Siempre he creído, y con los años un convencido, de que si no se tienen argumentos para debatir es mejor guardar silencio. Si bien nos asiste a todos el derecho a opinar, esa opinión puede ser rebatida, pero con sólidos conocimientos de causa.
No es saludable seguir hablando con alguien, cuando ese alguien recurre a la estupidez, a la imbecilidad, a la falta de argumentos, al desconocimiento, a la ofensa, la vulgaridad, la grosería, los gritos y una larga etcétera, solo para tratar de imponer que lo expresado es la verdad cien por ciento pura.
Desde hace varios meses encontré, en medio de la ‘basura digital’ que se publica en la redes social, el portal webdelmaestrocmf.com/portal que se refiere a situaciones que retratan, con voces de expertos, todo lo que estamos padeciendo en estas sociedades ‘modernas’, a partir de las falencias que contienen los sistemas educativos, en este caso hace énfasis en la familia y el maestro.

Por ejemplo, allí se destaca que el respeto que un niño muestra en el aula nace del hogar. “Muchos padres han dejado de educar con límites y ejemplo, y esa carencia recae sobre los docentes, que no pueden reparar en horas lo que no se formó en años. Cuando la familia enseña respeto, la escuela avanza; cuando no, el maestro enfrenta las consecuencias de una crianza fallida”.
De esa simple, pero obvia deducción, vayan y miren los comentarios de mucha que gente a las claras se nota que no saben interpretar lo que están leyendo.
Del Instagram del portal, que tiene 463 mil seguidores y 3.851 publicaciones, al azar tomé citas que me parecieron interesantes como las del filósofo, ensayista y pedagogo español, José Antonio Marina, quien sostiene que el pensamiento crítico es esencial para enfrentar la manipulación, el fanatismo y el adoctrinamiento en un mundo dominado por las tecnologías y el exceso de información.
“Propone un ‘humanismo de tercera generación’ que integre ciencias y humanidades para comprender y evaluar los avances tecnológicos desde una perspectiva ética. Critica la educación actual por su enfoque obsoleto, la falta de formación en habilidades emocionales y cognitivas, y la relegación de las humanidades, esenciales para desarrollar empatía y capacidad de análisis”, argumenta.
Insiste en una educación que fomente el aprendizaje constante y reflexivo, adaptado a los retos del siglo XXI, y guiado por principios humanistas para construir una sociedad más justa y resiliente.
Por su parte, el francés Stanislas Dehaene, neurocientífico cognitivo, es de los que asegura que, si en las aulas todos llegan a la misma conclusión sin cuestionar, sin debatir, sin abrirse a otras posibilidades, no están pensando, solo están obedeciendo.
“Convertir la educación en una fábrica de mentes en serie es la mayor traición al aprendizaje. No necesitamos estudiantes que repitan, sino que razonen; no futuros adultos que sigan órdenes, sino que desafíen ideas. Porque si el pensamiento se estandariza, la sociedad se estanca. Enseñemos a pensar en serio, no en serie. El mayor talento de un profesor es ser capaz de dirigir la atención del alumno, hacia el nivel correcto”, precisa.
Otro de los expertos indiscutibles es el estadounidense Noam Chomsky, lingüista, filósofo, analista político, activista. Es defensor de la autonomía intelectual, la crítica al poder y la denuncia de los mecanismos que moldean, y a menudo distorsionan, la percepción pública de la realidad.
“La obligación de cualquier maestro es ayudar a sus estudiantes a descubrir la verdad por sí mismos”, dicen sin rodeos. Además, aclara que el término “antisistema” no define una postura destructiva, sino su compromiso constante con denunciar los abusos del poder estatal, militar, económico y mediático.
“Chomsky critica la manipulación de la información por parte de los medios dominantes, la concentración de poder político y corporativo, las intervenciones militares justificadas bajo discursos falsos y la desigualdad estructural generada por modelos económicos excluyentes”, destaca la cita del portal cmf.
José de Sousa Saramago, portugués de nacimiento, escritor, periodista y dramaturgo, también se refirió al rol de los educadores, a quienes califica como los auténticos héroes, teniendo en cuenta que la familia “dimitió el deber de educar”.
“Los maestros son los verdaderos héroes silenciosos de nuestra época porque, a pesar de ser humillados, despreciados o agredidos, regresan cada día al aula con la convicción de que su labor transforma vidas. No buscan aplausos ni protagonismos: sostienen la esperanza, defienden el futuro y enseñan incluso en condiciones que otros jamás aceptarían. Su valentía no está en los reflectores, sino en la resistencia diaria de seguir educando en medio de la adversidad, recordándonos que sin ellos ninguna sociedad puede aspirar a un mañana más justo, humano y digno”, afirma Saramago.
Para cerrar, les comparto dos apreciaciones de investigadoras que ven la educación integral desde la aplicación de las tecnologías, Marian Rojas Estapé, médica psiquiátrica, escritora y conferencias española; y Laura Lewin, argentina, educadora, consultora especializada en innovación pedagógica.
Rojas advierte, en relación a cuando un niño trata de conversar con sus padres, pero estos permanecen más interesados en sus teléfonos celulares que, aunque ellos no lo hagan de manera consciente, el menor percibe que no es la prioridad y que hay algo más importante que él.

“Esa distracción constante mina el vínculo afectivo y genera inseguridad emocional. Uno de los mayores regalos que se les puede dar a los hijos es la atención plena: que sientan que, en esos momentos compartidos, son lo más importante y que nada compite con su presencia”, manifiesta.
Lewin, entre tanto, parte de una premisa: ¿Para qué enseñar si la IA (Inteligencia Artificial) hace todo? Ella misma se responde: “Vivimos en la era de los comandos. No hace falta saber, no hace falta entender. Solo hace falta pedirlo bien. La inteligencia artificial nos devuelve textos, ideas, imágenes, canciones y hasta planes de clase más rápido de lo que cualquier docente puede decir ‘evaluación formativa’”.
Sin embargo, advierte que el problema no es la IA, sino la pasividad cognitiva. “La IA no es el enemigo. De hecho, puede ser un aliado impresionante en el aula si se usa bien. El verdadero problema es cuando tercerizamos el pensamiento al punto de dejar de ejercitarlo. Es como usar muletas sin habernos roto una pierna. Cómodo, pero atrofiador. Y sí, la IA no debe reemplazar la cabeza de los alumnos”, dice de manera concluyente.
