Gracias a la invitación de un colega periodista asistí a la conferencia de esta joven brasilera. Solo sabía que había sido feminista radical y hoy en día era defensora de los derechos de las mujeres latinoamericanas. Lo curioso de su historia es que su vida dio un giro después de ser mamá.
Es una ‘millennial’ llena de tatuajes, de cabello rubio tinturado, un espíritu alegre y un acento inconfundible, pese a que habla bien español, no dudó en disculparse mientras conversaba por las muchas palabras que ‘inventó’.
Creció en un hogar de clase media junto a sus padres y sus dos hermanos varones. Pero la adicción a las drogas de su segundo hermano, hicieron que su familia colapsara y su vida se volvió un infierno. A los 16 años empieza a vivir en las calles. Se prostituye, fue violada por un cliente y empezó a viajar como mochilera por el mundo. Fue en Ucrania, donde inició su ‘entrenamiento’ como feminista.
“Nos prohibieron hasta sonreír” como cuenta Sara. Quedó embarazada y abortó, no podía parar su lucha y menos dejar de ganar dinero. Casi muere, duró 10 días hospitalizada y el médico le explicó que no podría tener hijos.
Sin planearlo, vuelve a quedar embarazada y es cuando entiende que: “tener una vida dentro de mí, hizo que mi vida cambiara para siempre”. Hoy reconciliada con la Iglesia Católica es una importante dirigente Provida en Latinoamérica.
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