El cinturón de castidad reaparece en la era 2.0, pero más como un instrumento de placer. Por supuesto, que hay una historia detrás de este artefacto medieval, usado en principio para evitar la infidelidad sexual de las mujeres.
En la Edad Media, según señalan historiadores, los caballeros antes de partir a Las Cruzadas, o los guerreros a pelear contra sus enemigos, les ponían a sus esposas un incómodo cinturón, asegurándolo con un candado y se llevaban la llave.
En el siglo XIX, muchos novelistas en sus narraciones exageraban sobre el mítico instrumento, aumentando así el morbo y el tabú que se creó alrededor de su uso.
En realidad, el cinturón siempre fue un elemento de tortura; sin embargo hay registros de mujeres que lo usaron en Inglaterra y Francia para evitar violaciones, además de demostrar que así garantizaban la fidelidad conyugal.
En 1889, en la ciudad austriaca de Linz, se encontró el cadáver de una adolescente de clase alta del siglo XVII, que llevaba puesto un cinturón de castidad. En adelante, hay testimonios más creíbles, contados por monjes y adolescentes, que también lo usaban para garantizar la castidad y evitar la masturbación.
Thomas Hilmer, dueño de un almacén en Pensilvania, Estados Unidos, llamado ‘El cinturón de castidad’, cuenta cómo se convirtió en fabricante: “Desde el año 1990 empecé a hacerlos y soy el primer fabricante en el mundo de cinturones de castidad de alta seguridad para prácticas sexuales de dominación y sadomasoquismo como el BDSM. Mi interés es lograr un arte creativo y erótico a través del trabajo con el metal”.
Pero no es el único. Con el correr de los años hay una gran variedad de diseños y modelos a nivel mundial, como los del alemán Mario Latowski, quien creó un cinturón en forma de bikini; Neosteel los hace con estimuladores eléctricos incorporados; Tollboy, los diseña en acero inoxidable; y CB 2000 en plástico, ideal para los viajeros frecuentes porque no son detectados en los aeropuertos.
El italiano Giuseppe Acacia, experto fabricante de reproducciones de armas y otros objetos medievales, lleva más de una década haciendo cinturones de castidad tanto para hombres como para mujeres, afirma que la mayoría de los cinturones son adquiridos por coleccionistas, para producciones cinematográficas o exhibirse en bares de varios países como Estados Unidos, Rusia, Francia, Gran Bretaña, China, Argentina y Emiratos Árabes.
Hoy, en pleno siglo XXI, los cinturones ya no son de metal, son más ligeros y están hechos con materiales y diseños más cómodos como cuero, plumas y telas suaves. El plus es que la mayoría vienen acompañados con dildos que se encuentran atados al cuerpo del cinturón.
Aunque el objeto de la prenda es impedir las relaciones sexuales, o la masturbación, algunos fabricantes de cinturones masculinos, tienen modelos que provocan placer automático, el diseño no impide la erección.
En esta época, las parejas fantasean e intercambian roles, en los que quieren expresar sus más bajos instintos como la dominación, celos y posesividad. Actualmente, la situación es opuesta a la era medieval; aquí no existe un encierro y el sometimiento no siempre será hacia la mujer sino hacia un hombre pasivo, pero feliz de ser pisoteado por su ama.
La sexualidad, día a día, evoluciona y busca explorar fuera de contextos tradicionales, románticos o legales, experimentar el deseo con juegos o intercambio de roles en el que surjan otras prácticas como la dominación, o la posesividad.
Así que, en la modernidad, el cinturón de castidad se ha convertido en un elemento erótico que puede usarse para castigar o someter. Quien domina, tiene el control y el poder absoluto sobre el juego sexual y se convierte en el responsable del juego sexual del dominado.
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