Mi mamá era feliz con los tiempos modernos. Siempre me contaba lo tedioso del periodo menstrual en su época. Me explicaba que las que hoy son las toallas sanitarias, o higiénicas, de eso no tenían nada; eran unas toallitas de tela que se acomodaban durante esos días.
La peor parte de su historia era que las dichosas toallitas eran reutilizables; así como lo leen, debían lavarlas. Me confesó que muchas veces ellas no las lavaba, sino que iban directo a la basura; yo creo que hubiera hecho lo mismo.
Ahora les cuento la evolución de ese elemento vital en nosotras. En la primera Guerra Mundial, algunas enfermeras encontraron que los vendajes de guerra eran bastante absorbentes, y eso sirvió de inspiración para la primera toalla higiénica que salió al mercado en 1918.
En 1921, la marca Kotex las comercializó con éxito para el consumo masivo y durante la Segunda Guerra Mundial, los dueños de las fábricas fomentaron el uso de los productos menstruales por medio de publicidad para que las mujeres no encontraran inconvenientes para trabajar durante su periodo.
En 1927, Johnson & Johnson contrató a Lilian Gilbreth, psicóloga que lideró un estudio de mercadeo sobre las toallas sanitarias, en el que se consultó a miles de mujeres en Estados Unidos para que hablaran de sus preferencias en cuanto al tamaño y ajuste de este producto. La mayoría coincidieron que el tamaño debía ser pequeño y discreto.
Lo más positivo de este estudio es que la publicidad estaba orientada a mantener la inocencia de las niñas, separando la menstruación de la sexualidad y la reproducción. Los anuncios resaltaban a las adolescentes y jóvenes que aun, en el periodo, podían practicar deportes o cualquier otra actividad recreativa.
En 1933, los tampones desechables se patentaron con el nombre de Támpax, considerados una opción más saludable para la comunidad médica debido a que estudiaron que, con las toallas higiénicas, había peligro de contraer infecciones debido a la proximidad con las bacterias fecales.
Sin embargo, científicamente se comprobó también que el uso prolongado de tampones podría causar infecciones, además de la connotación moralista relacionada con el hecho que podían provocar la ruptura del himen.
En 1956, la inventora afroamericana, Mary Beatrice Davidson Kenner, patentó el cinturón sanitario, considerado el primer producto en el que se usó un adhesivo para fijar la toalla en el panty.
En los 80 lanzaron las versiones modernas de las toallas extralargas, al igual que las toallas con alas. Los tampones siguieron siendo muy populares a pesar de que se reportaron más de 5.000 casos de Síndrome de Choque Tóxico (TSS), entre 1979 y 1996. Los casos se relacionaron con una marca de tampones y en particular a los materiales usados, los cuales salieron del mercado inmediatamente.
La tendencia es encontrar alternativas más naturales que no afecten la salud femenina. Una de ellas es el sangrado libre, un método en el que no se usan toalla, tampón o cualquier otro producto higiénico. Es el autocontrol de tu cuerpo durante la menstruación.
La modernidad como bien lo decía mi madre trajo muchas opciones que se acomodan a todos los cuerpos, preferencias y presupuestos de las mujeres. Hoy en día puedes encontrar toallas y tampones orgánicos, tampones tradicionales, toallas extralargas y en la actualidad las opciones de tela están en tendencia como la ropa interior antibacteriana.
Sin embargo, el emprendimiento femenino ha crecido puesto que las mujeres están más involucradas con los productos menstruales. Se ha creado una conciencia por el impacto ambiental de los productos desechables, mediante alternativas amigables con el medio ambiente como las esponjas marinas menstruales, las copas y el disco de silicona.
La modernidad también les ha dado un giro a las campañas publicitarias siendo inclusivas para todas aquellas personas que tienen menstruación como los hombres trans y las personas no binarias.
Lo más irónico es que se esperaba que las mujeres ocultaran su menstruación y por ello, la publicidad vendía la estrategia que estos productos debían ser perfumados y discretos pero el mensaje cambió radicalmente, la realidad es otra, hoy las mujeres quieren verse cómodas, seguras y empoderadas.
Aunque las toallas sanitarias son un artículo de primera necesidad para la higiene femenina, muchas mujeres hoy en día no tienen acceso a estas. En Colombia, de acuerdo con la Fundación Plan, (organización que trabaja en la promoción de los derechos de la niñez y la igualdad de las niñas), en poblaciones de Bolívar, como el corregimiento de Bayunca, en Cartagena, y el municipio de Villanueva, el 90 por ciento de las niñas no tienen conocimiento básico antes de la menarquia (primera menstruación).
Lo más preocupante es que cinco, de cada 10 niñas de estas poblaciones, no tienen acceso a toallas higiénicas y a esto se debe que una, de cada tres niñas, no asisten al colegio cuando tienen la menstruación
Gracias a la marca Stayfree y la Fundación Plan, en 2019 crearon la campaña ‘Juntas progresamos’, en la que se beneficiaron por un año 11.000 niñas de poblaciones vulnerables en el país. El objetivo de la campaña también fue la de romper tabúes sobre la menstruación, explicar sobre el manejo de la higiene femenina y resolver algunas situaciones que generan el ausentismo escolar, el rechazo y la discriminación cuando tienen la menstruación.
Así que, en la medida que exista un mayor conocimiento de las opciones diseñadas para usar durante la menstruación, las mujeres tendrán un mayor control sobre su estilo de vida, su salud y su cuerpo.
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