Ya no es una novedad la posibilidad de que los humanos terminen teniendo relaciones sexuales con máquinas de Inteligencia Artificial. Era algo que se veía lejano, ahora ni a mediano plazo, sino más bien a corto, o cortísimo, si se tiene en cuenta que muchos dildos, nombre dado a los juguetes para la autosatisfacción, son diseñados y funcionan bajo altos estándares de tecnología.
En este segundo puente festivo decidí echarles revisada a artículos en ese sentido y se encuentran cosas interesantes, soportadas con estudios científicos no de cualquier universidad o instituto de garaje.
Con lo que hallé, considero, se cae la predicción de la periodista del diario español El País, Itziar Matamoros, quien en el abrebocas de su artículo del 28 de diciembre del 2020, en plena pandemia del Covid-19, ‘¿En qué consiste el ‘sextech’ (el sexo que practicaremos en el futuro)?’, vaticina: “En 2045 uno de cada cinco jóvenes tendrá sexo con un robot de forma habitual, dicen los estudios…”.
Matamoros cita al científico futurólogo británico, Ian Pearson, seguro que “para entonces, serán más frecuentes las relaciones sexuales entre humano y androide (o ginoide, cuando tengan aspecto de mujer) que entre personas”.
Y entre lo novedoso, la periodista resalta que la máquina, o la imagen virtual, es armada al gusto del interesado. Yo, con esto último, creo se dará rienda suelta a hacer ‘reales’ esos amores platónicos que todo tenemos.
“Contaremos, además, con la posibilidad de acariciar a nuestra pareja aunque se encuentre a cientos de kilómetros de distancia, imprimir en 3D una réplica exacta de los genitales de otro ser humano para después coordinar sus movimientos con una app móvil o utilizar tecnología que nos haga sentir en nuestro propio cuerpo el orgasmo de varias personas simultáneamente…”, sigue comentando Itziar.
En esa misma línea temática encontré un reciente artículo de la afamada columnista del periódico colombiano El Tiempo, Esther Balac, que aborda el ‘Sexo robótico’, con base en un estudio-encuesta registrado en The Journal of Sex Research, que evalúa el impacto de la excitación sexual.
“Nada lejos están las investigaciones que los científicos adelantan con robots, para confirmar si realmente los humanos podrían mantener una jornada en el catre con estas máquinas automáticas y programables, capaces de realizar funciones de manera autónoma, algo que -valga decir- preocupa si tiene que ver con algo tan natural como el aquello”, anota Balac.
La columnista expone las conclusiones a las que llega uno de los participantes de la investigación, Simon Dubé, canadiense, PHD en Psicología, especializado en el área de la sexualidad: “A pesar de la advenimiento de máquinas cuyos cuerpos y comportamientos están diseñados para provocar excitación sexual (robots sexuales y e-robots) y el impacto potencial en nuestros procesos de toma de decisiones sexuales, los investigadores deben examinar si la excitación puede influir en nuestra voluntad de involucrarnos eróticamente con parejas tan artificiales”.
Luego da detalles acerca de la realización del estudio. Primero, se escogió un grupo de 321 personas adultas para que, a través de Internet, respondiera de manera voluntaria a una encuesta en línea sobre tener intimidad con un robot; posteriormente, se les proyectó “un video de 10 minutos de personas involucradas en esta actividad, con excitación sexual y expresaron su voluntad de relacionarse eróticamente con estas máquinas”.
“Dubé y sus colegas sacaron en claro, que era más probable que las personas informaran estar dispuestas a tener relaciones sexuales con un robot, mientras experimentaban niveles más altos de excitación sexual. Y no se equivocaron, porque lo más preocupante de los resultados, es que los participantes manifestaron que era más factible que tuvieran una relación en el catre y una amistad íntima con un robot”, señala Balac.
Agrega que en comparación con las mujeres, los hombres tuvieron mayor disposición a tener relaciones con robots tanto antes, como después de ver el video sexualmente explícito.
Esther concluye con su particular estilo: “Así que lo mejor es prepararse para enfrentar este futuro que se avecina, buscando las mejores alternativas, para que su pareja no planee una buena encamada o salga corriendo detrás de estas máquinas sin sentimientos”.
La revista Semana también destacó el resultado del estudio, cuyo nombre preciso es ‘¡Hot for Robots! Sexual Arousal Increases Willing to Have Sex with Robots’, traducido al español es ‘¡Caliente por los robots! La excitación sexual aumenta la disposición a tener sexo con robots’: “La excitación sexual, puede influir en la disposición de las personas a interactuar eróticamente con parejas artificiales (es decir, robots). Estos datos crean la necesidad de expandir la investigación sobre la excitación sexual y la toma de decisiones al ámbito de la robótica electrónica”.
Yo, por mi parte, culminó con otra apreciación de la española Itziar Matamoros, apropiada para el debate, de una de sus fuentes, Neil McArthur, profesor universitario canadiense y escritor especializado, quien asegura que “estamos a punto de asistir al crecimiento de los digisexuales: personas que tienen relaciones sexuales casi únicamente con máquinas”.
Matamoros suelta otro pronóstico: “Dentro de veinte años, este mercado se presume tres veces mayor de lo que es en la actualidad y podrá multiplicarse por siete de cara a 2050”.
¡Mejor esperemos, porque como van las cosas ya nada sorprende!
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