Una de mis grandes pasiones ha sido la actuación y a lo largo de mi vida he tenido la fortuna de participar en varias obras de teatro tanto en el colegio como en la Universidad. Desde hace un año retomé la actividad teatral y ha sido la mejor terapia que he podido tener, es mi pasión y lo disfruto mucho.
Hace unos días participé en el casting de ‘El pesebre más grande del mundo’, y para mi sorpresa me aceptaron. Inicialmente, dijeron que me preparara para representar a una pitonisa de la época, mujeres que hacen predicciones, o que pretenden descubrir cosas ocultas, desconocidas, usando medios que no se basan en la razón, ni en conocimientos científicos, como leer las líneas de la mano o el tarot.
Una vez asignados los personajes, me cambiaron la película y pasé de pitonisa a matrona de meretrices. Así que el universo, nuevamente, confabuló y terminé siendo Raquel, la matrona de meretrices en Belén. Investigué sobre ellas y obtuve mucha información que, en estos momentos, comparto con los visitantes que se acercan.
La mayoría de los hombres se acercan a la estación donde están ubicadas “las meretrices” dentro del pesebre, y de inmediato en sus rostros se refleja la picardía y en tono jocoso comienzan a ofrecer camellos, joyas y hasta transferencias bancarias, ubicándose en la época actual.
Hay muchos que no saben el significado y debo decirlo, por eso hoy les hablaré de ellas y de su historia.
Una meretriz es el nombre romano que se utiliza, en la actualidad, como sinónimo de prostituta. Es una mujer que mantiene relaciones con hombres, sin amor o compromiso, a cambio de dinero, joyas u otras prebendas.
La etimología de meretriz proviene de la palabra latina femenina meretriz, derivada de ‘mereo’ que significa ganar, cobrar o merecer. El significado de meretriz es la que cobra. Los hombres también ejercían este oficio y se llamaban meretricios.
Con frecuencia se refieren a la prostitución como “la profesión más antigua” y, en realidad, ha sido una forma común para que las mujeres ganen dinero, incluso desde los tiempos bíblicos.
Es la historia del comercio del cuerpo, que puede ser considerado tabú o no dependiendo de la civilización que se esté hablando.
En el siglo XVIII a. C., en la antigua Mesopotamia, en el Código Hammurabi, existían leyes que hablaban de este oficio y protegían a las mujeres que participaban en ritos carnales religiosos llamados hieródulas.
Se cuenta que en Babilonia todas las mujeres eran obligadas a ejercer este oficio, al menos, una vez en su vida con un extranjero y se les daba un pago por dicho servicio. En la antigua Grecia, las mujeres y los hombres podían ejercer el oficio, pero debían cumplir ciertas leyes y pagar impuestos.
En Roma, aparece el término ‘prostitutere’, que quiere decir, exhibir para vender y a las mujeres que eran conocidas como ‘quastosa’, empezaron a recibir el nombre de meretrices. Y aun cuando en Roma, había más libertad en cuanto a este oficio, la influencia de la cultura griega permitió que su actividad fuera señalada como un oficio vergonzoso y degenerado.
La religión ha tenido una gran influencia con respecto a este tema, un ejemplo de ello se encuentra detallado en el Apocalipsis, libro en el Nuevo Testamento, donde se menciona a la meretriz de Babilonia, como una mujer asociada con el anticristo, o como Lilith, la primera mujer de Adán que cayó en pecado por el demonio.
En la antigüedad, muchas culturas consideraban a las meretrices ciudadanas del común con igualdad de derecho sin importar su oficio. En el periodo del emperador Augusto, las meretrices se les negaron muchos derechos si se rehusaban a abandonar el oficio; por ejemplo, no podían escribir testamentos o recibir herencia, no podían contraer matrimonio, etc.
Y para colmo en la época del emperador Calígula debían pagar impuestos, el 10 por ciento de sus ingresos. De otra parte, cuando la meretriz era esclava el futuro de su hijo dependía del amo.
No sé mucho de Raquel, sólo que es la ‘manda más’ de las meretrices, porque en su juventud fue una de ellas. Su trabajo es responder ante las autoridades por cualquier problema al interior del prostíbulo.
Es una mujer madura y experimentada, que ofrece a estas mujeres como mercancía para recibir a cambio algunos denarios o pagos en especies, como perlas o rubís.
Y aunque muchos se toman “recuerdos”, como le llamamos, porque en ese entonces no existían cámaras fotográficas o celulares, no faltan las visitantes que se toman muy en serio que “somos meretrices” y queremos robarles sus maridos, lo que además de divertirme, me satisface, porque quiere decir que lo estamos haciendo bien y #sinrecato.
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