El drama vivido por ocho mujeres colombianas en Tabasco, México, en enero pasado, en manos de una banda de trata de personas con fines de explotación sexual y trabajos forzados en otras latitudes del mundo, sirvió al Ministerio del Interior para revelar la realidad de ese delito en Colombia.
Lo alarmante es que, entre el 2020 y el 2023, la trata se disparó en un 154%, puesto que se pasó, según reporte del Centro Operativo Anti Trata, COAT, de 104 casos a 264, lo que ha obligado a las autoridades a redoblar esfuerzos de lucha contra el fenómeno, sobre todo porque se comprobó que, en el 2022, ya hubo dos hechos relacionados con menores de 11 años de edad.
Del COAT hacen parte organismos como la Policía Nacional, Fiscalía General de la Nación, la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría General de la Nación y Migración Colombia.
Las Naciones Unidas aseguran que cada año, en el mundo, son vendidas 1,2 millones de personas por organizaciones delincuenciales internacionales que tienen presencia en los cinco continentes, despojadas de todo escrúpulo. Sin embargo, es difícil establecer cifras reales porque muchas víctimas no denuncian.
Precisamente, entre este lunes y martes, 5 y 6 de febrero, una delegación del Ministerio del Interior asiste a la Séptima Reunión de Autoridades Nacionales en Materia de Trata de Personas de la Organización de Estados Americanos, OEA, en Washington D.C.
Sonia Bernal, la líder de la Subdirección de Gobierno, Gestión Territorial y Lucha contra la Trata de Personas, expondrá la intención y los resultados de la campaña institucional ‘De Qué Trata la Trata’.
“Hoy, el delito de trata de personas no para ni en el país, ni en ninguno lugar del mundo. Es una lucha que debemos dar todas las instituciones. Por eso, la iniciativa del Ministerio del Interior y del Gobierno en general, a través del Comité Interinstitucional de Lucha contra la Trata, es de recibirlas a ellas para darles garantías de protección, primero a la vida de ellas y de sus familiares”, expresa la funcionaria.
Un informe del periódico El Tiempo, firmado por Gabrielle Gutiérrez Gualteros, recoge datos de la Policía que se refieren a las artimañas que ponen en marcha las bandas de trata de personas para atrapar a sus víctimas haciendo uso indebido de las redes sociales, en especial, prometiendo pagos en dólares, vivienda, estabilidad laboral, entre otros aspectos.
“La gran mayoría viajan engañadas y terminan obligadas a brindar servicios sexuales”, explicó una agente al periodista. También aseguró que “algunas víctimas viajan pensando que cuidarán de niños y adultos mayores, y tendrán la posibilidad de estudiar”.
El informe, además, tiene como fuente a Migración Colombia, dependencia de Mininterior, que afirma que “las víctimas pueden ser enviadas, primero, a México, donde comprenden a qué se dedicarán realmente. Después, son transportadas a Europa o Asia, para terminar bajo el poder de mafias rusas o chinas, quienes las pueden llegar a explotar sexualmente durante 15 años”.
Otros países que también son considerados ‘mercados’ de trata de personas desde Colombia son Perú, Ecuador y España, preferibles de edades entre los 18 y 26 años. Y las regiones colombianas con el mayor número de casos, teniendo como referencia el 2023, fueron Norte de Santander, con 44 casos, que representan el 17%; Antioquia, 33; Bogotá, 15; y Bolívar, 12 casos.
Por último, la publicación periodística señala que “en el 2023, el 81 % de los casos fueron denunciados por mujeres. En el 2022, 134 mujeres y 26 hombres fueron víctimas. En el 2021, hubo 149 denuncias por género femenino y 32 por el masculino. Y hace cuatro años, 88 mujeres fueron víctimas frente a 16 casos presentados por hombres”.
A propósito del tema, la Iglesia Católica a través de su máximo jerarca, el Papa Francisco, está invitando a la X Jornada Mundial de Oración y reflexión contra la Trata de Personas, bajo el lema ‘Caminando por la dignidad: escuchar, soñar, actuar’, este 8 de febrero.
Para los católicos, según reseña la Conferencia Episcopal Española, el símbolo de la trata de persona es Santa Josefina Bakhita, una “sudanesa fue esclavizada durante años, vendida en varias ocasiones y liberada en Italia, donde conoció a Cristo. Pidió ser bautizada para finalmente ingresar como religiosa en la congregación de las Hijas de la Caridad Canossianas. Fue canonizada por San Juan Pablo II”.
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