Un complemento al artículo de hace ocho días sobre la juventud es el que les comparto a continuación, tratando de contribuir en el proceso de formación al que tienen derechos las futuras generaciones. Sobre sus hombros está la responsabilidad de pasar de la retórica a los hechos concretos.
La vez pasada expuse una vieja proclama elaborada por expertos y aprobada en plenaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 1965 que si los Estados miembros la hubiesen aplicado otro escenario sería en el que estuvieran viviendo los jóvenes de ahora y que para el 2030 sumarán 1.300 millones, cerca del 10 por ciento de la población mundial.
Esta vez les atraigo a apartes de otra iniciativa de las Naciones Unidas, esta del 2018, llamada Agenda 2030, considerada como la “garantía” para que “nadie se quede atrás”, unida a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, cobijan a todo el mundo. Ella fue “construida” con la participación de muchos jóvenes a nivel mundial.
“La naturaleza universal de la Agenda 2030 implica que los jóvenes deben ser considerados en todos los Objetivos y metas. Los jóvenes se mencionan específicamente en cuatro áreas: empleo juvenil, adolescentes, educación y deportes por la paz. Además, los jóvenes son reconocidos como agentes de cambio, encargados de explotar su propio potencial y asegurar un mundo apropiado para las generaciones futuras”, destaca la ONU.
Antes de darles más detalles de la agenda, les facilitó el contexto de los ODS, establecidos desde el año 2000. Son 17 y en su orden: Fin de la pobreza; Hambre cero; Salud y bienestar; Educación de calidad; Agua limpia y saneamiento; Energía asequible y no contaminante; Trabajo decente y crecimiento económico; Industria, innovación e infraestructura; Reducción de las desigualdades; Ciudades y comunidades sostenibles; Producción y consumo responsable; Acción por el clima; Vida submarina; Vida de ecosistemas terrestres; Paz, justicia e instituciones sólidas; y Alianzas para lograr los objetivos.
Sin dudas los retos para los jóvenes son enormes, por ello la herramienta inicial para afrontarlos es su preparación a través de la educación con el ingrediente que debe ser de calidad. “Para lograr esto, es necesario redoblar los esfuerzos para garantizar que las mujeres y los hombres jóvenes tengan acceso a una educación gratuita, equitativa y de calidad, así como a oportunidades de capacitación específicas”, advierten los expertos de la ONU.
Agregan que las estadísticas más recientes sugieren que existen profundas disparidades globales en la educación, lo que hace que la educación secundaria universal sea una tenue aspiración para muchos, especialmente para aquellos en países más pobres.
“La educación primaria y secundaria de calidad debe complementarse con una educación técnica, profesional y terciaria asequible que proporcione a los jóvenes habilidades fundamentales para el empleo y el espíritu empresarial”, insisten.
La segunda herramienta es complemento de la anterior y se relaciona con la necesidad de garantizarle a la juventud el trabajo decente (yo le agregaría… y bien remunerado). “Para los jóvenes, las cuestiones del desempleo, el subempleo y la mala calidad del empleo han demostrado ser persistentes y desalentadoras”, anota la ONU.
A propósito, el organismo, en el 2017, reveló que la tasa global de desempleo juvenil se ubicó en el 13 por ciento, asegurando los jóvenes tienen tres veces más probabilidades de estar desempleados que los adultos. Ahora con el impacto de la pandemia por el Covid-17, esa tasa debe haberse disparado al doble, o al triple.
“Los desafíos de asegurar y conservar un trabajo decente son aún más serios y complejos para aquellos vulnerables y marginados, como mujeres jóvenes, aquellos que viven en zonas que precisan de asistencia humanitaria, jóvenes con discapacidades, los jóvenes migrantes y los jóvenes de las comunidades de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales”, según los analistas.
Papel fundamental
El hecho de haber participado en la estructuración de la Agenda 2030 constituye para la juventud mundial en ser considerados “los portadores de la antorcha”, porque en sus manos está el papel fundamental de hacerla real, no sólo como beneficiarios de acciones y políticas, sino como socios activos, de acuerdo con la invitación de la ONU.
En el papel jugado para generarla se tuvieron en cuenta factores y acciones como la sensibilización, la recopilación y el uso de datos, participación en iniciativas de base y nacionales, tareas de monitoreo y cuentas, y colaboración en los informes que se elaboran actualmente.
“El bienestar, la participación y el empoderamiento de los jóvenes son impulsores clave del desarrollo sostenible y la paz en todo el mundo. El logro de la Agenda 2030 requiere asociaciones sólidas e inclusivas entre los jóvenes y todas las partes interesadas, de modo que se aborden los desafíos de desarrollo a los que se enfrentan los jóvenes (como el desempleo, la exclusión política, la marginación, el acceso problemático a la educación y la salud, etc.) y el reconocimiento de su papel como socios en la promoción del desarrollo y el mantenimiento de la paz”, señalan los expertos de las Naciones Unidas.
Como en el artículo de hace ocho días pregunté a un grupo de jóvenes amigos. “¿Conocen la Agenda 2030, dirigida a su futuro?” …medio alzaron la vista hacia mí, enderezaron un poco la joroba por estar encima de sus teléfonos celulares y en coro me dijeron “¡No!”.
Bueno, pues allí la tienen… ¡Aprópiense de ella, es para su bienestar!, les recomendé.
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