Nada más apropiado para el inicio de un nuevo año, evaluar lo que pasó en el anterior para aplicar “reingeniería”, lo que ahora usan muchas empresas para ajustar procesos, enderezar rutas, innovar, en fin. En el caso de la familia, nuestro invitado mensual el psicólogo y sexólogo, José Manuel González, tiene dispuesto en su portal (*) unas recomendaciones que bien caben en esa figura:
Promueve metas y objetivos personales, conyugales y familiares. A tu familia le conviene que tú seas un líder. Ayuda a que cada uno tenga metas y objetivos claros. Facilita que la pareja y la familia también los tenga. Todos deberían saber hacia dónde se dirigen, qué buscan en el diario devenir. La mayoría de las parejas armoniosas y felices reportan que tienen metas y objetivos claros a nivel personal, conyugal y familiar.
Aclara los valores, los principios y las prioridades. Como líder tu deber es ayudar a poner en perspectiva los valores y principios que señalan las prioridades. Fomentar la reflexión sobre estos aspectos es muy importante. Cada miembro de la familia debe tener claro los valores básicos y las prioridades que les ayudaran a tomar buenas decisiones. La mayoría de las parejas armoniosas y felices reportan que tienen claro los valores, principios y prioridades a nivel personal, conyugal y familiar.
Disciplina y amor balanceados en la vida cotidiana. El mundo de hoy facilita el desequilibrio en la aplicación de la disciplina y la expresión del amor. Los hogares en que ambos padres trabajan, fenómeno característico de nuestros tiempos, tienen algunas dificultades para prodigar amor y disciplina en forma adecuada. La mayoría de las parejas armoniosas y felices reportan que tienen un adecuado equilibrio en el manejo de la disciplina y las expresiones de amor.
Reconoce tu estilo: autoritario, sobreprotector, pasivo o asertivo. Existen varios tipos de padres y madres. Los más comunes son:
Autoritarios y se caracterizan por:
- Máximo control / mínimo afecto.
- Los padres como definidores únicos de las necesidades de los hijos (“porque te lo digo yo”).
- Seguimiento de normas: tosco pero intenso, exigiendo cumplimiento inmediato de la demanda.
- El 60% de los comentarios a los hijos es para darles órdenes.
- Uso frecuente de castigos físicos, verbales o regaños.
- Gran dificultad para controlar los sentimientos de enfado o desaprobación hacia el hijo. Impulsivos hacia el hijo, lo que dificulta la comunicación.
- Carencia de habilidades negociadoras, comunicación unidireccional padres-hijos y ausencia de diálogo. Únete Clínica.
- Ignora lo normal / Castiga el mínimo error.
Evasivo y se caracterizan por:
- Deja que el hijo aprenda por sí mismos.
- Se evitan conflictos, consintiendo para no enfrentarse.
- Ausencia de normas, apoyo y seguimiento de los hijos.
- Los padres invierten en los hijos el menor tiempo posible.
- Delegación en otros de las acciones educativas (profesores, familiares, vecinos).
- Indiferencia hacia actitudes positivas / negativas de los hijos, con permisividad y pasividad, aunque aparecen estallidos ocasionales de ira cuando los hijos se pasan demasiado.
Sobreprotectores y se caracterizan por:
- Se protege a los hijos de las consecuencias de sus actos.
- Se da todo al hijo, aquí y ahora. No pueden soportar la frustración del hijo y se adelantan incluso a las consecuencias.
- Los padres no quieren que sus hijos sufran lo que ellos pasaron a nivel educativo o económico.
- Por lo general: niños enfermos, ante rupturas de pareja, por sentimientos de culpa, por pasar menos tiempo con el hijo (porque los dos padres trabajan), o por padres con carencias afectivas (por ejemplo, de la pareja) que refuerzan el lazo con el hijo.
- Se hacen responsables de los problemas de los hijos, se sienten muy culpables poniendo normas y por tanto no las ponen (o no las exigen).
Asertivos y se caracterizan por:
- Máximo afecto/control adecuado a la edad.
- Sensibilidad hacia las necesidades del hijo y su aceptación como ser diferenciado y único (aceptación incondicional).
- Normas claras, con firme seguimiento mediante el uso de mandatos, premios y si es necesario, castigos.
- Fomento de la independencia de los hijos, con responsabilidad y libertad adecuada a la edad.
- Comunicación abierta entre padres/hijos.
- Se fomenta un proceso de control, que se inicia externo (normas), que pasa a ser interno (valores interiorizados).
- Se conoce con antelación las consecuencias del cumplimiento o no de las normas. No depende del estado de ánimo de los padres sino de lo hablado previamente.
- Se valora lo normal, se refuerza lo bien hecho, se destaca lo excepcional, se ignoran las pequeñas desviaciones (como propias del aprendizaje) y se corrigen las grandes.
- La mayoría de las parejas armoniosas y felices reportan que tienen un adecuado equilibrio en el manejo de la disciplina y las expresiones de amor.
Elabora normas familiares claras y hazles seguimiento. Las normas deben estar adecuadas al momento de desarrollo de la familia, por eso deben variar a medida que la familia se desarrolla. La mayoría de las parejas armoniosas y felices reportan que tienen normas familiares claras y les hacen seguimiento.
Sensibilidad hacia las necesidades específicas de cada hijo
Cada hijo e hija es un ser humano diferente, con necesidades que varían de uno a otro. La mayoría de las parejas armoniosas y felices reportan que tienen sensibilidad hacia las necesidades específicas de cada hijo.
(*) www.drjmgonzalez.com
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