Una reciente tragedia familiar en Utah, Estados Unidos, tocó esa fibra sensible que ha ido perdiéndose en estas ‘modernas sociedades consumistas’ y obligó a pensar en el futuro de las nuevas generaciones. Ojalá que las conclusiones sirvan para enderezar el camino.
La situación se relaciona con el maltrato al que era sometido Drayke Hardman, de 12 años, por parte de otro menor en el centro educativo en donde estudiaba y a través de las redes sociales. De acuerdo con investigaciones preliminares, ello habría sido la causa del suicidio del pequeño Drayke.
Ese caso se suma al registro que, desde 1990, lleva la ong internacional Bullying Sin Fronteras y que expone en alerta a los Estados del mundo sobre el incremento del fenómeno de manera insólita, según la publicación del periodista José Luis Rodríguez, ‘El ‘bullying’ no es broma ni un juego de niños’, en la web de la Universidad del Norte.
Rodríguez entrevistó a la docente del Departamento de Psicología de Uninorte y magister en proyectos de Desarrollo Social, Olga Lucía Hoyos, acerca del fenómeno que preocupa a más de un padre de familia. Por ser un documento de interés para las familias, sinrecato.com comparte aspectos destacados del diálogo sostenido:
¿Qué es el acoso escolar?
Llevamos más de 20 años en Colombia hablando de este tema y aún nos cuesta entender y aceptar su importancia. El acoso escolar, o bullying, es un problema de salud mental. Ha sido definido de distintas formas, pero en concreto se refiere a un tipo de relación perversa en la que uno, o varios sujetos, agrede a otro con intención de hacerle daño, de manera reiterada en el tiempo, creando una situación de desbalance de poder. La agresión sostenida y la dificultad de la víctima para defenderse crean una situación de indefensión y miedo al posible encuentro con los agresores. No es broma, ni un juego de niños.
¿Qué señales nos hacen sospechar que existe acoso escolar?
Desafortunadamente, no es fácil identificar los casos. La literatura nos muestra que el sólo hecho de ser profesores, o profesionales de la psicología, no nos habilita para ser expertos en este tipo de situaciones. De manera general, debemos prestar atención a la atmósfera moral del curso. Qué tanta tolerancia a la violencia hay entre los niños; tener también presente que cualquiera puede estar involucrado en estas situaciones.
Si se trata de una posible víctima, estar atento a que aparezcan comportamientos de evitación para ir a la escuela, con excusas como “tengo dolor de cabeza, tengo dolor de estómago, me siento mal”; observar si el niño quiere llegar de último para no compartir con los compañeros e ir directamente al salón de clase; a la salida del colegio, tal vez reclame a sus acudientes de llegar más temprano por él.
En cuanto a cambios físicos, estar atentos a los golpes, daños en la ropa, la pérdida de materiales del colegio o daño a las pertenencias. A nivel psicológico, estar atento a los cambios de comportamientos, si deja de hacer cosas que le gustaban, no querer encontrarse con amigos, su estado de ánimo cambia, suele estar más triste, evasivo o irritable.
¿Cómo puede un padre de familia identificar que su hijo es un acosador en la escuela?
Si se trata de un agresor o agresora, lo primero que debemos hacer es darnos el permiso de escuchar lo que profesores u otros padres tengan que decirnos. Sólo así podremos ayudar a nuestro hijo, porque el agresor también necesita ayuda. No minimizar la situación (no es juego, no es broma, no son cosas de chicos). No hay un perfil definido para el agresor, pero con frecuencia se muestra poco empático ante el dolor de los demás. No asume responsabilidad por sus actos y trata de culpar a los demás de ellos. En general, le cuesta decir algo bueno sobre los demás y muestra tolerancia a la violencia.
¿Cuál es la mejor forma de abordar un caso de acoso escolar?
Lo primero, aunque suene de cajón, es sensibilizarse con el problema. Tenemos que creer que es serio y afecta el desarrollo del niño o niña. No se trata de un recetario porque cada colegio debe analizar su situación como comunidad educativa e identificar fortalezas y debilidades para poder concebir un plan de trabajo o de intervención.
El trabajo es con el grupo de escolares. Hay que trabajar la atmósfera escolar, respeto a la diferencia, reconocimiento, expresión y gestión de emociones. Trabajar sobre las creencias irracionales (es una broma, ser sapo, entre otras), fortalecer la empatía afectiva, no sólo la cognitiva. Hay que hacer prevención.
Los rectores deben entender la importancia de la salud mental y contar con el equipo de profesionales adecuado y suficiente para abordar estos temas. Se debe dar tiempo al abordaje de la salud mental como se les da a distintas áreas del conocimiento. No puede ser de “raticos”. El colegio debe ser un apoyo en la educación emocional y salud mental.
Los padres y madres cuidemos bien nuestra salud mental para poder acompañar a nuestros hijos en este proceso. En la familia modelamos la manera en la que nos relacionamos. Cuidemos el lenguaje de crítica permanente al otro. Seamos sensibles y compasivos con los otros.
¿Cuánto tiempo puede tomar el cambio o mejora de un ambiente escolar donde ha habido acoso?
Es una pregunta interesante. Una posible respuesta es que va a depender de cada alumno, de su historia. Habrá quienes olviden pronto lo que ocurrió a sus amigos, pero otros no lo olvidarán. Habrá quiénes se sientan culpables por lo ocurrido y aprenderán de la situación. Las vivencias serán tantas como alumnos involucrados.
Sabemos que cuando no se interviene, se manda un mensaje de que agredir está bien. Se piensa que no hay sanciones para el que agrede y algunos lo intentarán. Lo que hemos encontrado es que se incrementa la falta de solidaridad y aparece mayor tolerancia a la violencia.
Por otro lado, la investigación nos está mostrando que el bullying existe en el contexto universitario. Los jóvenes que han sido víctimas o agresores en años escolares parecen ser más vulnerables en la universidad y se tiende a repetir el círculo de violencia. Las universidades deben revisar los reglamentos estudiantiles para dar lugar al enfoque que abogue por la sana convivencia y sea consecuente con las medidas a tomar. Así mismo, la formación docente debe incluir esta temática en la preparación de los profesores.
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