Estancados se encuentran, en el mundo, los servicios de la salud sexual y reproductiva. Así lo considera Organización de Naciones Unidas, ONU, a través de sus diferentes dependencias, pese a existir el compromiso de los Estados miembros de garantizar su acceso.
A raíz de una evaluación hecha, se emitió una declaración a manera de alerta para retomar rutas acción contempladas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, proyectadas hacia el 2030.
La ONU asegura que, a pesar de avances observados en las últimas tres décadas, en los que se destacan, por ejemplo, el incremento del uso moderno de métodos anticonceptivos, la disminución en un 34 % de la mortalidad materna, y de haberse evitado la muerte de 20,8 millones de personas afectas con el VIH, los actuales programas no logran resultados que conlleven a una salud sexual, incluso mental, satisfactoria.
“Los efectos persistentes de la pandemia de Covid-19, los conflictos persistentes y crecientes, el cambio climático, las crecientes desigualdades y la polarización cada vez más profunda están socavando el acceso a servicios de salud esenciales y de calidad. Estos reveses exigen una acción urgente”, sostiene la ONU.
Advierte, a la vez, que las mujeres se ven afectadas de manera desproporcionada por los desafíos, “lo que obstaculiza su derecho a tomar decisiones informadas y ejercer una autonomía corporal plena sin coerción, violencia ni discriminación, derechos humanos fundamentales”.
Insiste, la organización en que el acceso equitativo y sostenible a las intervenciones e información sobre salud sexual y reproductiva, basadas en los derechos humanos, sigue estando fuera del alcance de muchas personas, especialmente las mujeres marginadas, las adolescentes y las que viven en crisis humanitarias y zonas de conflicto.
“Los últimos datos muestran que cerca de la mitad de las mujeres en edad reproductiva no pueden tomar sus propias decisiones informadas sobre si quedarse embarazadas o no y cuándo, y muchas aún carecen de la autonomía y la capacidad de acción necesarias para ejercer plenamente sus derechos reproductivos”, sostiene.
De allí que el reiterado llamado es a fortalezcan el acceso a un paquete integral de servicios de salud sexual y reproductiva, como parte de la cobertura sanitaria universal, prestados a través de sistemas sanitarios resilientes, incluido el nivel de atención primaria de la salud.
“Subrayamos la necesidad de aplicar una orientación normativa basada en la evidencia para fortalecer el acceso a una atención asequible, de alta calidad y basada en los derechos. Para garantizar que los servicios sean aceptables para todos, es necesario hacer esfuerzos para eliminar el estigma y la discriminación y desmantelar las normas sociales y de género nocivas”.
“También pedimos que se acelere el acceso a una educación sexual integral y se fortalezcan las medidas en todos los sectores sociales, como la educación y la igualdad de género, para mejorar la salud y el bienestar de las niñas y las mujeres a lo largo de sus vidas. Promover la salud y los derechos sexuales y reproductivos integrales no sólo es lo correcto, sino también lo más inteligente”, señala la organización.
Precisa, además, que está demostrado que invertir en los derechos reproductivos y la autonomía de las mujeres y las niñas y ampliar el acceso a los servicios tiene resultados notables, incluso en términos de bienestar social, prosperidad económica y paz, aspectos de los que el mundo necesita desesperadamente.
“Es esencial obtener financiación adicional de todas las fuentes (nacionales, internacionales, públicas y privadas) para crear resultados positivos a largo plazo para las mujeres y las niñas. También debemos apoyar urgentemente los esfuerzos cada vez mayores de los jóvenes, las mujeres y las comunidades para que se manifiesten sobre las preocupaciones en materia de salud sexual y reproductiva y para que diseñen y ofrezcan soluciones que respondan a sus necesidades y a las realidades de un mundo cambiante, en el que el cambio climático, en particular, afecta la salud y los derechos sexuales y reproductivos”.
“Instamos a los sectores público y privado a colaborar en la exploración de tecnologías de vanguardia como la telemedicina, la inteligencia artificial, el análisis de macrodatos y la modelización predictiva para cerrar las brechas geoespaciales y ampliar el acceso a servicios esenciales, en particular en zonas remotas y desatendidas”.
“Al mismo tiempo, hacemos un llamamiento a los innovadores para que aborden los riesgos inherentes a estas nuevas tecnologías, incluidas las brechas de género en el acceso, la violencia de género facilitada por la tecnología y los sesgos sistemáticos incorporados en el diseño tecnológico”, puntualiza la ONU.
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