La soledad de las personas es cosa que está dando de qué hablar, sobre por las consecuencias que le son atribuidas por analistas en el fenómeno. Precisamente, dos países han asumido en serio la cuestión y la tienen incluida en los tratamientos que deben ser priorizados en el marco de las políticas públicas de salud.
Primero fue Gran Bretaña y ahora es Japón, países que han decidido crear el Ministerio de la Soledad. Pormenores de la decisión tomada en el país asiático son contadas por la periodista Ana Beatriz Micó, en el portal español AS y en sinrecato.com contribuimos con multiplicarlo, dada la preocupación que empieza generar en las autoridades estatales.
Micó dice, con base en su investigación periodística, que el pasado mes de enero, las autoridades japonesas anunciaron que el número de suicidios en el país aumentó un 3,7% en 2020, el primer incremento en 11 años en el país, con una pronunciada subida de los casos entre mujeres y jóvenes.
“En total, 20.919 personas se quitaron la vida, según el informe preliminar de la Agencia Nacional de Policía. De ellas, 6.976 eran mujeres, lo que supone un crecimiento del 14,5%. En cambio, el suicidio de hombres descendió un 1% con respecto al año anterior”, destaca.
Los expertos concluyeron que este incremento se debió a los cambios provocados por la pandemia (del Covid-19), ya que la mayoría de suicidios se registró en el segundo semestre. La inseguridad laboral, la subida de los impuestas o el aumento de la carga por el cuidado de los menores con el cierre de las escuelas pudieron desencadenar la fatídica estadística.
Asimismo, la mayor vulnerabilidad económica y laboral de las mujeres influyó en que aumentaran los suicidios entre este sexo, según señaló Michiko Ueda, profesora asociada en la Universidad de Waseda con amplios estudios en prevención de suicidios y salud pública: “Las consecuencias económicas de la pandemia han afectado mucho a algunas industrias que tienen mucha presencia femenina y puestos de trabajo no fijos”, como el turístico o el hostelero.
Como consecuencia de este crecimiento, el primer ministro de Japón, Yoshihide Suga, ha creado el Ministerio de la Soledad, como ya hizo Reino Unido hace dos años.
El pasado viernes, Suga anunció que Tetsushi Sakamoto sería el ministro encargado de coordinar la lucha contra la soledad y el aislamiento de sus compatriotas, según informó el medio RT. “Las mujeres sufren más de aislamiento que los hombres, y el número de suicidios va en aumento. Espero que identifiquen problemas y promuevan medidas políticas de manera integral”, dijo Suga a Sakamoto, durante una reunión.
Así, el nuevo ministro trabajará con diversas agencias para tratar temas como la prevención del suicidio, el cuidado de los ancianos y la pobreza infantil con el objetivo de desarrollar una estrategia integral que pueda poner solución al problema.
Educar para gestionar la soledad
La pandemia ha cambiado radicalmente nuestra forma de relacionarnos con otras personas, sostiene la periodista. Las estricticas restricciones impuestas por los diferentes países para frenar la expansión del Covid-19 ha llevado a un severo aislamiento que para muchas personas está resultado fatal.
“Durante este tiempo ha aumentado el malestar emocional: el miedo, estrés, angustia, vulnerabilidad, incertidumbre… Hay más depresión, más ansiedad y más estrés postraumático. Evidentemente, todo esto está relacionado con la situación de aislamiento y con la posible soledad derivada de esto”, explica en la Cadena Ser Javier Yanguas, doctor en psicología y director científico del Programa de Mayores de la Fundación la Caixa.
El experto asegura que los problemas derivados de la soledad no deseada ya vienen de lejos como consecuencia de los cambios en nuestros modos de vida y convivencia, así como de la globalización. Sin embargo, ahora se han agudizado con motivo de la pandemia. Asimismo, vaticina que “es probable que en el futuro esto vaya a acentuarse”.
Actualmente, el número de personas mayores de 60 años que viven solas en España se sitúa entre el 30% y el 50% aunque “es algo complicado de determinar, pues no es lo mismo vivir solo que sentirse solo”. “Es fácil contar el número de personas que viven solas, porque solo hay que contar cosas. Pero otra cosa es ir a cada casa a preguntar si se sienten solas”, añade.
La problemática con el negativo sentimiento que provoca la soledad se debe a que “no se ha dado suficiente importancia a las relaciones sociales y, cuando nos hemos tenido que enfrentar a la vida sin aderezos, nos hemos dado cuenta de lo que significan las personas y lo que provoca la falta de un proyecto vital”.
Para evitar que esto ocurra, Yanguas afirma que no hay que evitar la soledad, sino educar para aprender a gestionarla: “La soledad es una experiencia común, todos sabemos lo que es. Y tenemos que saber gestionar nuestra propia soledad porque la vamos a vivir. Esto no significa dejar a la gente sin apoyo, sino confiar en la madurez de las personas para lidiar con sus emociones”.
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