El placer, por lo general, se relaciona con actividades sexuales; sin embargo, muchas otras actividades están asociadas a este, como cuando comemos, pero no solo por su sabor, sino por las sensaciones que produce, o al comprar ropa porque nos hace sentir atractivos y no solo por necesidad.
Aquellas conductas que buscan el placer mismo sin otros objetivos se consideran hedonistas, y consisten en la búsqueda constante del placer como el gran propósito de la vida. El hedonismo es una filosofía que existe desde la Antigua Grecia gracias a dos destacados filósofos, Aristipo de Cirene y Epicuro de Samos.
En el contexto actual, este pensamiento se relaciona con el consumismo y la continua exhibición en las redes sociales, al igual que otras conductas de la vida cotidiana.
Las personas hedonistas viven disfrutando de los placeres de la vida y evitan cualquier cosa que pueda causarles dolor. Etimológicamente, el hedonismo proviene de la palabra griega “hedone” que significa placer y el sufijo “ismos”, que quiere decir doctrina.
Esta filosofía tiene dos escuelas: la cirenaica y la epicúrea. La cirenaica fue creada por Aristipo de Cirene entre los siglos IV y III a. C., quien defendía que no hay bien superior al placer, resaltando el del cuerpo por encima de los placeres mentales.
Por otro lado, la escuela epicúrea, liderada por Epicuro de Samos, establece que la meta máxima de todo ser humano debe ser el conseguir la felicidad. Esta escuela asocia el placer a tener paz y calma, y explica que, para conseguirlo, es necesario reducir el deseo y tratar de no obtener el placer de manera inmediata.
La escuela epicúrea nace para perfeccionar el hedonismo. El objetivo de los epicúreos es conseguir la omisión del dolor; las personas renuncian a todo lo que le produzca dolor y sufrimiento.
Un filósofo destacado del hedonismo moderno es Michael Onfray, quien le apuesta al “ser” en vez de “tener” y asegura: “El hedonismo vulgar es aquel que hace elogios constantes y presume de sus propiedades y riquezas. Un verdadero hedonista es aquel que disfruta plenamente de su existencia en la tierra y se dedica a oler mejor, gustar, escuchar mejor, no estar enojado con el cuerpo y considera las pasiones y pulsiones como amigas y no como adversarias”.
Otra defensora de esta corriente es la escritora Valérie Tasso, quien en su libro ‘Antimanual de sexo’, incluye esta filosofía de vida al hablar de la sexualidad humana: “Nuestra existencia debe ser tomada como la búsqueda del placer y que nuestro cuerpo es el aliado perfecto para ello y el tiempo es mucho más importante que el dinero”.
La vida hedonista se destaca por la determinación y voluntad para darse gustos, guardar tiempo para realizar actividades que produzcan placer y por la intención de gozar de las emociones sin racionalizarlas.
El pensamiento de Epicuro, en la actualidad, ha sido retomado con mucha fuerza, por el hecho de que considera que el placer y el dolor son las medidas de lo bueno y de lo malo, respectivamente, lo que ha sido interpretado como un hedonismo desenfrenado, pese a que el mismo filósofo destacaba que “la vida placentera no se produce por una serie de episodios de bebida y juergas, ni por el disfrute de las mujeres, ni por un menú caro, sino por un razonamiento sobrio”.
Los psicólogos advierten que no siempre lo placentero debe perseguirse y no todo lo que es doloroso debe evitarse. Es posible llegar a esta conclusión con un cálculo hedonista para determinar qué cosas tienen más probabilidades de resultar, con el tiempo, en el mayor placer y el menor dolor.
No siempre los comportamientos hedonistas implican conductas irresponsables o egoístas. Existen varias clases como:
- El hedonismo normativo: la idea de que el placer debe ser la motivación principal de la vida.
- El hedonismo egoísta: el cual destaca la necesidad de que las personas consideren solo su propio placer al tomar distintas decisiones.
- El hedonismo altruista: este apunta a una creación de placer para varias personas como una manera de determinar si una acción es ética o no.
El hedonismo se caracteriza por tener como objetivo principal la búsqueda y satisfacción del placer, crear un plan para cumplir los deseos y necesidades propios, experimentar constantemente emociones positivas con una alta carga de intensidad y centrarse en el presente o el futuro a corto plazo.
En la actualidad, los hedonistas han tomado la filosofía de las viejas escuelas y lo han relacionado con el placer mental, corporal y sensorial. Así que podrías estar llevando un estilo de vida hedonista sin saberlo, vives en función de tus placeres.
La psicóloga Diana Gaerste nos habla de algunos hábitos cotidianos que nos acercan a un estilo de vida hedonista:
- El celular es un ejemplo claro de cómo las personas evaden la realidad por un momento de aparente satisfacción que, a largo plazo, puede ocasionar depresión.
- La disminución de las emociones negativas al reprimirlas se acumula, y en algún momento afloran para enfrentar la realidad.
- La búsqueda del éxito profesional se relaciona con la felicidad, cuando realmente se busca la aprobación de los demás.
- La práctica de deportes extremos se usa para experimentar emociones que generen placer y adrenalina o cuando te ejercitas para tener un buen cuerpo y no por salud.
La masturbación como sustituto de un suceso negativo, en sí misma, es un acto de amor propio, porque libera muchas hormonas como la dopamina, la oxitocina, la serotonina entre otras. Comienza a ser negativo cuando la utilizan como sustituto para disminuir un suceso que parezca agobiante o doloroso.
El psicólogo Flavio Calvo afirma que es en tiempos de crisis cuando se buscan momentos de felicidad a corto plazo: “El hedonismo es un concepto que se encuentra en relación con el disfrute, con el placer inmediato, con la búsqueda de una felicidad perceptible, palpable, la que se da en este momento. Está ligada a la alegría que se siente a la hora de realizar actividades que se aprecian como una gratificación”.
De acuerdo con el psicólogo, el dilema es que ese goce rápido va y viene y al enfrentar la realidad de nuevo, entienden que se alejan de un placer duradero por perseguir ese placer momentáneo.
Calvo afirma que si lo que se busca es una felicidad más genuina debe considerarse la eudaimonía, pero de eso hablaremos en una próxima columna.
Lo cierto es que para ser felices también hay que aceptar nuestra parte oscura y, lo que es mejor, conocerla. Solo así podremos desarrollar nuestras mejores armas en momentos de crisis, en lugar de huirle a lo que esto representa.
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