Dentro de mí hay una mujer que se bifurca,
y luego siendo dos se miran de frente a frente y se golpean.
Y yo, como juez de la contienda
las sitúo a cada una en sus esquinas.
Acudo a la mujer con más golpes en la cara,
mientras la otra se burla.
Trato de persuadirlas pero es inútil,
se abalanza una vez suena la campana.
Regresa nuevamente a su esquina y esta vez no le digo nada.
Recuerdo que vivió un largo rato en el exilio,
cuando la otra era reina y esclava.
A esa la admiré en su ímpetu villano,
en sus voluntariosos pasos,
y en su sarcasmo de flema.
Dentro de mi ahora hay dos mujeres
que se miran de frente a frente con furia.
Y yo, como juez de la contienda
puedo declarar a una vencedora,
pero entonces, prefiero renunciar a mi ridículo traje de corbata,
bajar del ring y caminar catorce domingos.
Volver al cuadrilátero y emitir un grito tan agudo
como las penas que sangran y no se notan.
Y me quedaré llorando
Mientras las dos malditas continúan allí,
dándose golpes.
Poeta invitada: Rosa Herrera Bossio
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