En una reciente entrevista hecha al exsacerdote católico Alberto Linero para CNN, retomando su muy sonado retiro del sacerdocio, expresó alegremente que era un “sapiosexual” y explicaba que era un hombre cincuentón y maduro, que lo que buscaba en una mujer era la compañía y la intimidad de una conversación erótica y placentera.
Se estima que solo el 8 por ciento de los adultos son así, sapiosexuales, lo que quiere decir que el factor que más los excita son las neuronas.
Hoy, conversamos con Daniel, un sapiosexual como el mismo se describe: “Disfruto una conversación, ideas, temas sin importar el físico. Dentro de todo esto debe existir una conexión claro está”.
Los sapiosexuales no solo admiran la inteligencia o las mentes; es lo que más destacan de esa potencial pareja, ya que los excita sexualmente por encima de la apariencia física.
Daniel agrega que: “El físico no lo es todo. Lo más importante son las ideas. Pero si me preguntas, físicamente, yo como hombre le veo a una mujer el cabello, los senos, la figura. Pero si después de estar juntos, no hay una conversación interesante, no pasa nada”.
John Money, psicólogo y sexólogo neozelandés, intentó explicarlo a través de su teoría del ‘mapa del amor’, en la que las personas se sienten atraídas por algunas cualidades que condicionan su atracción sexual.
Según Money, cada persona diseña este mapa en su mente, en el que representan a su amante idealizado, lo imaginan con todo lo que los erotiza y las prácticas que consideren más estimulantes. A esto lo llamó la personalidad erótica y se expresa a través de sueños o fantasías. Cada mapa es único aun cuando podría tener rasgos similares del mapa de otros individuos.
Los mapas del amor se forman desde el nacimiento y tienen toda la información, experiencias, estímulos y vivencias infantiles positivas o negativas que dejan marcas que pueden entorpecer los vínculos afectivos y eróticos.
Entre sapiosexuales famosos está la actriz Marilyn Monroe, quien se encasilló como rubia tonta, pero estaba muy lejos de serlo. En una ocasión reconoció que Albert Einstein era el hombre más seductor que le habían presentado y no dudó en proponerle: “deberíamos tener un hijo juntos para que tuviera mi físico y su inteligencia”.
Los sapiosexuales no se enamoran a primera vista, se toman su tiempo, por eso sus relaciones empiezan con una amistad que puede cambiar a una atracción sexual en la medida que ´las mentes se desnuden´.
Como lo explica Gloria Arancibia Claver, psicóloga y sexóloga: la atracción sexual tiene mucho que ver con el físico, más que con la mente; pero la atracción integra muchas cosas: sentido del humor, capacidad de comprensión o la manera de expresar el sentimiento, cualidades que están relacionadas con la inteligencia.
La tendencia es creer que alguien es inteligente porque se sabe la tabla periódica o resuelve teoremas. En realidad, hay diferentes clases de inteligencia: La emocional, la social y hasta la erótica y hay rasgos comunes en estos tipos de inteligencia como el sentido del humor, la empatía y, en especial, la capacidad de solucionar problemas en situaciones nuevas.
Gloria anota que la atracción por la inteligencia en ocasiones puede conllevar a ciertos peligros: “En la consulta pasa mucho que se pasa de la admiración a la idealización de la persona y de ahí a la dependencia y esto refuerza aún más la falta de autoestima en personas inseguras y puede derivar en la dominación del que se supone más inteligente y la sumisión del otro”.
En el imaginario de los sapiosexuales hay unos prototipos en los que se destacan los profesores, los escritores, los científicos e incluso las bibliotecarias.
La ventaja de sentirse seducido por la inteligencia del otro es que a este tipo de atracción el paso del tiempo no lo afectan, ni las libras de más o las arrugas.
Para los sapiosexuales, la seducción nace de la palabra y de lo que escuchas, por eso dicen que las mujeres son más sapiosexuales que los hombres. Los expertos afirman que aún hay hombres que se les dificulta reconocer que una mujer sea más inteligente que ellos.
A lo mejor para Marilyn Monroe su mejor recurso era hacerse la tonta y seducirlos con su belleza.
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