Entonces él me dijo: Ve a sus pies de rodillas, deja
que extienda su mano y bésala como símbolo de tu
veneración, con mucha ternura, con tus ojos puestos
en la tierra, sin mirarla, porque aún no se te está
permitido y le entregas mi bendición.
Ha dicho mi Señor que soy la llave de tu castillo,
el que sembrará en tu fértil suelo, traigo una brizna de
su amor para encender la luz de tu corazón y así despierte
el milagro que traes desde el cielo.
También dice El Bueno que seré yo quien abra las
puertas de tu morada para que, en ti, su sagrada voluntad se haga.
Tres semillas en mi mano traigo, que serán tres generaciones, poblarán la nueva tierra y bendecidas serán sus acciones.
Ahora yo te digo: Vengo en el nombre de mis hermanos, desde
Adán hasta mí y de aquellos que descenderán de los dos hasta el tiempo sin fin.
Traigo más que oro y diamantes, infinita es su valía de la vida, soy su mensajero y ante ti traigo su mandato, irrevocable es su palabra y terrible su desacato.
No estaremos juntos, pero seguimos unidos, poderosos lazos que atan tu destino al mío son los hijos que hemos tenido.
Aun cuando te niegues y sigas con tu arrogancia, fui el cerrajero de tu cuerpo y vengo a traerte mis palabras a pesar de la distancia.
Invitado especial: José Gregorio Hoyos Muñoz.
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