El sueño es ese momento placentero en el que descansamos en la comodidad de nuestra cama después de una larga jornada de trabajo para recuperar fuerzas. El asunto es que para algunas parejas no es el momento soñado.
Esto se debe a muchas razones; problemas de insomnio, apnea de sueño (ronquidos), el uso de dispositivos móviles y diferentes horarios, entre otras causas. Ahora la pregunta es: ¿es obligatorio dormir juntos si la calidad de mi sueño se ve afectada?
La realidad es que actualmente dormir en camas separadas ya no es sinónimo de crisis matrimonial. Es todo lo contrario, cada vez más parejas lo hacen y se conoce como el divorcio del sueño o el ‘sleep divorce’, una solución a esta situación que afecta cada vez más a muchas parejas en el mundo y cuyo objetivo es mejorar la calidad del sueño.

Este término nace en el libro homónimo de Jennifer Adams y Neil Stanley, este último experto independiente en sueño y miembro de la Sociedad Europea de Investigación del Sueño, en donde resaltan la priorización del descanso frente a la tradición de dormir en pareja, considerada como la piedra angular de las relaciones en la cultura occidental contemporánea.
Esta tendencia es un verdadero desafío para las parejas, porque alienta a dormir en camas o cuartos separados con la intención de reducir el insomnio producto de los movimientos constantes, los ronquidos, distintas preferencias de temperaturas, sonambulismo o los hábitos de sueño de la otra persona.
Los autores respaldan su teoría y explican que dormir en cuartos separados beneficia la salud individual y podría contribuir a crear una relación más sana y feliz. Recordemos que una de las funciones del sueño es la eliminación de toxinas, la consolidación de la memoria y el descanso de la actividad cerebral, entre otras.
Los hábitos de sueño varían con la edad y, en general, todos los seres humanos tenemos hábitos y costumbres distintas a la hora de dormir, como lo explican los creadores del “divorcio del sueño”:
“Mientras en la prehistoria los primeros humanos dormían en grupo por cuestiones de seguridad, dormir separados también fue costumbre en la Europa de antes del siglo XIX, sobre todo entre los matrimonios de clase alta que contaban con espacio suficiente para tener habitaciones extras. La mayoría vivían en castillos y mansiones. De hecho, dormir en pareja era una práctica reservada para la procreación”.
Con la revolución industrial, compartir la cama con el cónyuge se convirtió en la norma, porque en el momento en que las familias migraron del campo a la ciudad, las parejas se vieron obligadas a reducir los espacios en las casas.
Estos datos de nuestros antepasados confirman que dormir en pareja es una costumbre, relativamente, nueva en los matrimonios occidentales, pero que no fue adoptada socialmente por su beneficio fisiológico en sí.
Y aunque algunas parejas eligen dormir separadas por cuestiones de comodidad y encuentran grandes beneficios en su decisión todavía estigmatizada para algunos, para otras parejas sigue siendo placentero compartir sábanas.
Un estudio, realizado por la Universidad de Arizona en 2022, demostró que dormir acompañado se relaciona con mejoras en los niveles de estrés y, en general, beneficia la salud mental de ambos.
Como toda novedad hay que cuestionar las ventajas y desventajas:
Ventajas: pueden desarrollar un sueño regular y profundo, lo cual influye directamente en la salud física y emocional y mejora tu estado de ánimo. Adicionalmente, esto propicia una sana convivencia con tu pareja, ya que las discusiones disminuyen.
Desventajas: posible pérdida de intimidad. Para muchas parejas, por sus rutinas, el momento de ir a la cama es uno de los pocos espacios que tienen para conversar y conectar, sin embargo, esto deja menos tiempo para el tiempo de calidad individual.
Solución: los expertos recomiendan buscar otras formas de compartir tiempo de calidad para compensar esa distancia nocturna.
De acuerdo con otro estudio, realizado en 2023 por la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño (AASM), más de un tercio de los encuestados en Estados Unidos reconoció dormir ocasional o regularmente en habitaciones separadas de sus parejas con el fin de mejorar la calidad del sueño.
La investigación revela el porcentaje en el que las parejas duermen por separado de acuerdo con cada generación:
- Millenials (nacidos entre 1981 y 1986): 43%
- Generación X (nacidos entre 1965 y 1980): 33%
- Generación Z (nacidos entre 1997 y 2012): 28%
- Baby boomers (nacidos entre 1946 y 1964): 22%

Los jóvenes están más claros con respecto al tema y no le ponen misterio a la idea de dormir separados; “si es para el beneficio de ambos, ¿por qué no hacerlo?” Sin embargo, esto no es algo que funcione para todo el mundo.
Los expertos confirman que cada pareja debe valorar lo que les conviene más, si dormir juntos o separados y si esto les aporta beneficios fisiológicos sin tener en cuenta las normas sociales.
Antes de tomar la decisión, es importante hacer una semana de prueba y así determinar si hay mejoras en la calidad del sueño y, por lo tanto, en el ánimo y la convivencia.
La idea es que ambos estén de acuerdo, porque si uno de los dos no quiere, esto no funcionará y solo provocará resentimientos.
Hay que aclarar que el ‘divorcio del sueño’ solo aplica al dormitorio, la relación sentimental sigue intacta. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Dormir por separado no significa querer menos, sino descansar mejor para vivir juntos y con más emoción #sinrecato.