La hortensia morada que vi bailando en la terraza,
se detuvo exhausta y me dijo: Estoy cansada, no puedo más.
Recogió su falda majestuosa de pliegues rosados, sépalos verdes, sonriente cáliz dorado,
dejó caer con el viento el peso de sus cabellos.
El último aliento de su voz:
Aquí dejo de bailar, muero anciana y en paz,
como también tú lo harás, si te es posible, alma humana.
Poeta invitado: Jorge Mario Sarmiento Figueroa
Ilustración: Turcios
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