La película sigue y su final es incierto. Todo parece indicar que las políticas para frenar la trata de personas no pasan de los simples anuncios; además, podría afirmarse que ni siquiera llegan a ser buenas intenciones; mientras el aberrante fenómeno gana terreno de manera acelerada y los responsables ‘muertos de la risa’, viendo crecer sus ingresos.
Una compilación de las conclusiones de informes hechos por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODOC); la Organización Internacional de Migraciones (OIM); y la Embajada de Estados Unidos en Colombia, así lo permite deducir. Pese a las alertas, prima la indiferencia.
Sostiene la UNODC que el número de niños entre las víctimas se ha triplicado en los últimos 15 años, y el porcentaje se ha multiplicado por cinco. “Las niñas son tratadas principalmente con fines de explotación sexual, mientras que los niños son utilizados para trabajos forzados”.
Un recorderis de lo que es la trata de personas: “Es un delito que viola los derechos humanos. Se comete cuando una persona capta a otra -sin importar su género, edad, origen, nivel económico o educativo-, para ser explotada, generalmente, en otro lugar”.
Dentro de sus finalidades, los expertos en el tema destacan el trabajo forzado, porque se obliga a la persona bajo amenaza y sometimiento; la mendicidad ajena, se obliga a pedir limosna y luego se arrebata el dinero; la explotación sexual se obliga a la víctima a ejercer la prostitución o la pornografía, entre otras; y el matrimonio servil, se obliga a mantener una relación de pareja que le priva de sus derechos, le esclaviza y les somete a tratos denigrantes.
Advierten también que “Los traficantes ven a sus víctimas como mercancías sin tener en cuenta la dignidad y los derechos humanos: venden a otros seres humanos por un precio que puede oscilar entre decenas de dólares estadounidenses y decenas de miles, y las grandes organizaciones criminales obtienen los ingresos más altos”.
Un registro de la investigación de la ONU destaca que, en el 2018, 148 países detectaron y denunciaron alrededor de 50.000 víctimas de trata de personas, en su mayoría de grupo vulnerables. “Sin embargo, dada la naturaleza oculta de este delito, el número real de víctimas es mucho mayor”.
Mientras se actualizan las cifras del 2018, una ilustración del panorama destaca que, en ese año, de 10 víctimas detectadas, cinco eran mujeres adultas y dos eran niñas, así como que un 20% de las víctimas eran hombres adultos y el 15 por ciento, niños pequeños, según la ONU.
“En los últimos 15 años ha aumentado el número de víctimas, y su perfil ha cambiado. La proporción de mujeres adultas se redujo de más del 70% a menos del 50% en 2018, mientras que la proporción de niños ha aumentado, de alrededor del 10% a más del 30%. En el mismo período, la proporción de hombres adultos casi se ha duplicado, de alrededor del 10% al 20% en 2018”, señala el informe.
Ahora lo novedoso que destaca UNODOC es que los explotadores, el 62% hombres, “han integrado la tecnología en su modelo de negocio en cada etapa del proceso, desde el reclutamiento hasta la explotación de víctimas”, mediante dos estrategias que usan a través de las redes sociales. De acuerdo con los investigadores, se inicia con la “caza”, que es cuando se persigue o acosa a la potencial víctima; o se recurre a la “pesca”, que se da al publicar anuncios de trabajo y esperan que las víctimas potenciales respondan.
“Además, la internet permite a los traficantes transmitir en vivo la explotación de sus víctimas, lo que permite el abuso simultáneo de una víctima por parte de muchos consumidores en todo el mundo”.
Ghada Waly, directora ejecutiva de UNODC, no descarta que el impacto de pandemia por Covid-19 haya contribuido en agudizar la problemática. “Millones de mujeres, niños y hombres en todo el mundo están sin trabajo, sin escolarizar y sin apoyo social en la continua crisis del COVID-19, lo que los deja en mayor riesgo de trata de personas. Necesitamos acciones específicas para evitar que los traficantes criminales se aprovechen de la pandemia para explotar a los vulnerables”.
Jalón de orejas a Colombia
A propósito, en lo que respecta a Colombia, en febrero pasado, la Embajada de Estados Unidos en un extenso informe asegura que, si bien se hacen intentos para frenar la trata de personas en el país, tanto a nivel interno como externo, los resultados son deficientes.
“Aunque el gobierno cumple con los estándares mínimos, no proporcionó servicios mínimamente adecuados para el creciente número de víctimas identificadas y no tenía albergues disponibles para adultos, que constituían casi el 90 por ciento de las víctimas identificadas. El Ministerio del Interior (MI) no coordinó eficazmente con los departamentos y municipios para garantizar la protección de las víctimas”.
“La ausencia de esfuerzos proactivos en la identificación de las víctimas y de protocolos estandarizados, combinados con una mala interpretación sistemática de la trata conllevaron a la penalización de las víctimas de la trata, y las autoridades no procesaron ni condenaron penalmente a la mayoría de los funcionarios cómplices, socavando los esfuerzos para responsabilizar a los traficantes”.
“Por tercer año consecutivo, las autoridades no financiaron a organizaciones de la sociedad civil para ampliar y garantizar una asistencia y servicios adecuados para las víctimas”.
En consecuencia, la recomendación es revisar las disposiciones de asistencia a mediano plazo dentro del marco de la ley para incluir la atención en albergues para víctimas adultas de trata.
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