Las manifestaciones eróticas, sensuales y sexuales se dan de mil maneras en las infinitas fiestas carnavaleras del mundo, protagonizadas por rumberos y gozones. De ello dan fe los que hilan delgado en materia investigativa, obsesionados por llegar a la almendra del cuento.
En uno de sus escritos para el diario El Tiempo de Bogotá, en febrero de 2015, titulado ‘¿Por qué el Carnaval saca el lado más sexual de los barranquilleros?, el periodista Daniel Escorcia Lugo buscó respuestas y una de ellas se la entregó el doctor en Sociología de la Universidad de Kansas (Estados Unidos), Daniel Aguilar, quien sostuvo que “la apología a los temas sexuales, morbosos y que hacen referencia a los excesos son transversales en la historia de los festejos y carnavales a nivel mundial”.
Y agregó, a manera de conclusión que “en la antigua Roma y Grecia, esas expresiones eran explícitas; ahora todo se maneja de manera simbólica, pero la esencia es la misma. A mí no me sorprenden mucho los disfraces obscenos o los objetos sexuales que venden. Lo que realmente me llama la atención es la gente conservadora que critica los excesos durante todo el año y cuando llega el Carnaval participa de él con ahínco y sin sonrojarse”.
La comida ‘levanta muertos’ (I)
En esta ocasión, #sinrecato se aparta un tanto de los excesos en disfraces o a través de objetos, como lo señala el investigador, parar sondear de qué manera encaja lo del erotismo, la sensualidad, la sexualidad, la ironía, la picardía, en fin, danzas y comparsas del Carnaval de Barranquilla.
Uno de los abordados lleva más de 25 años en la vida carnavalera, Marlio Cortés. Él es el director de su propia escuela de danzas y de Afrocaribe, una de las comparsas insignias de la fiesta de los barranquilleros.
También dice Cortés que el Carnaval de Barranquilla es un escenario muy amplio que lo que hace es que las personas se comporten de una manera un poco distinta como generalmente ocurre en su diario vivir.
“El Carnaval es ese espacio en donde la persona, el ser humano, se relaja un poco, se distensiona un poco… se desinhibe, y es como vemos, por ejemplo en nuestro carnaval, a personas que en su cotidianidad son muy serios, pero su sexualidad la muestra, la proyecta, la refleja de una manera mucho más tranquila que lo hiciera en su oficina, en su lugar de trabajo o en sus audiencias”. Además sostiene que la sensualidad y la sexualidad no solo están representadas en las mujeres, sino también en el hombre heterosexual.
Marlio advierte que con lo que no comulga es con la imposición de patrones de parte de muchos adultos a los niños, porque considera que así se les erradica de tajo su inocencia y espontaneidad. “Eso lo que vemos representado en los vestuarios que están utilizando para carnavalear, en el tipo de movimientos, en los maquillajes, las pestañas postizas, las extensiones de cabellos….Entonces, a veces, uno ve a las niñas y ve uno a una mujer adulta, pero en un cuerpo de niña, y es preocupante que incluso un adulto se divierte viendo eso, lo celebra, pero no se está dando cuenta que se están rompiendo algunos parámetros básicos en el crecimiento del ser humano”.
El galanteo
Cortés salta a explicar la sensualidad en danzas como la cumbia, que no duda de calificarla como propia del galanteo. Dice que aunque no es propia para los desfiles, sino que tuvo que adaptarse, conserva ciertos patrones tradicionales como el que el hombre, en actitud de enamoramiento, le ‘suelta los perros’ a la mujer y ella verá si deja ‘morder’.
En cambio, en las comparsas no necesariamente se trabaja parejas. En la gran mayoría, según estima Cortés, en promedio de porcentajes, un 80 por ciento son mujeres y 20 hombres por lo que el galanteo no existe, sino el trabajo, o el performance, donde se exhiben ciertos movimientos. “Hay comparsas, y no se trata que yo vaya a hablar de esta u otra, pero hay unas que enfocan, en gran medida, los movimientos y la expresión hacia la sensualidad y hacia la sexualidad”.
En el caso de Afrocaribe asegura que manejan la sensualidad y “es algo en lo que hago mucho énfasis a mis bailarines. Bueno yo les digo, listo, Ustedes son hombres, independiente de su preferencia sexual, es decir si son o no son gays, tienen que desarrollar estos movimientos que yo explico cómo hombres y son sensuales; y en el caso de las mujeres, les digo estos son los movimientos, pueden verse sensuales más no sexuales”.
La comida ‘levanta muertos’ (II)
Cortés precisa en detalles que el creativo de la comparsa sabe qué es lo que quiere, partiendo de hasta los vestidos. “Hay comparsas que se enfocan en el hilo dental y cuando lo hace tienes en tu cabeza hacia dónde apuntas… entonces, lo malo, si quieres atraer al público a través de mostrar partes del cuerpo de manera sexual, creo que ese es un error, definitivamente, porque el Carnaval, antes que eso, tiene que ser el escenario en donde se muestre un trabajo artístico, donde se brinde entretenimiento agradable, sano; no basado, necesariamente en lo que acabo de decir, en mostrar cómo voy a mover las colas, destapar la cola para atraer más a ese público…”.
