Mi sentimiento buscó al tuyo para estar juntos por siempre desde que nací, aunque separados por tiempo y lejanía; bella te encontré en piel sin mácula de besos extraños porque tu carne esperaba la mía.
Tu pequeño amor hizo crecer al mío hasta volver insoportable un segundo sin ti, fuiste de mis ojos la sagrada visión, la música que dormía mis impulsos, la presencia que mi delirante boca deseaba devorar cuando el hambre de ti cegaba mi razón.
Hice mía tu esencia y bebiste mi fuerza, fuimos versos de la misma canción, muchas veces nos perdimos entre los dos porque no sabíamos si yo era tú o si tú eras yo, éramos dos almas y un solo corazón.
Al mundo le puse tu nombre pues era tu voz la que salía de otros labios, era tu rostro mi cielo, tu cabello mi lluvia y tu cuerpo fue mi suelo, tus ojos fueron mi sol y mi luna, hice a un lado todo por estar contigo, olvidé a los que me amaron desde la cuna y me olvidé de mis amigos.
Fue en tu calor donde murió el frío de mi vida, fueron tus manos las que me llevaron a explorar tu desconocida inmensidad. Mi sentimiento por ti se desbordó hasta olvidar mi dignidad, por poco te entrego mis armas para que hicieras mi papel, llegó a ser tan grande que ofendí al mismo Dios cuando le dije que yo te amaba más que Él.
El implacable tiempo corta mi ser con afilados minutos de tu ausencia, quisiera dejarme morir desangrado, pero es por mandato divino que sea el guardián de tu sonrisa y que yo permanezca en tu esencia. No tendré misericordia con aquellos que hicieron llorar nuestro sueño y aunque moribundo soy el vengador de tus lágrimas, guerrero de tu puerta y labrador de tu suelo fecundo.
Poeta invitado: José Gregorio Hoyos Muñoz
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