La defensora de derechos humanos en el Magdalena, Norma Vera Salazar, cierra su conversación con sinrecato.com advirtiendo que aún es largo el camino a recorrer para que la mujer víctima de la violencia sexual sea escuchada y su testimonio sea creído, y ella misma pierda el miedo a la denuncia pública.
¿En el marco de los acuerdos de paz, ese aspecto, el de los abusos sexuales a las mujeres, sí ha sido relevante?
En el marco de la investigación por la verdad justicia y reparación en Colombia yo creería que no. El Centro de Memoria Histórica produjo un libro con los crímenes sexuales contra la mujer, que a mi modo de ver, de manera muy respetuosa, hace un análisis muy lineal, porque entiende las violaciones contras las mujeres como violaciones oportunistas y ya lo decía, anteriormente, las violaciones oportunistas se dan cuando un comandante o una persona que ostenta poder encuentra una víctima al azar, le gusta y utiliza su arma y su poder en el territorio, su poder militar, para poder someterla a vejámenes sexuales; estas son violaciones oportunistas.
Sin embargo, el caso de Giraldo Serna es un caso sui generis en Colombia y en los conflictos armados modernos en la historia. No ha habido una persona que generara, de manera sistemática, tanta violencia sexual selectiva contra menores de 14 años.
¿Qué significa esto? Que, efectivamente, frente a entender el fenómeno de la violencia sexual contra mujer, el Centro de Memoria Histórica no ha tenido la rigurosidad suficiente que permita mirar que no existe una sola conducta asociada al fenómeno de la guerra y la instrumentalización del cuerpo de la mujer.
Existen diversas formas de entender esta instrumentalización y poder atender todas las violaciones en Colombia, como violaciones oportunistas y esto significa que no se les ha dado a las víctimas la capacidad real de que se entienda que los fenómenos son diversos, complejos y que no obedecen a una sola política de todas las organizaciones criminales en Colombia, llámese paramilitarismo, o llámense organizaciones de extrema izquierda o guerrilla.
“La gente me pedía que no hablara de eso, porque es más fácil decir que Giraldo Serna mató a más de 2.500 personas”.
¿Qué opinión le merece la manifestación de protestas ‘piernas cruzadas’ que han liderado mujeres en zonas de conflicto armado para hacer respetar sus derechos?
Creo que no solamente la de ‘piernas cruzadas’. En Mitú, ‘el violador eres tú’. En el mundo, cada vez, se viene reclamando una bandera más fuerte reivindicar los derechos de la mujer y esta bandera significa que se entienda que no podemos quedarnos calladas.
Hay algo que es muy delicado y fue un primer elemento de choque con el que yo me encontré cuando empecé a ser pública la violencia sexual de Hernán Giraldo Serna contra menores de 14 años, y es que la gente me pedía que no hablara de eso, porque es más fácil decir que Giraldo Serna mató a más de 2.500 personas, es más fácil decir que en Santa Marta se dieron más de 300 masacres, es más fácil decir que en la Troncal del Caribe, entre Santa Marta y La Guajira, se movilizaron 11 mil personas en el desplazamiento masivo más grande de la historia de Colombia, producto, precisamente, de la presión militar ejercida por las autodefensas conquistadoras, en ese momento Autodefensas Unidas de Colombia, frente Resistencia Tayrona.
Es más fácil decir eso que poner el debate público sobre el cuerpo de la mujer porque hemos entendido que los debates alrededor de la violencia sexual son de la vida íntima.
El movimiento de ‘piernas cruzadas lo necesitamos’, el movimiento de ‘el violador eres tú’, necesitamos que se entienda que las víctimas tiene un espacio social de reivindicación que se les escuche, que se permita que se hable de los fenómenos de violencia contra la mujer y se denuncien públicamente sin temor a represalias.
No hemos avanzado como sociedad en reivindicación de derechos para la mujer. Es entender que no se pueden poner en dudas los testimonios de las víctimas. Retrocedemos muchísimo cuando le generamos linchamiento social a la víctima y ponemos en duda sus testimonios, porque ya en los delitos de violencia sexual están enmarcados en lógica de poder y dominio; eso significa que las mujeres, ya de por sí, entran en una situación de vulnerabilidad y tener que demostrar su condición de víctima, demuestra aún más que nosotros, como sociedad todavía estamos en cierta medida nivelados del lado del violador, del violentador, del patriarcado y de la violencia sexual contras las mujeres, de la violencia intrafamiliar, del feminicidio y de todas la pandemias moderna que hoy nos ataca.
