Para aquellos padres, incluso adultos mayores, que tienen bajo su responsabilidad velar por el desarrollo integral de los jóvenes, o al menos guiarlos en esta etapa de la vida en la que ellos están convencidos de que tienen la ‘sartén por el mango’ y la verdad revelada, el Fondo de Población de las Naciones Unidas facilita cuatro “llaves” que de algo han de servir en la dura tarea.
Al respecto, Thoraya Obaid, directora ejecutiva del Fondo, explica que un mundo adaptado a los adolescentes y jóvenes es un mundo en el cual sus derechos son promovidos y protegidos.
“Es un mundo donde los jóvenes tienen iguales y óptimas oportunidades para desarrollar sus plenos potenciales, para expresarse libremente por sí mismos y ver sus opiniones respetadas, y para vivir libres de la pobreza, de la discriminación y de la violencia”, dice Obaid.
En ese orden de ideas, el diseño de lo que denominan ‘marco de acción’, estructurado por expertos, es un aporte para fortalecer el trabajo en pro de que las futuras generaciones sean capaces no solo de contar con un sólido desarrollo integral, sino el de sus entornos; en síntesis, convivir en comunidad y no como ‘ruedas sueltas’.
Es obvio que, además, del papel fundamental de los padres y adultos, el Estado no puede quedar al margen, ni menos hacerse el de la ‘vista gorda’. Así que éstas son las cuatro llaves:
Primera llave: La implementación de políticas públicas focalizadas hacia adolescentes y jóvenes, adaptando planes y programas de desarrollo y de reducción de la pobreza, que entiendan y asuman las diferencias y la heterogeneidad de este grupo de población.
Segunda llave: El fortalecimiento de una educación basada en habilidades para la vida, que favorezca desde la niñez las potencialidades de hombres y mujeres para poner en práctica conocimientos, valores y actitudes, fundamentalmente relacionados con el ejercicio de su sexualidad y sus derechos.
El desarrollo de habilidades incluye: las sociales (para las relaciones interpersonales, la comunicación, la empatía, la cooperación y el trabajo en equipo); de pensamiento (autocuidado, toma de decisiones, pensamiento crítico y creativo, elaboración de planes y metas) y de negociación (manejo y socialización de emociones y sentimientos, asertividad en la construcción de consensos, manejo de la presión de grupo).
Un tratamiento igualitario y equitativo de niños es fundamental para la construcción de sexualidades sanas y enriquecedoras, que favorezcan relaciones positivas y constructivas entre los géneros. Es vital que la educación impulse herramientas pedagógicas para el empoderamiento de las niñas en el reconocimiento y ejercicio de sus derechos, así como la construcción de masculinidades en los niños, que estén basadas en el respeto a los derechos y la igualdad de hombres y mujeres.
Tercera llave: La promoción de un paquete esencial de servicios de salud sexual y reproductiva y de insumos que incluyan, por lo menos, la disponibilidad y el acceso universal a la anticoncepción, a la prevención del VIH y a los servicios de salud materna, acompañados con procesos de asesoría y consejería adecuados a las necesidades y expectativas de adolescentes.
El compromiso por hacer de los servicios en salud espacios amigables para adolescentes y jóvenes, debe ser impulsado por las instituciones del Estado, como garante de los derechos sexuales y reproductivos, y por adolescentes como sujetos de estos derechos, sus familias y la sociedad en su conjunto.
Cuarta llave: La participación y el liderazgo de adolescentes y jóvenes. Hay que identificar mecanismos institucionales para incluirlos en los procesos políticos y de programación, desde la planeación, implementación, seguimiento y evaluación de acciones y programas gubernamentales orientados a ellos y ellas. Esto necesita una inversión fuerte en creación de capacidad y habilidades de liderazgo para hacerlos defensores de sus propios derechos y desarrollo.
No Comments