El coreógrafo hace un llamado a la reflexión en ese sentido y tener claridad sobre lo que se quiere en cada agrupación, “porque aquí también se está presentando algo y es ese turismo sexual. Hay mucho turista extranjero, sobre todo, que viene buscando eso. Viene buscando no solo apreciar el arte, la cultura, la tradición, la riqueza que tiene nuestro carnaval en cuanto a costumbres, sino que está buscando qué mujer o qué hombre puedo conseguir para satisfacer mis deseos sexuales”.
Cortés concluye sus reflexiones destacando la incidencia de los cuerpos armoniosos físicos y estéticamente con la danza o comparte.“Cada ser humano tiene su propia estética; entonces, en las comparsas se hace mucho más notoria, la estética enfocada hacia la parte sensual y en algunos hacia la parte sexual. Yo lo distingo así: yo lo sensual lo separo de lo sexual, van unidos en cierto momento, pero una cosa es cosas ser sensual y otra sexual, porque la equis que la agregamos es un paso muy grande”.
“Entonces, las comparsas si la comparamos con una cumbia, en una cumbia la mujer va completamente tapada, va de cuello, en las comparsas es todo lo contrario, va bastante destapada. En una cuidamos de no pasar la raya de lo sensual que es otra cosa; pero la realidad es que si van destapados los cuerpos, bailando, piernas destapadas, como lo hagamos cada comparsa, ya es cosa de cada uno…”.
Negritas recatadas
En el barrio Montecristo son reconocidas por su espíritu carnavalero, tradicional y conservador las hermanas Marta Cecilia e Isabel Muñoz Vásquez, alma y nervio durante los últimos 36 años ininterrumpidos de la comparsa de las Negritas Puloy, que se caracteriza por el recato.
Marta recuerda que las negritas surgieron de las ganas de gozar y disfrutar el Carnaval. “Nosotras, mi hermana Isabel Muñoz, yo que soy su mano derecha, bailábamos cumbia y una vez decidimos no bailar más, sino en ir a ver el desfile en Batalla de Flores en la carrera 44 y nos sentimos, mejor dicho, supe frustradas. No fue igual el gozo, siendo de espectadoras”.
La hermanas decidieron, entonces, seguir el consejo de Natividad López de Altamar, cofundadora de El Cañonazo, cumbiamba impulsada por su esposo Luis Altamar, quien les comentó sobre el disfraz de carnaval que lucían en cuando eran jóvenes, el de negritas, solo mujeres pero enmascaradas. Lo de Puloy, que significan brillo, se les ocurrió al ver un producto venezolano por allá los años 70 del siglo pasado.
“El disfraz también lo hicimos pensando en hacerles un homenaje a las negras palenqueras que veíamos en las calles vendiendo alegría, cocadas, frutas. Nos reunimos algunas familiares y vecinas (unas 15) y cada una llevaba una ponchera con lo que quería… todo de verdad,… y salimos en la 44. Pero al año siguiente se sumaron más mujeres, y así cuando vinimos a ver se conformó la comparsa, ya no era disfraz colectivo. Ahora son entre 70 y 80 mujeres las que bailan y contamos con un semillero de niños”, cuenta Martha.
Ya van cuatro generaciones de las negritas, que han ganado cerca de 25 congos de oro del Carnaval, sometidas a retoques e innovaciones cada año, pero cuidando no perder esencia y tradición, comandadas por las Muñoz, las originales.
Ellas, las negritas tienen definida su caracterización, de acuerdo con la explicación de Isabel
Martha remata lo dicho por su hermana advirtiendo que no permiten ni medias veladas claritas ni de mallitas, “porque sabemos que el vestido es corto y se va a prestar para una falta de respeto o algo así…”.
Agrega que para ella es triste ver los excesos de erotismo en el Carnaval. “Más que todo ver muchachitas, niñas, en las que uno ve esos disfraces en los que prácticamente son un desnudo. Siempre he dicho que no hay que mostrar más allá para poder mostrar un baile, o montar un espectáculo. Y nosotros vemos que hay comparsas con niñas, de 13, 14, 15, 16 años que van medio tapaditas con algo y no me parece. Eso no es tradicional y no hace parte del Carnaval de Barranquilla”.
Deja claro que no es partidaria de que ‘en Carnaval, todo se vale’… “Todo debe guardar su respeto, compostura. Tenemos hay señoras que van en la comparsa que se toman sus traguitos y todo, pero se les advierte como deben ir. Tenemos reglamento interno. No le jalamos al desenfreno”.
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