la ciudad lagrimea
el silencio se humilla
en un eco desolado
gente curtida
en su calvario
hornos que no dejan
de encenderse
han partido amigos
líderes desconocidos.
Visto de luto
guardo respeto hasta por el que no conozco,
siento recelo del día,
del radio que intimida con su voz,
del teléfono que suena
del caminante que se acerca.
Escribo, duermo, despierto
en un sueño ancorado en la realidad
que desgarra un bramido desahuciado.
Poeta invitada Yajaira Pinilla Carrascal
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