Norma Vera Salazar lleva 20 años estudiando el conflicto armado en Colombia, sobre todo el rol de la mujer. Ella, Licenciada en Educación, defensora de los derechos de la mujer y magister en Derecho Internacional Humanitario de la Universidad del Magdalena, es la invitada por sinrecato.com a compartir su experiencia como investigadora.
¿Qué concepto tiene del abuso sexual contra la mujer en el marco de un conflicto armado?
En la historia de las guerras modernas, Bosnia y Herzegovina y otros conflictos a nivel mundial, se utiliza el cuerpo de la mujer como ‘instrumento de guerra’, sobre todo en las tribales ¿Qué significa esto? Qué cuando se genera un nivel de control territorial por parte de un grupo armado ilegal, o estatal, se utiliza el cuerpo de la mujer para generar, inmediatamente, una ruptura de la cultura y de la tradición propia del territorio, por parte de dos tipos de armas del conflicto.
Lo primero, hacerle un hijo a la mujer del enemigo para romper las lógicas de linaje y de esta manera generar una ruptura cultural, religiosa, política y estructural dentro de la misma condición de la comunidad; o en algunos casos, lo vimos en el caso de Sierra Leona (África), amputarle los senos a la mujer para evitar que los niños puedan tomar leche y subsistan.
En el caso del conflicto colombiano, a nivel general, se generó una conducta que se denomina la ‘violación oportunista’. Es, básicamente, cuando un grupo paramilitar, en este caso que fue producto de nuestra investigación, llega a un territorio escoge a una mujer, asociada a ciertas características del biotipo y de ciertas condiciones estéticas, utiliza el poder de las armas y el control territorial para violarla consecutivamente.
Algunas veces, por lógica de poder, son violadas por el comandante, luego entregadas a la tropa. Algunas mujeres han sufrido vejámenes horribles como ser entregadas a 12, 13 personas de una misma estructura de organización criminal y luego son abandonadas a su suerte.
También hay otro tipo de prácticas como la esterilización forzada para poder mantener control poblacional; u otras prácticas de género, como cortarles y raparles el pelo, asociadas a conductas como el chisme o algún tipo de características de estas, o la brujería.
Se han registrado casos específicos en las investigaciones en Montes de María (región en la Costa Caribe colombiana, entre los departamentos de Bolívar y Sucre) y en las que yo realicé en el marco del conflicto de las actuaciones del Frente Tayrona, comandado por Hernán Giraldo Serna en la que, efectivamente, se obligaba a las mujeres a que no tuviera reuniones asociadas a lo que se podía denominar brujería, chisme, o conductas como tener conflicto entre mujeres por los esposos o las parejas sentimentales.
En este caso hay un registro específico en el que a Hernán Giraldo Serna se le notificó de un conflicto entre dos mujeres por una relación sentimental. Ambas tenían una relación sentimental con un hombre y la orden perentoria de él, de manera textual, citadas las por las víctimas en la audiencia compilada en su contra es: ‘¡Ah!, ¿Están ‘peliando’ pipí?, entonces tráiganlas a las dos…’, y ordenó que las tropas las violaran, siete hombres lo hicieron.
En una situación tan complicada, ¿Qué deben hacer las comunidades afectadas?
La complicación de fondo, frente a los crímenes sexuales, es que es difícil entender sus características y connotaciones, porque hay un marco de intimidad mediando. En el caso de las 200 víctimas que descubrimos de Hernán Giraldo Serna en Santa Marta, muchas de ellas, nunca han manifestado: Primero, su condición de víctimas del conflicto; segundo, su condición de víctima del conflicto asociado al delito de violencia sexual; y tercero, muchas víctimas permanecen en la penumbra por temor a su propia familia y a la retaliación social.
“Era casi imposible resistirse a las prerrogativas sexuales de Giraldo Serna con menores de 14 años”
Encontramos, incluso, que es mucho más fácil que las victimas hablen de conflicto armado en términos de la comisión de otro tipo de conductas. Por ejemplo, es más fácil hablar de asesinatos, de masacres, que de violencia sexual. En muchas de estas víctimas, incluso, se tuvo que hacer un trabajo de acompañamiento terapéutico para que entendieran su condición, porque allí hay otro factor asociado y es que hay familias que entregaban a sus hijas para ser violadas por Giraldo Serna a cambio de dádivas económicas, de promesas de estatus social porque había un gran nivel de control territorial.
