“Ajá ‘andropáusico’, ¿Cómo están en casa…?”. Ese fue el saludo desparpajado y directo de un amigo a un pariente que se nos acercó mientras ‘arreglábamos’ el mundo en medio de un café caliente y un pan de bono recién horneado en un ‘Juan Valdez’ de esquina.
El tipo le respondió entre dientes, más una risa penosa y un cortés choque de manos, antes de seguir su camino. Entonces, le comenté: “¡Qué singular manera de saludar!, pero tú sabes ¿Qué le quisiste decir con lo de ‘andropáusico’? Y me respondió, mientras se carcajeaba: “¡Claro!… Es que el ‘man’ siempre anda como ‘amargao’ y que porque no se le para y la mujer lo vive jodiendo”.
Arreglado el mundo, terminado el café y devorado el pan de bono, cada uno para su casa; pero me quedó sonando el cuento de lo del ‘andropáusico’ y recordé que el tema lo publicó la sección Tendencias del periódico El Tiempo a principios de año y ahora veo oportuno compartir lo más destacado, teniendo en cuenta que se creía que afectaba a los hombres a después de los 55 años, y no es así sino a partir de los 40 años en promedio.
“La andropausia es más bien un término coloquial que se utiliza para explicar el descenso en la testosterona que tienen los hombres a medida que envejecen”, señala sin rodeos el artículo de prensa ‘Así es el sexo para los hombres durante la andropausia’, y al que añade, citando la definición de la Real Academia Española, que también a esa etapa del desarrollo varonil se denomina “climaterio masculino” que es cuando cesa la función reproductora.
Sin embargo, la respuesta que da el urólogo y especialista en endourología, Óscar Darío Martín, dista de ambas apreciaciones. “Es más un término que se ha querido manejar para hablar sobre los bajos niveles hormonales que llegan con el envejecimiento en los hombres. Pero la andropausia en sí misma no existe. Se trata, más bien, de un concepto acuñado que busca ser análogo del proceso de la menopausia en las mujeres, que, sin embargo, responde a lógicas hormonales distintas”.
Citando fuentes, como el portal web Clínica Mayo, el escrito destaca que a partir de los 40 años edad, entre el 10 y el 15 por ciento, el hombre va perdiendo “cerca del 1 por ciento de la cantidad de testosterona que hay en su organismo con cada año que pasa”, proceso que es más progresivo en comparación con el de la mujer, o sea cuando la atrapa la menopausia.
Hay campanazos de alerta que indican que el varón está entrando en la fase en la que la testosterona, que es la hormona que se produce en los testículos y las glándulas suprarrenales, comienza a caer en picada.
Según el experto consultado hay procesos fisiológicos como la pérdida de la cantidad de vellos, la formación de masa muscular o merma de ella, alteraciones en el estado de ánimo o cambios bruscos de carácter, los efectos del sedentarismo, el deterioro en la estructura ósea del cuerpo, entre otros, que inciden en bajones preocupantes en cuanto al deseo sexual.
En ese sentido, Martín ilustra el hecho señalando que, generalmente, cuando se es joven el promedio de faenas sexuales se sitúa en unas tres veces durante la semana, pero cuando se llega a los 60 o 70 años, esa fogosidad se reduce a un encuentro semanal, o cada 15 días en promedio.
De ahí en adelante hay que buscar ayuda en profesionales de la medicina física y mental; incluso hablar con sinceridad del caso a la pareja, que es vital en el proceso de un tratamiento; mientras tanto se puede recurrir a lo preventivo.
En este sentido, el urólogo recomienda apartar el consumo de ‘alimentos ultraprocesados’, las grasas saturadas y azúcares refinadas; en cambio, comer nueces, aguacates y carnes; hacer ejercicio y tratar de dormir sin alteraciones.
En lo que no se muestra de acuerdo es en recurrir a la autoformulación o de acoger consejos de quienes no tiene idea de la andropausia. “Cuando el problema nos ha afectado a un nivel mayor, buscamos ayuda en algo que no tiene que ver con médicos. Acudimos al amigo, al señor de la farmacia, y a productos equis, que no tienen ningún estudio científico, pero que sí se promocionan mucho”.
Otros expertos señalan que es una cuestión transitoria, producto del normal proceso del envejecimiento del cuerpo, pero advierten no descuidarse cuando se detecten señales.
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