El tiempo parece darle la razón a todo. Resulta que psicólogos y psiquiatras, principalmente, por siglos, han venido hablando de la paranoia y sus devastadores efectos en las personas, pero a partir del 1982 se detectó lo que podría pensarse como su contra, la pronoia.
Para meterlos en el tema parto de lo elemental, las respectivas definiciones. El psiquiatra español José María Manzano Callejo dice, sobre la paranoia, que esta se relaciona con la “aparición de ideas delirantes, cuyo contenido central es la convicción de que el universo se confabula para hacernos daño. Así que cualquier dificultad u obstáculo es interpretado como el efecto de un complot invisible, sin que haya evidencias al respecto”.
Por su parte, la psicóloga Elena Sanz Martín, explica que en la pronoia es asumida cuando “el universo conspira a nuestro favor y que todo ocurre siempre en nuestro beneficio. La persona espera siempre lo mejor de los demás y del mundo. Este pensamiento aparentemente es positivo y, desde luego, muy agradable de adoptar”.
Así las cosas, desde el punto de vista clínico, las dos tendencia podrían encuadrarse en trastornos en el máximo extremo, contrarios, pero que a la postre terminan afectando la salud mental de las personas, en especial las que viene en formación, como los adolescentes y los jóvenes.
En esta ocasión el despliegue es para la pronoia, tendencia que salió a la luz pública luego de los resultados de las investigaciones del médico Fred H. Goldner, quien concluyó que es una “aflicción psicológica”, un trastorno, según lo explicó en un artículo para la revista ‘Social Problem’, en donde destacó afirmaciones como esta: “Nos hemos vuelto, cada vez más, dependientes de las opiniones ajenas basadas en criterios inciertos”.
Para la psicóloga Sanz esta es la tendencia que viene afectando a muchas personas, sobre todo a jóvenes de la actual era, acelerada por el constante avance de la tecnología, y que andan en la búsqueda de caminos cortos para cumplir sueños y metas como sea, por lo que deben ser protegidos.
“El optimismo y la actitud positiva son elementos beneficiosos, pero si se llevan al extremo y se pierde el contacto con la realidad, pueden suponer un peligro… Internet y las redes sociales constituyen una gran ventana al mundo para los adolescentes. Aquí, se pueden encontrar opiniones de todo tipo, pero esto no siempre redunda en su beneficio. Igual que existe contenido nutritivo y enriquecedor, también hay divulgación de conceptos e informaciones peligrosas, como sobre el consumo de drogas o los trastornos de la alimentación”, anota.
Ilustra lo anterior con ejemplo. “En espacios como TikTok, proliferan los videos que instan a los jóvenes a adoptar determinadas actitudes, como el positivismo tóxico, y a realizar innumerables rituales para cambiar su vida. Todo ello bajo la premisa de que ‘el mundo conspira a su favor’”
Por su parte, el psiquiatra Manzano ahonda un poco más en el contexto de la pronoia, indicando que el termino proviene del griego previsión, y que aún es motivo de debate sobre si debe ser considerada un trastorno mental en sí mismo o si se trata solamente de un síntoma. No hay consenso al respecto. En lo que sí hay un acuerdo es en que se trata de una visión distorsionada de la realidad”.
Manzano recuerda que entre las décadas de los 80 y los 90 del siglo pasado, en Estado Unidos y Canadá se puso de moda la corriente de la “mentalidad positiva”, y sus promotores echaron mano a herramientas de divulgación para afirmar “de que habría un cambio de era y que este suponía una nueva conciencia “positiva”. Para subirse a esos nuevos tiempos era necesario valerse de objetos y rituales que atrajeran “buenas energías”.
Asegura que “gran parte de esas ideas provenían de algunas religiones orientales como el hinduismo, pero fueron sacadas de contexto y vertidas a pedazos en el pensamiento occidental, derivándolas a cuestiones y anhelos materiales. Se difundió la llamada “ley de atracción”, según la cual para conseguir algo se debe alimentar el deseo profundo de lograrlo, aumentando así la probabilidad de que el deseo se haga realidad”.
Lo anterior lo refuerza Sanz asegurando que “la tendencia tiene una gran presencia en las redes sociales. Desde estas perspectivas, se anima a los jóvenes a confiar ciegamente en la vida y en los otros. De esta forma, creen que pueden obtener todo lo deseado únicamente mediante su intención y actitud positiva. También, al ayudarse con una serie de rituales o autosugestiones para lograrlo”.
Sin embargo, reconoce que no todo lo que se promociona es negativo, puesto que en algunos casos fortalece el optimismo y la creatividad, ayuda a superar la adversidad, a formen y hasta se obtiene herramientas para ser felices, aunque concluye en que el peligro se asoma cuando se entra en el extremo, pues termina cayéndose en lo que es denominado “positivismo tóxico”, que será otro tema a tratar en la línea de la pronoia.
No Comments