Probablemente no sabías que la sangre tiene música -le dije.
Acércate y afina los oídos.
Mi sangre golpea la piel y los nervios.
No puedo evitar este concierto mientras rozas
mi espalda con tus dedos,
mientras humedeces mis oídos y mi cuello.
El temblor siguió hasta llegada la calma.
Después de vestirse y colocarse nuevamente sus misterios,
yo me largo con mí música a otra parte.
Poeta invitada: Rosa Herrera Bossio
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