para que te viera dormir,
me recosté a su costado
y me regaló un recuerdo de Borges.
Lo vi con su mirada etérea.
Le dije al oído:
Borges,
la tarde nubló tus ojos
las letras de los libros
el rostro del amor
y el color de la mar.
Te dejó sosegado
con la visión en las manos,
-tu herencia paterna-
y las ganas de volver a ver el amarillo.
La tarde nubló tus ojos
pero te regaló alas
para que volaran tus sueños.
La madrugada partió
cuando tu rostro se encontró con el mío.
Poeta invitada: Yajaira Pinilla Carrascal
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