Con esta tercera entrega, siendo base las investigaciones de la psicóloga y sexóloga, Teresa Vaquero, sinrecato.com brinda herramientas para comprender mejor una tarea que no es exclusiva de nadie, sino que se trata de un trabajo en grupo.
Redacción #sinrecato
Un repaso a la importancia de la educación sexual en la formación de las personas; luego, de lo vital que es para que los padres cuenten con herramientas y se les facilite conversar con sus hijos de frente sobre la temática; el turno ahora les corresponde a los educadores sexuales.
La española, psicóloga, sexóloga y especialista en terapia de pareja, Teresa Vaquero Romero, advierte, de entrada, que los ellos no tienen porqué pretender ser sexólogos, ni tener que saberlo todo.
Explica que su papel es más de “mediador entre usuarios y los recursos, entre los jóvenes y los profesores y familias, aproximando unos a otros. Hacen falta unos mínimos de sexología y pedagogía. Es importante saber qué no sé. Distinguir entre lo que son hechos, suposiciones y opiniones, para intentar manejarnos sólo con los hechos”.
Para Vaquero, una mala educación sexual sería inventar las respuestas sobre la marcha. “El papel del educador es ayudar a encontrar respuestas, más que a darlas. El sexo oral, es bueno o malo”, precisa, pero resaltando que sean los jóvenes los que encuentren su respuesta.
Agrega la experta que en un educador es importante conocer los recursos y animar a los muchachos a hacer uso de ellos. “Es importante colaborar con las familias. A veces, la familia no es consciente de que se educa con lo que se habla y con lo que se calla. Es importante tratar de que no haya secretismo, que nuestros objetivos lleguen a las familias para no despertar fantasmas”.
Insiste que el educador sexual debe estar disponible para contarle a las familias cual es el trabajo que desempeñan para que sea continuado en casa y así todos sean responsables y no solo ellos.
“Es importante facilitarles claves sobre cómo comunicarse con sus hijos, sobre los temas adecuados para cada edad, el papel insustituible de la familia, cuando la familia ve al educador como colaborador es poco probable que surjan problemas. Así no creerán que lo que hacemos es consecuencia de lo que ellos o ellas no hacen nada o lo hacen mal. Es importante darles la sensación de que somos un equipo, todos somos importantes”, manifiesta Vaquero.
También agrega que el educador debe insistirles a los jóvenes en que el diálogo es positivo, que pueden contar en casa lo que hablen en el colegio, que sus padres estarán encantados de hablar de ello y que les pueden ampliar la información. “Así se fomenta la expresión de diferentes opiniones, aprender a escuchar lo que piensa el resto de la familia”.
Punto de apertura
La experta dice que el educador abre el tema, no lo cierra, para que cada profesor desde su área, y cuando lo crea oportuno, se acerque a la educación sexual, que no es sólo óvulos y espermatozoides, masturbación, coito y anticoncepción.
Como pautas Vaquero subraya dos posibilidades compatibles para actuar con los jóvenes: “Educación sexual de forma progresiva en todos los ciclos, de manera trasversal: que todo el profesorado asuma su parte de responsabilidad y aborde este tema desde su área. Especialista del centro o de fuera asuma determinadas cuestiones y centre el tema”.
Por último, Vaquero indica que se haga la intervención que se haga es importante valorar las circunstancias y tener en cuenta la comunidad educativa.
“Valorar la realidad y el contexto, las posibilidades y las dificultades. Dando lugar a diferentes resultados: intervención con el alumnado, con el profesorado, familias, una, dos o varias sesiones… se puede hacer educación sexual dentro y fuera del aula, aprovechando el tiempo de ocio, lo importante es adecuarse al entorno, que los chicos y chicas sigan aprendiendo sin nosotros, que aprendan de su familia, profesores y sanitarios”.
Y cierra considerando que “conseguir que la comunidad ponga al servicio de los adolescentes medios, como el preservativo, píldora del día después, centros de asesoramiento en planificación, y oportunidades para formas de ocio no mediatizadas por el alcohol. La doble protección, subvencionada”.
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