En esta era de las tecnologías y su acelerada carrera, expertos que comparten sus experiencias y conocimientos en el portal de Aldeas Infantiles SOS, una organización no gubernamental de origen austríaco, advierten el descontrol sobre dos líneas de acoso que, aunque son prevalentes contra niños, también pueden manifestarse contra adultos.
El trabajo investigativo de dos de ellos, el psicólogo sueco-noruego Dan Olweus, y la pediatra estadounidense Elana Pearl Ben-Joseph, sobre el bullying y el ciberbullying, es expuesto en ‘Anatomía del bullying. Una guía para prevenirlo y enfrentarlo’, un interesante documento que promueve la ONG, fundada por Hermann Gmeiner en Austria, en 1949, y con presencia en 135 país del mundo en favor de los derechos de los niños.
Olweus define el bullying “como el hostigamiento, molestia o tormento al que un individuo o grupo de personas somete a otra persona”; mientras que Pearl Ben-Joseph comparte ese concepto, agregándole que ese hostigamiento se hace mediante el uso de tecnologías.
Ambos se muestran de acuerdo con las formas de prevenir, detectar y enfrentar. “El papel, tanto de instituciones escolares como de las familias, para prevenir, detectar y minimizar los casos de acoso, es crucial; así el compromiso de la escuela implica que los docentes se capaciten y hablen abiertamente del tema”, es el consejo que emiten.
En los siguientes párrafos el énfasis es sobre el ciberbullying, con base en las reflexiones que expone la pediatra Elana Pearl Ben-Joseph, quien destaca la tecnología como el canal para “amenazar, avergonzar, intimidar, herir o criticar a otra persona”, sin que haya un límite.
“El ciberbullying también incluye aquellas fotografías, mensajes o páginas publicadas en internet que no se eliminan o dan de baja, incluso después de que se le haya pedido que lo haga a la persona implicada. La intimidación o los comentarios despectivos que se centran en aspectos como el género, la religión, la orientación sexual, la raza o las diferencias físicas de las personas, se consideran formas de discriminación, van en contra de la ley”, dice la analista.
Si bien en el caso de los adultos, el tratamiento contra el ciberbullying podría percibirse como menos complejo, en el de los niños es con mayor profundidad por los traumas que, posiblemente, los van a acompañar por el resto de la vida, incluyendo al ciberacosador.
Según los expertos, en los menores el ciberacoso es tan dañino que repercute en el desempeño académico y dentro de las señales destacan el hecho de evitar ir a la escuela, la desconcentración en las clases; la afectación de la salud física y mental, por aumentarse el riesgo de caer en depresión, ansiedad y tener problemas para dormir. “Los estudios muestran que, además, podría ponerlos en mayor riesgo de consumo de sustancias más adelante en sus vidas”.
De allí que trabajar en la prevención es clave, a partir de conversaciones “sobre la importancia de ser respetuosos en línea y sobre cómo los mensajes negativos pueden lastimar a los y las demás”; del tipo de mensajes que reciben o envían; y en lo posible, los padres deben trazar un “plan de consumo mediático familiar para establecer pautas y normas”, base para la toma de decisiones.
Dentro de las maneras de enfrentar el fenómeno, los expertos aconsejan, en el caso de los niños, no amenazar con quitarles el dispositivo o suspenderles el acceso a internet, pues se corre el riesgo perderse la confianza; con discreción, recopilar evidencias que, en determinado momento, son claves en una conversación o necesarias para la denuncia; y hablar sin alteraciones sobre la situación.
Igualmente, que cuando las cosas tienden a complicarse, a salirse de control, es hora de actuar con denuncias contundentes ante las autoridades competentes. Por último, se aconseja acudir a una red de apoyo de la que hacen parte profesionales capacitados en el manejo de situaciones relacionadas con el acoso en sus diferentes manifestaciones.
A propósito del ciberacoso en Colombia, la Policía Nacional a través de su División de Investigación Criminal e Interpol, Dijín, según cifras por denuncias recibidas, advierte aumento si se tiene en cuenta que en el 2019 se registraron 23.907 casos; el año siguiente la cifra se disparó en un 89 por ciento al sumar 45.104 casos; y hasta noviembre del 2021, se contaron 33.475 casos, un incremento del 17 por ciento.
En el contexto de América Latina, expertos aseguran que, de 10 casos de ciberacoso, siete son denunciados a las autoridades competentes. En Colombia, junto con Argentina y Perú ese indicador se sitúa en dos casos denunciados por cada cinco ocurridos. Lo que no está claro es cuántos de esos casos son sancionados, de acuerdo con leyes establecidas.
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