La violencia sexual es uno de los principales métodos de sometimiento e intimidación a las víctimas, según lo confirma el informe final de la Comisión de la Verdad al evaluar su impacto en el marco de los más de 50 años del conflicto armado que aún está ‘vivo’ en el país.
A nivel de estadísticas, el Observatorio de Memoria y Conflicto tiene registradas denuncias de 15.760 personas víctimas de violencia sexual entre 1959 y el 2020; de esa cifra, el 61,8% corresponde a mujeres y el restante a niñas y adolescentes.
A propósito del trabajo de la Comisión de la Verdad, les comparto algunas consideraciones expuestas en el documento definitivo:
“En el retén, yo iba caminando y se me acerca una camioneta; que ‘niña’, que ‘venga,
móntese’, que ‘¿Pa dónde va?’. Y yo: ‘No, no, no; ya llegué, muchas gracias, muchas
gracias’. ‘No, venga, venga yo la llevo’. Cuando menos pensé, fue que se bajó ese tipo de esa camioneta, me arrinconó y me puso un arma en la cabeza, ay [miedo] Dios mío, bueno. Entonces, yo forcejeé con él y bueno, que tal, ¡y pum!, me pegó un cachazo y yo caí al piso”.
“Se me tiró encima [..] y abusó sexualmente […], me amenazó, me dijo que él era un paramilitar que conocía a mi mamá, a mis hermanas, todo […], que, si yo me ponía a denunciar o algo, me mataban a mí y a mi familia y se fue”.
Es la narración de una mujer, víctima del Bloque Metro de las AUC, en 1997, cuando tenía
18 años, en el municipio de Guarne, Antioquia.
Desde la Comisión se reconocen diversas modalidades de violencias sexuales que se cometieron durante el conflicto armado. Hacen parte de las violencias sexuales tanto las violaciones sexuales, la esclavitud sexual, como las amenazas de violación, el acoso sexual, el desnudo forzado y las prácticas denigrantes como humillaciones sexuales.
Las violencias sexuales han sido cometidas por los distintos actores del conflicto armado,
en diferente medida y patrones de victimización. Este tipo de actos se cometieron casi en su
totalidad por hombres. Sobre todo, se dirigen contra las mujeres en tres tipos de situaciones:
los contextos de indefensión, como capturas o detenciones; en el escenario de control
territorial en las comunidades; o en el contexto de operativos y masacres.
Las violencias sexuales en el conflicto armado son una expresión del poder sobre la vida y el cuerpo de las mujeres; ellas son marcadas por la posesión y el sometimiento de sus cuerpos y mentes. El ataque a su dignidad, su intimidad y su sexualidad constituyen una amenaza permanente sobre sus vidas y es una práctica de control de la población y de muchas veces de anulación de ejercicios de liderazgo de las mujeres.
Entre sus formas de violencias sexuales, los grupos paramilitares incluyeron mutilaciones
o heridas en los cuerpos de sus víctimas, en ocasiones de manera pública. Así lo relató un hombre habitante de Vistahermosa, Meta, acerca de lo sucedido a inicios de los años 90 con la entrada del paramilitarismo a la región: “Había una muchacha que era novia de un comandante, o mujer de un comandante [de las Farc-Ep] y que la amarraron en plena plaza, desnuda, y que le quitaron los senos para sembrar el terror en la región”.
En el caso de las Farc-Ep, se dieron especialmente violencias reproductivas, entre las
que están la anticoncepción forzada, la esterilización forzada y el aborto forzado. Aunque las Farc-Ep penalizaron en sus filas la violación sexual, incluso con “ajusticiamientos”, la
Comisión también recogió testimonios de violencias sexuales intrafilas y testimonios de
mujeres víctimas civiles que sufrieron violaciones sexuales por miembros de este grupo.
En el caso de la Fuerza Pública, se registraron menos casos, pero existen registros de
violación sexual documentada desde la época del Estatuto de Seguridad (1978 a 1982), en el
contexto de detenciones y torturas, principalmente, contra mujeres acusadas de guerrilleras o
que formaban parte de grupos armados y que fueron detenidas.
También la Comisión documentó casos de hombres que sufrieron violación sexual como parte de la tortura en esas circunstancias de detenciones.
Debemos tener en cuenta que también las violencias sexuales fueron perpetradas contra mujeres y hombres en contextos de detenciones arbitrarias, torturas y ejecuciones extrajudiciales en las que se registraron prácticas de mutilación de los genitales de las víctimas, como formas de castigo y humillación.
En las violencias sexuales se presenta un gran subregistro por la falta de mecanismos
adecuados y de garantías para la denuncia, por el estigma asociado de la violación, por las
implicaciones subjetivas y familiares que acarrea, por la reiterada exposición de su intimidad
y por la desprotección de las víctimas.
De acuerdo con el Registro Único de Víctimas (RUV), en Colombia al menos 32.446 personas han sido víctimas de actos en contra de la libertad y la integridad sexual. Las mujeres y niñas fueron ampliamente las más afectadas, el 92 % del total de víctimas, particularmente las que habitan áreas rurales.
Los mayores registros de las violencias sexuales asociadas a las propias dinámicas del conflicto armado se encuentran entre 1997 y 2005, años en los que también se perpetraron otros tipos de violaciones de derechos humanos, en el contexto de agudización y extensión de la guerra, de manera particular en las áreas rurales.
La modalidad de violencia sexual más utilizada por grupos paramilitares, grupos
guerrilleros y fuerza pública, según los hechos documentados en los testimonios recogidos
por la Comisión.
La violencia sexual y la violencia reproductiva al interior de los grupos armados
aumentaron en el periodo de mayor agudización de la guerra, entre 1996 y 2007. Por ejemplo,
las Farc impusieron, en algunos de sus bloques, la planificación y el aborto para las
combatientes sin importar las graves consecuencias físicas y psicológicas que padecieron las
mujeres.
Algunas cifras recopiladas
En los 1.294 hechos registrados por la Comisión las principales tipologías de violencias
sexuales fueron:
○ Paramilitares: violación sexual (53,5 %), acoso sexual (13 %), obligación a presenciar
actos sexuales (6 %), amenaza de violación (6 %) y desnudez forzada (5 %).
○ Guerrillas: violación sexual (59 %), acoso sexual (10,5 %), amenaza de violación (5
%), obligación a realizar actos sexuales (4,5 %) y tortura en estado de embarazo (3
%).
○ Agentes del Estado: violación sexual (40,5 %), amenaza de violación (14 %),
desnudez forzada (3,5 %), acoso sexual (3 %) y otras formas de violencia sexual (5 %
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