Si bien la adolescencia es una etapa crucial en el desarrollo integral de una persona, la percepción que existe, en la actualidad, es que las cosas son más complicadas porque quienes transitan por ella “lo saben todo”.
La Unicef publica en su portal web una entrevista a la psicóloga y escritora, Lisa Damour, experta en el tema de la adolescencia, a partir de nuevas experiencias, pero también del riesgo al que se ven expuestos los muchachos de edades entre los 10 y 19 años en promedio.
Ella asegura que es normal que haya preocupación en los progenitores, y es normal que un adolescente busque nuevas experiencias, emociones, independencia y libertad, entre otros factores. La experta ahonda en sus argumentos a través de las respuestas a seis interrogantes, cuyo resumen les comparto como insumo para la reflexión:
1.- ¿Por qué los adolescentes se sienten atraídos por los comportamientos de riesgo?
En parte se trata de una cuestión neurológica, puesto que sus cerebros son, extremadamente, sensibles a la emoción que provocan las experiencias gratificantes y eso puede llevarlos a buscar emociones fuertes en mayor medida que los niños y los adultos.
Las ansias de los adolescentes por conseguir más independencia pueden implicar que intenten traspasar los límites fijados por los adultos. Esa situación puede ser exasperante, pero a menudo es una prueba de que el adolescente está disfrutando de un desarrollo saludable.
También se observan mayores niveles de aceptación de comportamientos arriesgados en algunos adolescentes con problemas emocionales. Puede deberse al hecho de que estén tratando de lidiar con sentimientos de angustia, ya que cuando un adolescente se encuentra en una situación de grave tensión o se siente muy solo, tiene más posibilidades de adoptar comportamientos de riesgo.
Al igual que en todos los aspectos de la crianza de los hijos, los adolescentes prestan mucha atención al ejemplo que ofrecen los adultos que los rodean
2.- ¿Qué visión de los riesgos tienen los adolescentes?
El contexto en el que se encuentran puede determinar la forma de razonar sobre los riesgos de los adolescentes. Cuando están con adultos o en situaciones sin gran intensidad emocional, tienden a reflexionar con detenimiento sobre las conductas que pueden implicar riesgos. Sin embargo, cuando están con sus amigos, en situaciones sociales o emotivas, tienen menos posibilidades de ser racionales y es más probable que tomen decisiones impulsivas.
El tipo de riesgos que asumen los adolescentes depende en gran medida de las normas aplicables a sus vidas, del grado de control al que están sujetos y de las clases de actividades de riesgo a las que pueden acceder con facilidad.
En general, los niños son más propensos que las niñas a adoptar comportamientos de riesgo, pero los tipos de riesgos asumidos por los adolescentes dependen mucho más del contexto que de factores individuales como el género o la edad.
3.- ¿Cómo pueden los progenitores contribuir a mantener a los adolescentes a salvo?
Lo primero es establecer niveles de control razonables ya que, como todos sabemos, la supervisión puede reducir las posibilidades de que un adolescente se exponga a un peligro. En segundo lugar, los progenitores debemos presentarnos como aliados para la seguridad de nuestros hijos o hijas adolescentes.
Hay que recordar que los adolescentes deben estar implicados en su propia seguridad. Debemos hablar con ellos sobre cómo tomar decisiones seguras cuando no estamos y asegurarnos de que no les importa pedirnos ayuda si la necesitan.
Los progenitores deben ser muy exigentes con el comportamiento de sus hijos adolescentes, en especial con respecto a su seguridad. Suele ser más eficaz hablar con los adolescentes sobre cómo protegerse de los peligros que simplemente obligarlos a respetar normas, reglas o principios que muchas veces les parecerán arbitrarios.
También es importante que los adultos dejen claro que los adolescentes, a veces, pueden encontrarse en situaciones peligrosas y necesitar ayuda de los adultos para evitar el peligro. Sabemos que los adolescentes no siempre utilizan todo su sentido común cuando están con sus amigos, por lo que puede ser conveniente prever con ellos cómo se comportarán si surgen situaciones que puedan ser peligrosas.
4.- ¿Cuándo deberían los progenitores preocuparse por los comportamientos de riesgo?
Los comportamientos de riesgo que más deben preocuparnos en los adolescentes son los que implican peligros y pueden tener efectos a largo plazo, como probar las drogas, el alcohol o el tabaco, mantener relaciones sexuales sin protección o adoptar un comportamiento físico temerario.
Hay que preocuparse cuando los adolescentes corren riesgos con consecuencias que podrían ser persistentes, como hacerse daño o causar daño a otras personas. También debemos preocuparnos por los comportamientos de riesgo si nuestro hijo o hija adolescente no parece aprender de sus errores.
5.- ¿Qué puedo hacer si pienso que mi hijo o hija adolescente se está poniendo en peligro?
Los progenitores o cuidadores preocupados por los comportamientos de riesgo de un adolescente deberían hablar de esa preocupación, directamente, con él o ella. Pueden decirle lo siguiente: “Debes tener cuidado. Si tú no eres capaz de cuidarte, es mi deber protegerte, lo que significa que tendrás menos libertad”.
Fomentar la seguridad debería ser el fundamento de todas las consecuencias que se planteen por haber adoptado un comportamiento peligroso. En última instancia, el objetivo es que el joven o la joven pueda actuar con independencia, y poder confiar en que va a decidir lo que sea mejor para él o ella.
6.- ¿Cuándo deberían los progenitores buscar ayuda profesional?
Es necesario recurrir a la ayuda de un profesional cuando los adolescentes adoptan, de forma habitual, comportamientos preocupantes o peligrosos, como el consumo de sustancias de alto riesgo, temeridad continua, conducta autolesiva o violencia contra otras personas, y los esfuerzos de los progenitores para ayudarlos a cuidar mejor de sí mismos no consiguen ningún resultado.
No Comments