Un indicador que debe invitar a la sociedad colombiana a detenerse, aunque sea un poquito, a mirar el futuro de la niñez pasó casi desapercibido, quizás por los dos procesos electorales vividos en el semestre anterior: La elección del nuevo Congreso y luego la del nuevo Presidente de la República.
Sin embargo, como el panorama político se despejó y el que ganó, ganó, y el que perdió, perdió, nunca es tarde para echarle una seria mirada a las ‘Estadísticas Vitales’ que tiene disponible el Departamento Administrativo Nacional del Estadísticas, DANE, y reflexionar de manera profunda.
En marzo pasado, el organismo reveló que, en Colombia, cada vez, es mayor el número de madres menores de 14 años. Lo ilustró sin tantos rodeos, mediante la comparación de los nacimientos del 2020 y los del 2021. En el primero hubo 4.243, frente a 4.708 en el segundo; la diferencia es de 465 más y se traduce en un incremento del 11 por ciento.
No se descarta que dicho incremento sea producto de las infinitas consecuencias que deja tras de sí, en estos dos últimos años, la pandemia del Covid-19 que ha hecho de las suyas en la salud mental y física.
Analistas de la temática, como el columnista del periódico El Espectador, Julián de Zubiría Samper, deja sentado su punto de vista en su escrito ‘Las madres menores de 14 años’, coinciden en que todo es producto de los bajos niveles de educación y cultura, así como de las desigualdades y oportunidades sociales persistentes en las sociedades, más la indiferencia de los gobernantes.
“Se requieren acciones diversas para poder enfrentarlo. La problemática demanda programas en salud, educación, cultura, desarrollo integral y derechos humanos. Lo primero que hay que destacar es que esos hijos son producto de relaciones en las que la madre sufre, en la gran mayoría de casos, abuso o violación. No son hijos del amor”, sostiene De Zubiría.
Agrega, a manera de deducción, que “a estas niñas les han vulnerado derechos humanos esenciales. Además, en su mayoría fueron engañadas o violentadas por personas cercanas a su entorno familiar. Estos partos son también expresión del autoritarismo dominante en la sociedad, el Estado y las familias colombianas. Son la expresión de una sociedad acostumbrada a silenciar, discriminar y atropellar a la mujer, razón por la que es más frecuente que sean violados sus derechos”.
Por su parte, el portal web Gestarsalud recoge la consideración del director del DANE, Juan Daniel Oviedo, cuando reveló los indicadores. Él fue claro en advertir que “estos nacimientos fueron producto de abuso sexual por tratarse de mujeres menores de 14 años y, precisamente por eso, la relevancia de estas estadísticas”.
Gestasalud también destaca la insistencia de la Organización Panamericana de la Salud, OPS, en que las naciones vean este tipo de fenómenos sociales como un asunto de salud pública y de derechos humanos, que demandan de intervención urgente, sin tanto trámite burocrático en las instancias estatales.
“Es indispensable monitorear la situación de embarazo en niñas y adolescentes, con el fin de identificar cambios en el perfil epidemiológico del país, visibilizar el impacto de la pandemia por Covid-19 e identificar los territorios con las mayores brechas, afectación de determinantes sociales y características de acceso a los servicios”, recomienda la OPS.
Además, es citada la consideración de la Organización Mundial de la Salud, OMS, en torno al impacto que tiene la procreación por parte de menores de edad. “Muchas adolescentes que se quedan embarazadas se ven obligadas a dejar la escuela. Una adolescente con escasa o ninguna educación tiene menos aptitudes y oportunidades para encontrar un trabajo. Esto puede también tener un costo económico para el país, puesto que se pierden los ingresos anuales que una mujer joven hubiera ganado a lo largo de su vida de no haber tenido un embarazo precoz”.
En el 2012, hace 10 años, en Colombia, el Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes), que depende del Departamento Nacional de Planeación, dio a conocer el documento 147 con contiene los ‘Lineamientos para el desarrollo de una estrategia para la prevención del embarazo en la adolescencia y la promoción de proyectos de vida para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes en edades entre 6 y 19 años’.
Es un compendio de 89 páginas en las que se consignan rutas, compromisos, acciones, argumentos, estadísticas, cuadro y recuadros, entre otros lineamientos, distribuidos para ser ejecutados por una larga lista de organismos estatales. Sin embargo, por los resultados evidentes y probados mostrados por el DANE es permitido concluir que un altísimo porcentaje es pura ‘letra muerta’, intenciones que se quedaron sin brújula, mientras la problemática sigue en ascenso.
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