Tendrán oficio los expertos en matemáticas y otros investigadores afines con los números, de prestigiosas universidades del mundo, en especial de Estados Unidos, para devanarse el cerebro pensando en… ¿Cuál es la edad perfecta para casarse?
Suena como a una cuestión intrascendente y hasta ridícula en estas sociedades en las que existen verdaderas ‘montañas’ de necesidades que deben ser prioritarias, como la de erradicar el hambre o contar con soluciones reales y oportunas a lo básico para la supervivencia, solo para señalar algunas; pero no, esto es serio y ya verán por qué.
A finales del pasado mes de mayo circuló, en las redes sociales y reproducidas por una larga lista de medios de comunicación, la fórmula matemática que desarrollaron los científicos Tom Griffiths y Brian Christians, de la afamada Universidad de Princeton, Nueva Jersey, Estados Unidos, la cual está consignada en el libro ‘Algoritmos para vivir: la informática de las decisiones humanas’. En conclusión: A los 26 años cumplidos y no se diga más.
“Una vez que se haya completado el 37% del camino en un plazo determinado, es cuando se está en el punto exacto para tomar una decisión. Esto quiere decir que, si una persona está buscando su pareja perfecta cuando esté entre 18 y los 40 años, es a los 26 cuando se produce la edad perfecta para casarse, ya que se ha recorrido el 37% de ese intervalo de tiempo. De este modo, si es mayor o menor de 26 años, probablemente la relación podría fracasar”, se destaca en la publicación que al respecto hizo la revista Semana.
Un poco contraria a la fórmula revelada de Griffiths y Christians está la de otro inquieto investigador y profesor, Nicholas Wolfinder, de la Universidad de Utah, también en Estados Unidos. Él se dio a la tarea de consultar a 10.000 personas y luego de tabular las respuestas concluyó, pero no con edad precisa, sino con un período preciso: Entre 28 y 32 años, sin importar el sexo.
Wolfinder explica sus resultados con dos argumentos: El primero cobija a los de 28 años y es que son personas que “por lo general, están involucradas en estudios profesionales y en una etapa de inmadurez en la que prefieren la compañía de los amigos, la vivencia de nuevas experiencias como viajes y demás, que una vida en pareja”.
El segundo, en cambio, admite que los mayores de 32 años “suelen tener mucha historia encima; es decir, hijos, exparejas, matrimonios anteriores, situaciones que por sí solas pueden llevar al conflicto o que pueden haber generado hábitos no tan saludables para la relación”.
Advierte el investigador que después de los 32 años hay un 5 por ciento más de probabilidades que una relación de pareja vaya al fracaso. Sin embargo, manifiesta que su estudio matemático pudo comprobar que “las personas que no tuvieron muchas parejas, o muchas relaciones sexuales; que no vienen de hogares separados; y las parejas que asisten a la Iglesia tienen mayor probabilidad de mantener un matrimonio estable y duradero”. ¡Vea pues!
Ya para ir cerrando cito la conclusión de otro inquieto calculista, el sociólogo, Phillip Cohen, de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, quien sostiene que no por ser personas mayores, maduras, el matrimonio es prenda de garantía para que perdure y dice que la edad ideal para ‘argollarse’ está entre los 45 y 49 años.
Para consuelos de muchos, las anteriores precisiones y estimativos no estaba tan por fuera de los cálculos de aquellos que hacen uso del ‘ojímetro’, sin tanto algoritmos y otras fórmulas aritméticas, excepto cuando se trate de la manutención.
Son los que se atreven a dar el salto luego de haber superado la inmadurez de la pubertad y la adolescencia, y aflora la vasta experiencia bajo el argumento de que se las saben todas en materia de unión de parejas, luego de aplicar altísimos niveles de amor puro, que incluye de ingredientes la tolerancia, la comprensión, la honestidad, la comunicación fluida y sincera, para no seguir estirando la lista.
PD: A propósito del tema, pero sin aplicarle sesudas fórmulas matemáticas, la Corte Constitucional en Colombia estudia si ‘bendice’ o no la unión de parejas entre los 14 y 18 años, sin el consentimiento de sus padres; pero este es otro tema que más adelante desarrollaré en detalle porque va con alta dosis de jurisprudencia.
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