Esta vez empiezo por el final. Sí, por el final, a partir de seis recomendaciones, retos inmediatos, que hace al Estado colombiano el Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA, para que no siga evadiendo su responsabilidad frente al fenómeno de los embarazos a temprana edad (especialmente entre los 10 y 19 años) que suben de manera alarmante, así como los no planeados, o no deseados, en los adultos.
Estas son las recomendaciones de UNFPA:
- Fortalecer las políticas públicas de infancia y adolescencia sobre embarazo temprano, violencias de género y prácticas nocivas como las uniones y matrimonios tempranos, con un enfoque de género, territorial y de derechos humanos.
- Deconstruir las normas y estereotipos de género que perpetúan la discriminación, la violencia y la desigualdad de género con las comunidades y las familias y así transformar los roles de género y las oportunidades a las que acceden las niñas y adolescentes.
- Aumentar el acceso a educación e información, incluida educación integral en sexualidad dentro y fuera de la escuela con el ánimo de empoderar a niñas y adolescentes sobre sus derechos sexuales y derechos reproductivos.
- Aumentar el acceso y la permanencia de niñas y adolescentes en el sistema educativo, de manera que puedan aumentar sus posibilidades de generar ingresos propios y ejercer sus autonomías, incluida su autonomía económica.
- Fortalecer el abordaje integral de las violencias de género, especialmente la violencia sexual, incluido el fortalecimiento de las rutas de atención para facilitar el acceso de niñas y adolescentes víctimas o en riesgo y el restablecimiento de sus derechos.
- Garantizar el acceso de las niñas y adolescentes a servicios e insumos de salud sexual y reproductiva, métodos de anticoncepción modernos y aborto conforme a los parámetros establecidos en el marco legal nacional.
“Con estos esfuerzos el país y el mundo estará más cerca de lograr que todos los embarazos sean deseados y todas las personas disfruten del pleno ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos, y su pleno potencial”, destaca el Fondo.
El organismo es optimista en, al menos, ser escuchado, teniendo en cuenta que, en el mundo, anualmente, se registran 121 millones de embarazos, el 60% de ellos en adolescentes y mujeres que no lo contemplaban, lo que va en contravía de las políticas de un desarrollo integral sostenible y justo a nivel social.
¿Pero de donde proviene lo anterior, en cuanto a Colombia?. La respuesta está en los indicadores recopilados, tabulados y comparados del 2021 (los del 2022 aún están incompletos, pero la tendencia es al aumento), en los que trabaja el DANE y organismos independientes como Profamilia, la Universidad Javeriana, entre otros, con un ingrediente no menos preocupante, el de la violencia en su múltiples manifestaciones.
Por ejemplo, se señala que, en Colombia, la población de niños y adolescentes, entre los 10 y 19 años de edad, a cierre del 2021, sumaban 8.031.745. En ese mismo período, hubo registrados 612.228 nacimientos, correspondiendo el 18,2 a embarazos en niñas; es decir, 111.548 partos, de los cuales 4.732 correspondieron al rango de menores de edad entre los 10 y 14 años, arrojando un incremento del 10% frente al 2020.
Ahora bien, la edad promedio del padre, en su mayoría, se ubica entre 20 y 23 años, lo que viene a repercutir en la pareja, así se mantengan o no el vínculo, en problemas para culminar la etapa de formación educativa y la consecución de empleos dignos que garanticen la sostenibilidad del núcleo familia con todo lo que ello conlleva.
El UNFPA asegura que “los derechos sexuales y derechos reproductivos, DSDR, son Derechos Humanos que están relacionados con el ejercicio de las autonomías y el poder de decisión de las personas en los diferentes ámbitos, incluidos los relacionados con la sexualidad y la reproducción”.
“Sin embargo, muchas personas, especialmente niñas, adolescentes y mujeres encuentran barreras para tomar decisiones sexuales y reproductivas de manera libre y sin violencia. Los embarazos no planeados y no deseados son evidencia de esas barreras que se fundamentan en la discriminación y la desigualdad de género, lo que implica una violación a los DSDR”, precisa.
Así está el panorama que advierte un organismo como las Naciones Unidas, a través de uno de sus apéndice que estudia a la población mundial. Es un nuevo llamado a superar la indiferencia y sentarse evaluar lo que hay, lo que debe ser corregido y lo que se quiere a futuro. Creo que no se trata de quedarse en las acostumbradas intenciones o en la palabrería, sino en acciones concretas serias, responsables, pero sobre todo ejecutables.
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