Como madre de una joven y una adolescente, siento que los jóvenes merecen tener acceso a información y orientación de calidad sobre la sexualidad, y esta responsabilidad es de sus padres, no hay discusión.
Si bien es cierto que el colegio orienta, no es el responsable, ni la universidad, ni las compañías, a pesar de que puedan influenciar de manera positiva o negativa.
La realidad es que cada vez que un adolescente se enfrenta a su sexualidad, siempre se culpa al internet, a los amigos, al colegio, a la universidad, o a las redes sociales. Cuando lo cierto es que son los padres los responsables de educar, orientar y disciplinar a sus hijos; cuando usan el celular, cuando salen a la calle o van a una fiesta o de paseo, e incluso cuando se reúnen con sus amigos y sus familias.

Muchos padres hoy en día no se acercan a sus hijos porque son rebeldes, y ellos a su vez buscan en sus padres una figura de autoridad y respeto, pero, en ocasiones, encuentran más bien alguien que no les genera confianza, sino temor.
Los expertos confirman que una vez que los jóvenes toman la decisión de ser activos sexualmente, enfrentan algunos conflictos. Mientras que los varones se sienten orgullosos de tener su primera experiencia, algunas jovencitas se sienten sucias o avergonzadas.
Lo anterior está relacionado con la percepción patriarcal de la virginidad, porque ellas la ven como “un regalo” para su amor verdadero a diferencia de los hombres, que ven la virginidad como una carga pesada, un estigma, que los hace sentir que no tienen oportunidades sexuales.
Al respecto, se habla de una edad de consentimiento, que es la edad mínima para que una persona se considere legalmente apta para acceder a actos sexuales.
Las leyes sobre la edad de consentimiento varían en todo el mundo. Haciendo un promedio general, la edad mínima antes de mantener relaciones sexuales es 14 años. Sin embargo, hay excepciones, como en Angola y Filipinas donde establecieron que fuera a los 12 años, siendo esta la edad más baja en el mundo.
En Níger y Japón fijaron 13 años, y en varios países de Asia y África se exige que estén casados antes de mantener relaciones sexuales legalmente. Entre ellos se encuentran Libia, Afganistán y Arabia Saudí, consideradas culturas conservadoras en cuestión de género y sexualidad.
En Europa, la edad de consentimiento son los 16 y 17 años. Mientras que en Malta y en Ciudad del Vaticano, la edad es de 18 años. La edad más baja de consentimiento de Europa es de 14 años en países como Austria, Italia, Serbia, Alemania y Portugal.
En Estados Unidos cada estado decide la edad de consentimiento, que va entre los 16 y los 18 años. En Sudamérica, en países como Paraguay, Perú, Brasil, Bolivia y Ecuador, la edad de consentimiento son 14 años, mientras que en Chile y Argentina es de 18 años.
Pero no todo es sobre las normas o regulaciones impuestas. La adolescencia, además de ser una etapa de cambios físicos y emocionales, también es una etapa en la que los jóvenes quieren experimentar y descubrirse a sí mismos.
No obstante, cada vez aumentan las muertes por SIDA en los adolescentes y se enfrentan a dificultades para acceder al tratamiento antirretroviral. La falta del consentimiento de sus tutores para acceder al tratamiento del VIH, la divulgación y el estigma son algunos de los obstáculos que enfrentan los jóvenes afectados.
Los adolescentes tienen derecho al acceso de servicios confidenciales de prueba, tratamientos y asesoría sobre este virus y ser atendidos por personal altamente capacitado que respete su derecho a la privacidad y a la no discriminación.
De acuerdo con las Naciones Unidas, los niños y adolescentes tienen el derecho a ser educados sobre sí mismos y sobre el mundo que los rodea de una manera acorde con su edad y desarrollo, información que beneficiará su salud y bienestar.
Incluso, siguiendo las directrices mundiales, es fundamental iniciar con la Educación Sexual Integral (ESI) a partir de los 5 años, cuando suele empezar la educación formal.
Recuerden que esto no se trata de hablarles de sexo, se trata de hablarles de las partes de su cuerpo, reconocer sus sentimientos y emociones. También se les habla de la vida familiar, los diferentes tipos de relaciones y qué hacer en caso de violencia, acoso o abuso. Estas son las bases de un aprendizaje preventivo para establecer relaciones sanas.
Afortunadamente, las investigaciones concluyen que en los países en los que se imparte Educación Sexual Integral en las escuelas, los adolescentes no se vuelven sexualmente activos, sino que adquieren un mayor conocimiento sobre el VIH, las ETS y los métodos anticonceptivos.
De acuerdo con la UNESCO, la ESI contribuye a reducir los embarazos no deseados, las ETS e ITS y la violencia de género. Así mismo, los elementos de la educación sexual pueden incluirse en asignaturas como biología o sociales, en donde se habla de valores, vida familiar y relaciones interpersonales.

Una de las mayores preocupaciones de los padres de familia en esta era digital es el rápido acceso a una gran cantidad de contenido sexual poco saludable o realista que, por lo general, confunde aún más a los adolescentes.
Lo ideal es que todos los adolescentes tengan acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, información y educación gratuitos, confidenciales, adaptados a ellos y no discriminatorios, disponibles tanto en línea como en persona, en especial sobre planificación familiar, anticoncepción, prevención atención y tratamiento de las ITS, asesoría e higiene menstrual.
La ONU y la UNESCO son organismos que siempre han trabajado en políticas encaminadas a promover el bienestar de los niños y adolescentes. Es por esto que es importante que los países desarrollen programas enfocados a la educación sexual, porque es un tema serio que no debe limitarse al uso de métodos anticonceptivos, se trata de crear conciencia desde que son niños para que cuiden su cuerpo, lo respeten y no permitan que sea violentado por otros.
Los padres siempre deben ser ese lugar seguro donde los hijos puedan sentir la confianza de acercarse y hablar con ellos no solo de sexo, sino de cualquier tema con amor, paciencia y comprensión.