Aunque hemos evolucionado muchísimo, nos damos cuenta que en pleno confinamiento han aumentado los feminicidios, la violencia sexual contra niñas, que la violencia sexual contra niñas en Colombia tiene un indicador nefasto, el 91 por ciento son mujeres, apenas el 9 por ciento son hombres y niños, los menores de 14 años que son violados; más del 90 por ciento en Colombia son niñas, ¿Eso qué significa? Que hay una carga muy poderosa de patriarcado y de violencia contra la mujer que aún nos cuesta muchísimo y que este tipo de movimientos ayudan a visibilizarlos.
Algunos dicen que son movimientos muy radicales. Lo que pasa es que en este caso se ha dado respuesta social el que las feministas, el que las mujeres, y las defensoras de derechos humanos nos radicalicemos porque parecería que el sistema no nos escucha.
Tenemos muchos años peleando este tipo de causas y nos sorprendemos muchísimo con casos como lo de la niña que fue abusada sexualmente por 7 soldados y es que los soldados tienen el monopolio de las armas y es que tienen el poder y todo esto obedece a lógicas estructurales de poder que aunque las normas en Colombia hayan modificado muchas formas de entendernos, tanto en el marco de la guerra como en el marco de la socialización primaria en la familia y la comunidad, aun la cultura no ha modificado ciertas culturas patriarcales en los que las mujeres siempre llevan la peor parte.
Cuando la mujer es un ‘instrumento de guerra’ (I)
¿Cree en los logros de la Comisión de la Verdad en revelar las situaciones vividas por mujeres en el país, o más en que, de pronto, esto quede en meros registros?
El trabajo que ha venido realizando la Comisión de la Verdad ha sido muy positivo. Incluso, en días pasados, estuve hablando sobre la necesidad de que el expediente sobre la violencia sexual en el marco del conflicto en Colombia no sea lineal, sino que tenga muchos matices y, de forma particular, el matiz claro en el que la historia de Colombia supiera quien era Hernán Giraldo Serna y cómo violó a más de 200 menores de edad en Santa Marta en una lógica de guerra sui generis, pero también de alguna manera reivindicar la memoria de esas víctimas que nunca colocaron la denuncia porque su miedo es tan inmenso y aún hoy no siguen siendo reconocidas como tal porque le temen a Giraldo Serna, le temen a su venida de Estados Unidos, le temen incluso a su propio núcleo familiar, a la sociedad, a que las gente las culpe.
La Comisión de la Verdad ha hecho un papel muy importante, pero evidentemente si va a haber en esto, solamente, un registro. Creo de manera muy respetuosa que Justicia y Paz en su momento falló al deber de debida diligencia y que no se investigó a profundidad los crímenes de violencia sexual. No se investigaron a profundidad efectivamente, no sé sino había las condiciones logísticas, las condiciones técnicas, operativas, también hay que reconocer cierta renuencia de las víctimas, pero la renuencia de la víctima es antes la falta de garantías reales y la falta de modificaciones en estructura que siguen victimizándolas.
Por eso yo no me he cansado después de estos 10 años de haber investigado los fenómenos de violencia sexual contra las mujeres por parte de Hernán Giraldo Serna. No me he cansado de seguir insistiendo y seguir haciendo pedagogía y seguir hablando en honor de las víctimas que nunca pudieron ser escuchadas, seguir hablando en honor de las víctimas que nunca van a tener el acceso a verdad ni a justicia real y poder de alguna manera, a través de sus relatos, a través de sus memorias reivindicar el dolor y el sufrimiento inmenso que aún tienen en sus almas y en sus corazones.
Una víctima de violencia sexual tarda toda su vida en recuperarse; algunas nunca se recuperan de las profundas huellas psicológicas y emocionales que dejan este tipo de vejámenes en las personas, en este caso niñas, porque eran menores de 14 años, y muchas de estas tienen hijos no reconocidos de Giraldo Serna, van a llevar en su vida en su alma y en su cuerpo siempre las huellas de un dolor; de un dolor al que las autoridades y las instituciones no le prestaron atención, de un dolor que, de alguna manera, el haber sido tan lapsos y tan débiles institucionalmente generó la posibilidad de que esto fuera un caldo de cultivo para que más mujeres fueran víctimas.
No Comments