Para mí, como investigadora del conflicto, esto tiene una característica doble y es que en algunos casos si había una entrega voluntaria, entre comillas, y en otros era totalmente forzada. Pero esta entrega entre comillas estaba mediada, por lógica, de supervivencia ya que el Frente Resistencia Tayrona ejercía un control absoluto sobre las actividades dinámicas propias del territorio de Santa Marta, de las veredas amortiguadoras de la Sierra Nevada con sus respectivos corregimientos y era casi imposible resistirse a las prerrogativas sexuales de Giraldo Serna con menores de 14 años.
Esa investigación de lo sucedido en la Sierra Nevada con Hernán Giraldo, ¿Cómo mujer, qué sintió al oír testimonios de víctimas?
Yo tengo este año 40, y desde los 20 años he venido desarrollando acciones a favor de las mujeres, no solamente de conflicto armado, víctimas de violencia sexual, víctimas de feminicidio, y he reconocido de frente y de cerca muchos casos aberrantes.
Feminicidios triples como el ocurrido en la Ciénaga de Chiloa en El Banco (Magdalena), violencia sexual contra niñas de un año, casos que pondrían a cualquier persona a conmoverle su humanidad completamente. Yo tengo una sola hija, un embarazo que es casi un milagro, yo no podía tener hijos y mi hija nació porque Dios quería.
Durante el embarazo me prohibieron seguir atendiendo a mujeres víctima de la violencia sexual, o intrafamiliar, porque para mí, en esa época, aún para era muy poderoso el dolor de las víctimas y yo, prácticamente, lo naturalizaba. Lloraba muchísimo con todas las víctimas que conocía, pero me sobreponía para acompañarlas.
La intención terapéutica y jurídica, en estos casos, no es ponerme a llorar con la víctima y aumentarle el dolor; llorar con ella, acompañarla, pero salir del nudo y empezar a trabajar, sobre todo por justicia y por garantizarle una vida plena de derechos que le fue arrebatada sobre todo con este tipo de cosas.
Contra viento y marea, castigo a violadores de niños
Cuando conocí de frente la sistematicidad con la que actuó Giraldo Serna, porque encontrar más de 200 víctimas significa entender que se desarrolló una conducta y una política de la organización sistemática de violencia sexual en menores de 14 años y revisar que en los crímenes de la historia moderna ya citados anteriormente, Bosnia, Sierra Leona, Tutsi y Hutus en Ruanda, ni siquiera en el caso de la propia violencia histórica de Colombia pudimos encontrar una conducta sistemática que violara menores de 14 años.
Encontrar el nivel de aberración en el que Giraldo Serna convirtió el cuerpo de la mujer, el nivel de mentalización y además la manera tan vil y sádica en la que en su audiencia decía que él no violó a nadie, que él quería a las mujeres, fue para mí muy doloroso internamente.
Todo esto muestra el nivel de barbarie en el que aún, en pleno siglo XXI, todavía estamos y muestra también la manera cómo no estamos preparadas, ni preparados, como sociedad para resistir, porque es increíble que estos casos y estos testimonios hayan salido a la luz, casi 10 años después de la extradición de Giraldo Serna y que hoy, ad portas, de su venida de Estados Unidos exista en el territorio este temor.
Yo, particularmente, siento mucho miedo, no por mi integridad, porque estoy segura que conmigo no se van a meter, sino por la integridad de las víctimas precisamente, porque se demostraría que él no fue totalmente claro y no dijo toda la verdad ante justicia y paz; demostrarían y abrirían la posibilidad de un nuevo proceso en el sistema interno colombiano y que, incluso, podrían abrir la posibilidad de un proceso ante la Corte Penal Internacional.
Espere la segunda parte de la conversación en la que Norma Vera se refiere a protestas como ‘Piernas cruzadas’ y el trabajo desempeñado por la Comisión de la Verdad sobre la violencia sexual contra la mujer, en medio del conflicto armado que vive el país.
Cuando la mujer es un 'instrumento de guerra' (II) - Sin Recato
•4 años ago
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