar o cuando la persona no lo requiere; tiene una agenda de pacientes fuera de la ciudad; y confía en lo que le dicen o en las imágenes que le envían, pero cuando los ve en persona, le ha tocado decirles que no los puede operar.
Habla en otro contexto y es cuando llegan a su consulta mujeres hermosas que no necesitan cirugía, pero insisten en hacérsela. Esto está relacionado con un trastorno mental conocido como el Síndrome de Dimorfismo Corporal (*).
En más 20 años de trayectoria tiene muchas historias para compartir. “Cuando estaba haciendo el año rural en el Putumayo, llegó un paciente bastante herido, le salvamos la vida y apenas salió del quirófano, lo mataron ahí delante de nosotros, al parecer por un ajuste de cuentas. Fue algo impactante para todo los que lo presenciamos”, afirma.
Recuerda que algunas veces a los pacientes, les juegan los nervios y “hacen del dos” en la camilla. De inmediato hay que suspender el procedimiento porque el quirófano queda contaminado. Y, entre risas, comenta que una mañana se enredó con un cable y terminó en el suelo; se levantó, le tocó salir, lavarse y cambiarse otra vez y continuar con la cirugía.
Mel señala que, en el postoperatorio, además de las pacientes, hay maridos que les hacen confesiones Sin Recato. “Mis pacientes cuando se operan renacen en todos los aspectos sobre todo en su sexualidad. Están más seguras de sí mismas, aman su cuerpo, están desinhibidas ya no apagan la luz para estar con sus esposos o sus novios y usan lencería atrevida. Por supuesto, ellos son los más contentos y agradecidos por este cambio”, señala con su picante característico.
Asegura que la lipomarcación abdominal es de las operaciones más solicitadas por sus pacientes y en la que se siente más seguro porque además de tener el estudio y la experiencia cuenta con los aparatos más avanzados en tecnología de punta.
Toda cirugía tiene un riesgo, pero la idea es minimizarlos; por lo tanto, es necesario hacer una valoración previa, como lo explica: “Algunos pacientes tienen comorbilidades; por ejemplo, son hipertensos o diabéticos, o algunos tienen enfermedades con menor riesgo. A este tipo de pacientes se le pueden hacer máximo dos procedimientos quirúrgicos. Si el paciente es completamente sano se le pueden hacer máximo cinco procedimientos quirúrgicos, dos menores (cirugía de parpado y de mejillas) y tres mayores (mamoplastia, abdominoplastia y lipotrasferencia en glúteos para mejorar el contorno)”.
“La cicatrización es el temor de muchos y, por supuesto, la responsabilidad además del cirujano está relacionada con la cicatrización de la persona y los cuidados postoperatorios (curaciones, cremas cicatrizantes, etc.). Algunos pacientes cicatrizan mejor que otros, pero es mi deber corregir cualquier alteración que se produzca”, señala el médico.
El doctor Maestre dice estar orgulloso del equipo humano con el que cuenta para todas sus intervenciones quirúrgicas. “Una operación requiere de varias etapas, en el preoperatorio, es una consulta personal o virtual porque algunos pacientes son de otras ciudades o países y ahí conversamos sobre lo que quiere y lo que le ofrecemos. Una vez termina la consulta, debe hacerse todos los exámenes de laboratorio, consulta preanestésica, etc. y luego una vez revise todos los exámenes, programamos la cirugía. Todos mis pacientes duermen en la clínica y están al cuidado de mi equipo y yo, personalmente, estoy ahí. Al día siguiente le doy de alta, dependiendo de la evolución y se le hace un seguimiento postoperatorio para llegar al resultado soñado”, relata.
Este barranquillero, rumbero, felizmente casado y premiado con tres bellas hijas que son su adoración, se despide de esta entrevista desde el aeropuerto de Panamá rumbo a Barranquilla para continuar con su apretada agenda de nuevos pacientes que confían en él, plenamente.
(*) Trastorno mental caracterizado por la preocupación obsesiva por un defecto percibido en las características físicas. Las imperfecciones pueden ser mínimas o imaginarias. Sin embargo, la persona puede pasar horas al día tratando de corregirla. La persona puede hacerse muchos procedimientos cosméticos o ejercitarse en exceso.
Las personas con este trastorno examinan, frecuentemente, su apariencia en el espejo, comparan constantemente su apariencia con la de los demás y evitan las situaciones sociales o las fotografías. El tratamiento puede incluir terapia y el uso de medicamentos antidepresivos. Si bien el tratamiento puede ayudar, esta enfermedad no tiene cura. Requiere diagnóstico médico y puede ser crónica, puede durar años o incluso toda la vida.
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