La irritabilidad, la impaciencia, la susceptibilidad y la intolerancia, solo para mencionar algunas conductas, se han vuelto, prácticamente, en una costumbre social; aunque, yo considero que cabe más bien definir la cuestión como “una mala costumbre” que abre brechas en lugar de construir puentes.
En estos tiempos en los que las redes sociales tiene contra las cuerdas a los convencionales medios comunicación es frecuente ver ejemplo de ello contra niños, jóvenes, ancianos, incluso animales, etc. y no pasa nada; solo esperar la publicación del siguiente que seguirá haciendo crecer la montaña de la incertidumbre y empañar el futuro.
En noviembre del 2020, hace casi cuatro años, en el portal web de Vogue Spain, la periodista Carmen Lanchares escribió el artículo ‘Sabes que ser paciente te hace más fuerte? 10 claves para trabajar la paciencia’, en el que sostuvo, pero aún está vigente su afirmación, que “ser paciente resulta difícil”.
Precisamente, la comunicadora expone datos interesantes para acoger esa virtud mediante un entrenamiento, siguiendo consejos como los de Sara Navarrete, directora del Centro de Psicología Clínica y de Salud de Valencia, España, y Laura Palomares, psicóloga y directora de Avance Psicólogos.
Palomares, antes de introducirse en el tema de la paciencia como una virtud, explica de dónde proviene el término. “La palabra paciencia deriva del latín patiens, el que padece o sufre, y es que afrontar la frustración de no recibir inmediatamente lo que necesitamos, nos enfrenta a uno de los mayores miedos del ser humano, por no decir el mayor: la incertidumbre”.
Seguidamente entrega la definición: “Es la capacidad de esperar y tolerar la incertidumbre, afrontando el sufrimiento de dicha espera de la mejor manera posible”.
Y, por su parte, Navarrete también hace su aporte: “Es la capacidad que tiene una persona de sufrir y soportar adversidades, molestias o ausencias sin perder la calma. Ser paciente está relacionado con la no impulsividad, es una persona que no reacciona de forma rápida y tiene como un espacio para digerir las respuestas, analizar”.
Ahora bien, la cuestión es ¿Por qué se pierde la paciencia, sobre todo ahora con más frecuencia? Las dos expertas explican varios factores, pero me llama la atención en el que hace énfasis una de ellas, Palomares, por el impacto de la tecnología en nuestra vida cotidiana y estoy de acuerdo, pues miren lo que afirma:
“En una sociedad donde las nuevas tecnologías, las redes sociales y el acceso prácticamente inmediato a la información y a lo que necesitamos, está a golpe de un clic, nos está haciendo más impacientes”.
Las analistas compartieron sus conclusiones a manera de recomendaciones para la lucha por ser pacientes, dado los beneficios que ello trae. Me sumo a ello para tratar de frenar la desbocada carrera de la impaciencia, la susceptibilidad, la intolerancia y la irritabilidad:
1. No exagerar. Esperar un minuto más en pensar, “pasar el semáforo en verde no va a afectar en nuestra vida. Así que permitámonos ese minuto”, aconseja Laura Palomares.
2. Relativizar es fundamental. “Preguntarnos cómo de grave es realmente esperar y hasta qué punto esa espera puede merecer la pena, es la actitud principal para cultivar la paciencia”, en opinión de Navarrete. Se trata, dice Palomares, de dar a las cosas la verdadera importancia que tienen.
3. Respirar, enfocarnos en la respiración y sentir esa pausa profunda.
4. Asumir responsabilidades. “En muchos casos, no nos enfada la situación sino algo que hemos hecho”, aclara Laura Palomares.
5. Ser coherente.
6. No ser tan exigente con uno mismo.
7. Pensar antes de hablar e incluso escribir. Según Palomares, esto ayuda muchísimo a digerir las emociones y baja la intensidad del día a día.
8. Aprender a vivir en el presente, desterrando las comparaciones con el pasado y anticipaciones sobre el futuro. Para esto el mindfulness puede ser una herramienta muy valiosa.
9. Diferenciar lo que depende de nosotros y está en nuestra mano, de lo que no. Lo primero se gestiona a través del esfuerzo. “Es fundamental entender que el esfuerzo es positivo”, puntualiza Sara Navarrete.
10. Lo que no depende de nosotros requiere del arte de la espera, de aprender a afrontar ese tiempo sin saber si lo deseado llegará o no, con una actitud que no nos haga sufrir, gracias a la relativización y a la búsqueda de alternativas o un plan b, en el caso de que no pueda ser.
En conclusión de las especialistas, es importante tener en mente que la situación pasará, aunque no sepamos la fecha exacta, y asumir que “no está en nuestra mano que esto se solucione, pero sí podemos contribuir a llevarlo de la mejor manera. Así que toca esperar, confiar en el otro. Eso sí, podemos ayudar a que nuestra mente lleve mejor este periodo nutriéndola de tips positivos como: Hacer deporte, pensar que esto pasará, relativizar el problema e intentar buscar el lado positivo de las situaciones que nos provoca”.
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