En marzo pasado, exactamente el día 26, el Ministerio de Salud y Protección Social llevó a cabo una jornada de vacunación exclusiva para las mujeres, con el objetivo de aumentar la cobertura de inmunización contra el virus del papiloma humano (VPH), teniendo en cuenta que el índice viene en picada desde el 2012, año en que estuvo por encima del 80%.
De acuerdo con el Minsalud, el VPH da origen al cáncer de cuello uterino que en Colombia es la segunda causa de muerte en mujeres, sobre todo en el rango que va entre los 30 y 59 años. En el día, 12 de ellas resultan positivas en los diagnósticos; y a diario, cinco mueren.
“La mortalidad por cáncer de cuello uterino está asociada a condiciones socioeconómicas desfavorables, encontrándose un mayor riesgo de mortalidad en regiones rurales dispersas, con bajo acceso a los servicios de salud y en grupos de menor nivel educativo”, resume un informe en el que se concluye que la vacuna es la manera efectiva de prevenir sus graves consecuencias.
El Ministerio recoge el concepto de Carlos Álvarez, infectólogo y miembro de la Asociación Colombiana de Infectología (ACIN), quien afirma que “no hay otra vacuna que evite que una enfermedad infecciosa progrese a cáncer”.
Un reporte de la Liga Colombiana de Lucha Contra el Cáncer asegura que, si bien la cobertura se mantuvo por encima del 80% hasta el 2014, cayó al año siguiente al 14 y al 5 por ciento en la primera y segunda dosis, respectivamente, debido al mal manejo del caso presentado en el Carmen de Bolívar, población de la Costa Caribe colombiana, en el que cerca de 500 niñas, luego de recibir las dosis de la vacuna, registraron, entre otros efectos, desmayos y convulsiones. Hubo que replantear estrategias, intensificar la pedagogía y solo en el 2019 volvieron a indicadores aceptables, pero no satisfactorios.
El Programa Ampliado de Inmunización (PAI), que le dio acogida en el 2012, señala que es una vacuna tetravalente, dirigida a niñas de cuarto grado escolar, con edad mayor o igual a 9 años, hasta el grado 11; al igual que a todas las mujeres no escolarizadas, desde los 9 hasta los 18 años. Y el esquema contemplado es: Primera dosis: cualquier día; segunda dosis: a los 6 meses; y tercera dosis: a los 60 meses (5 años) después de la primera dosis. Se destaca que la vacuna es gratuita.
Aunque la vacuna contra el VPH también es recomendada para los hombres, pues la enfermedad se manifiesta, especialmente, con verrugas en su órgano genital, en el caso de Colombia, los registros evidencian que pocos son los que acuden a ella.
Precisamente, en su particular de manera de abordar la temática relacionada con la educación sexual, y como debe ser, la columnista del periódico El Tiempo, Esther Balac explica la importancia de acudir a lo que denomina ‘Una vacuna para el sexo seguro’.
Balac sostiene que hablar del cáncer de cuello uterino es una obligación si se tiene en cuenta que se puede prevenir. He aquí el sustento de sus reflexiones:
“Una investigación publicada en British Journal of Cancer encontró que en las mujeres de países pobres tienen mayor probabilidad de desarrollar esta enfermedad, además de las limitaciones para su diagnóstico temprano y su tratamiento, porque en dichos lugares la actividad sexual se inicia en promedio cuatro años antes que en las de los países ricos.
Por supuesto que esto determinó que se orientaran otros análisis para verificar el hallazgo y se evidenció que, si bien las tasas de infección por el virus del papiloma humano parecían similares en todos los grupos de mujeres, y teniendo en cuenta que esta es la principal causa de este tipo de cáncer, se evidenció que este era más común en aquellas que iniciaron su vida sexual más temprano.
A lo anterior se sumó que había una relación significativa entre los tumores y la edad en la que se tiene el primer parto, con lo que también se infiere que la frecuencia de la actividad sexual se sumaría a los factores que condicionan la aparición de esta patología que en muchos países es la principal causa de muerte femenina.
Pero no se trata -de ninguna manera- de limitar la actividad sexual y mucho menos de lanzar peroratas sobre su edad de inicio, sino de tener claro que el cáncer de cuello uterino se puede evitar en un altísimo porcentaje si se previene la infección del virus del papiloma humano a través de una vacuna que está disponible de manera gratuita para quienes la necesiten.
No hay razón para cuestionar la aplicación de estos biológicos, como ya ha ocurrido de manera irracional, y dejar de lado que, dado que el virus se trasmite por vía sexual, los niños -varones- también deberían recibir este biológico antes de que sus departamentos inferiores se pongan en acción.
Aquí hay que dejar de lado la mojigatería y sacar en estampida la tonta idea de que proteger contra una enfermedad mortal es inducir la actividad sexual en niñas y jóvenes y más bien deslizarse de manera colectiva para fortalecer programas de educación y campañas pedagógicas, orientadas al ejercicio de una sexualidad responsable, en unas condiciones plenas como lo exige el mundo de hoy.
Resulta absurdo ver cómo la aparición de este biológico salvador fortaleció los movimientos antivacunas al punto de que no solo arrasaron con la posibilidad de aplicarlo en muchas regiones, sino que también jalonó hacia abajo las cifras de inmunizaciones para otras enfermedades con daños que desafortunadamente se verán en un futuro.
A algunos les podrá parecer demasiado aburrido el tono de esta nota, pero repito que al apreciar la cantidad de información falsa que se estructura en torno a las campañas de vacunación que desconocen las estadísticas que evidencian las muertes por este tipo de tumores, hablar de esto, insistir, insistir e insistir en que las niñas y los niños deben vacunarse contra el virus del papiloma humano, antes de que den rienda suelta a una actividad tan natural como es el sexo se torna una obligación. Hasta luego”.
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