Hace ocho días salí con tres amigas, dos de ellas son médicos y una psicóloga. La idea era darle la bienvenida a una que vive en Bogotá y hacía meses planeábamos nuestro encuentro para “adelantar cuaderno” (ponernos al día).
Estaba lloviendo y llegué un poco tarde y me llevaban ventaja; cada una tenía una cerveza artesanal y me decían que el mesero se les había recomendado. Miguel, así llamaré al joven, nos sugirió que mejor pidiéramos una jarra para compartir y aceptamos.
Cuando llegó con la jarra, empezó la diversión. Resulta que, al empezar a servirme, la cerveza se estaba desbordando y por supuesto, empecé a tomarla rápidamente para que no se derramara. Y espontáneamente empiezan Patricia, Claudia y Sandra a gritar en coro: “¡Chúpala, chúpala!”.
Miguel en medio de risas, siguió sirviendo, pero en realidad todo cambió. Y ahí en ese momento, se nos ocurrió hacer ‘el experimento´. De inmediato cambió el tono, el joven seguía siendo amable y respetuoso, pero ni el tapabocas podía camuflar lo incomodo que estaba. Cada vez que pedíamos algo usábamos el doble sentido hasta que no lo vimos más.
Al rato llegó una mesera y entendimos que el experimento había resultado: joven acosado por cuarentonas. Le preguntamos qué porque ya no nos quería atender y todavía siendo amable, nos dijo que cada mesero tenía un área asignada y que la nuestra no le correspondía atender.
Nos disculpamos y le contamos de nuestro experimento que más que hacerlo pasar un mal rato, era para comprobar la reacción de los hombres frente al acoso femenino. Miguel sonrió y nos llevó la cuenta.
El acoso sexual no solo ocurre a mujeres, los hombres también son acosados. Como olvidar el clásico de los 90 ‘Acoso Sexual’, en la que un ejecutivo, un atractivo Michael Douglas es acosado eróticamente y difamado por su atractiva jefa, la bella actriz Demi Moore.
De manera informal hice una encuesta con 20 hombres y les hice dos preguntas muy puntuales:
- A la primera pregunta, 14 reconocieron que han sido acosados y los 6 restantes dijeron que no.
2. Con respecto a la segunda pregunta, estas fueron sus respuestas:
- “A los hombres no nos parece grave”.
- “Si la mujer nos gusta no decimos nada y si no, tampoco lo vamos a decir”.
- “Por nuestro espíritu machista. Al creer que si lo hacemos mostramos debilidad ante las mujeres”.
- “Por cultura machista”.
- “Porque no me veo en un peligro eminente como para hacerlo, de hecho, me alimenta el ego”.
- “Porque una denuncia traería repercusiones en mi vida personal”.
- “Por desconocimiento de la Ley”.
- “El hombre no necesita de una institución para darle manejo a esos asuntos”.
- “Porque a las autoridades le parece ridículo”.
- “Socialmente es vergonzoso; por eso, los hombres no denuncian”.
Fans enamorada:
Un colega periodista compartió su experiencia con una joven fanática hace unos años atrás: “Fue demasiado intenso, me quería tanto ‘comer’ que les decía a mis amigos. Me mandaba fotos y cuando me veía temblaba, era un deseo total. Iba a eventos, me citaba, nunca accedí a sus encantos y decía que le tenía miedo”.
“En mi caso no denuncié, porque era manejable; era una fans, entendía que se trataba de una ilusión, y aunque podía acceder a sus deseos, me abstuve. Pero la verdad, a veces no lo vemos como acoso, sino como insinuaciones, y como somos hombres, es posible que hayamos dado una luz de esperanza en algo. Hoy día de mi vida, si lo denunciaría, hace 5 años atrás, le seguía el juego”.
Propuesta indecente:
Un docente también compartió su experiencia: “Estando en mi trabajo en la universidad, la mamá de un alumno me pidió un favor para la matrícula y después empezó a llamarme y a invitarme. Fue ahí donde sentí cómo se siente una mujer al ser acosada por un hombre y es bastante incómodo”.
Al responder porqué los hombres no denuncian, comentó: “Sencillo, por machismo. Si no estoy mal, una vez leí un informe que decía que son más los casos de acoso de mujeres a hombres, aunque los que más se denuncia son casos de abusos de hombres a mujeres”.
Un informe publicado por la Asociación Americana de Psicólogos explicó la coacción para tener relaciones sexuales de diversa índole, como: “un problema común entre la población masculina, que pocas veces es estudiado en forma seria”, y este concluye que, en el 95 por ciento de los casos, las agresoras son mujeres cercanas (por trabajo o por estudios) o conocidas (amigas, familiares) por la víctima.
En el mundo virtual, el acoso cada vez es más común y se reportan casos en la que mujeres despechadas se desquitan de sus exparejas y las exhiben en redes sociales e incluso hay una página llamada pornovenganza, creada con este fin.
A lo anterior, se suma la exhibición en redes sociales de capturas de conversaciones por parte de algunas mujeres con algunos hombres, esta práctica podría ser tomada como acoso de parte de quien haga la publicación, porque alardea de los detalles de un dialogo consensuado entre dos adultos.
Hay una pregunta que siempre me he hecho frente al acoso sexual bien sea de hombres o mujeres. ¿Qué pasa cuando el agresor o la agresora son atractivos? Se los dejo de tarea.
Lo que si es cierto es que, en este experimento, mis amigas y yo entendimos que, cuando una mujer es poderosa frente a un hombre, puede ser igual o peor como acosadora que ellos.
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