Si fuese por las estadísticas de la Registraduría Nacional, en esta Colombia que se ufana de pregonar una democracia plena, las mujeres deberían estar gobernando hace “añales”, como dicen en muchos pueblos.
Miren esto: El dato más reciente fue para la elección presidencial y vicepresidencial del 29 de mayo del 2022, a la que podían acudir a las urnas 39.022.239 personas mayores de edad. De ese potencial, 20.111.908 correspondía a las mujeres; mientras que el hombres sumaba 18.890.331.
Pero no, la realidad es otra. Y no solo en Colombia, sino que es una especie de característica mundial: El hombre es quien prima en las riendas del poder, así salgan chistosos a repetir la trillada frase “es que detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer”; como me decía una amiga costeña con desparpajo: “¡Ay ombe, ya superen esa ‘pendejá’…!”.
Por eso, aprovechando que estamos en la cuenta regresiva de las elecciones regionales, previstas para el próximo 29 de octubre, quiero destacar un reciente informe, divulgado el 15 de septiembre, en el portal de ONU Mujeres Colombia, que promueve la campaña ‘Más mujeres, más democracia: rumbo a la paridad’, de la que hacen parte de 52 entidades de cooperación internacional, integrantes de Mesa de Género que lideran ONU Mujeres y la Embajada de Suecia.
“Los datos revelan que, de las personas en gobiernos locales en todo el mundo, solo el 36 por ciento son mujeres. En América Latina y el Caribe diversos gobiernos, poco a poco, ubican la discusión de la paridad política en el centro de las conversaciones públicas, pero las mujeres apenas alcanzan el 24,9 por ciento de la representación”, advierte el informe.
Y sobre Colombia se consigna que “la participación de mujeres electas en gobiernos locales se encuentra, en un 12 por ciento para alcaldías, y 6,3 por ciento para gobernaciones. Por eso en este país, el gran reto de la participación política de las mujeres es territorial”.
“La baja participación de las mujeres en la política en Colombia tiene causas estructurales. Hace poco más de seis décadas, las mujeres tienen el derecho a sufragar y, por lo tanto, a ser elegidas. Sin embargo, no ha sido posible compensar más de 100 años de exclusión de la democracia”, precisa el artículo.
Precisamente, la mujer colombiana adquirió el derecho de ir a las urnas en 1954, luego de ser aprobada, a regañadientes, una ley en el Congreso de la República. Sin embargo, solo pudo concretarse la clásica untada de tinta indeleble del dedo índice derecho de ese entonces, 1.835.255 de ellas, el 1 de diciembre de 1957, día de la aprobación del plebiscito que dio vía libre al denominado Frente Nacional, sistema en el que liberales y conservadores se alternaron los 4 años de mando de la Presidencia del país.
Pero la lucha de ellas no ha sido color de rosas. En desarrollo del diplomado ‘En paridad: escuela de formación política para las mujeres en toda su diversidad’, que ha formado a más de 2.000 mujeres en política y campañas electorales, se reconocieron muchas dificultades en el camino, no solo por parte de hombres, sino entre ellas mismas.
“Competir por el poder puede ser complejo, especialmente, para las mujeres que tienen barreras específicas, pero no es imposible”, dice una de las motivaciones para que sigan en su proceso de preparación y no ‘tiren la toalla’.
ONU Mujeres Colombia señala que, a través de la campaña, abordan aspectos para competir por el poder con posibilidades de alcanzarlo, o de obtener la experiencia necesaria para iniciar una carrera política que permita a las mujeres la transformación positiva de sus territorios y la consolidación de una democracia paritaria en Colombia.
Destaca que para las elecciones de octubre próximo “hay más candidatas inscritas: 50.013 mujeres (15,5 por ciento más que hace cuatro años) que han tomado la decisión de participar en los espacios de gobierno en sus territorios”.
El informe dice que la tasa de crecimiento de candidatos hombres para estas elecciones es del 7.7 por ciento. “Es decir, esta vez más mujeres que hombres tomaron la decisión de postularse a las elecciones de autoridades locales”.
“La participación de las mujeres colombianas en toda su diversidad en los procesos electorales ayuda a construir sociedades e instituciones más justas y legítimas, y pone en valor los aportes que hacen a la democracia, inspira e instala nuevos referentes en la sociedad”.
“La campaña ‘Más mujeres, más democracia: rumbo a la paridad’ es una semilla para el fortalecimiento de la democracia en Colombia, y un aporte para que la paridad sea cada vez más real a través de procesos de ajuste institucional, cambio cultural, financiación y reglas de juego apropiadas”, concluye el reporte y la percepción que tiene ONU Mujeres Colombia en torno a la participación de ellas en la política activa.
No Comments