Algunos psicólogos afirman que los fetiches dicen mucho más de nuestra personalidad de lo que creemos. Stephen Snyder, sexólogo afirma: “Tener una parafilia no es nada extravagante o algo que debería avergonzarnos, así como tampoco mantener oculto dentro de la pareja. Precisamente, una de las causas de la falta de deseo en una relación apunta, tal vez, al hecho que no están siendo sinceras ambas partes a la hora de confesar sus más privados deseos”.
Un fetiche es la excitación erótica y el logro de un orgasmo a través de un objeto, prendas de vestir o partes del cuerpo, como los pies que, de acuerdo con expertos sexólogos, es uno de los más populares.
Hoy en el confesionario conversamos con Arturo (*), un paisa de 40 años, que tiene un fetiche por los pies de las mujeres, también se conoce como podofilia. Cuando le pregunté: ¿Cuándo empezó esta ´atracción por los pies´?, con marcado acento, respondió:
“Desde muy niño, a los 7 años, recuerdo que había dos primas mayores, pasando vacaciones en mi casa, tenían como unos 20 años, aproximadamente, y estaban acostadas en una cama boca abajo y las plantas de sus pies se lograban ver en el piecero de la cama. Recuerdo que me acerqué a tocar sus pies y luego acerqué mi nariz para tener un contacto sensorial y ahí empezó todo”.
A medida que Arturo crecía, su fetiche ya no era motivado por la curiosidad, sino que empezó a volverse más sexual: “En la pubertad, como a los 13 años, cuando veía en una película, serie o novela, en la que una mujer pisaba o tenía cualquier contacto con sus pies hacia un hombre, experimentaba erecciones. Así que esas imágenes quedaron grabadas en mi mente y empecé a masturbarme en las noches”.
A los 17 años, descubrió una revista española que tocaba, expresamente, el tema de los fetiches y empezó una abundante colección hasta los 21 años. Llegó a tener alrededor de 150 revistas. “Era una revista para fetichistas, yo solo me centraba en los pies, su nombre era ‘Tacones Altos’. Antes era muy limitada la información, esas revistas eran una reliquia y el que las vendía las traía con un proveedor en Bogotá”.
Su fetiche nunca ha sido un secreto y confiesa que nunca lo ha ocultado a las mujeres con las que ha salido, novias o amigas con derecho.
En la era del internet, ha desarrollado aún más su fetiche. “El material es mucho más extenso. Salen videos de mujeres que con sus pies someten a los hombres y le llaman footdom. Me excitó ver esos videos y solo los recreé con una mujer”.
Pero no todo es diversión, placer y satisfacción: “No voy a mentir, hice mis fantasías, realidad, pero tener un fetiche si no lo manejas bien puede causar varios problemas. Uno de ellos, es la insatisfacción de tener una relación sexual normal, puedes llegar a ser egoísta con tu pareja, y solo usar a las mujeres como elementos para satisfacer tus deseos sexuales con sus pies sin preocuparte si llegan al orgasmo”, confiesa.
Acepta que otro problema del fetichismo es masturbarse mucho y acostumbras a tu pene (o vagina según el caso) a una velocidad para llegar al clímax. A sabiendas que esa misma velocidad es imposible llevarla en un coito empieza la frustración.
“Recuerdo que a los 21 años fui donde una psicóloga mexicana y le hablé del tema y su respuesta en todas las sesiones fue decir que eso era muy normal e incluso en una sesión se aprovechó de mí. Se quitó los zapatos y me dijo que le hiciera un masaje, que luego pasó a ya sabes en qué”, comentó pícaramente.
Yo de inmediato le respondí #sinrecato: Resultó peor el remedio que la enfermedad y nuestro confeso fetichista admite que esta ayuda profesional no sirvió sino para acentuar más el fetiche, pero en el fondo él quería eso, así que no responsabilizó del todo a la psicóloga.
“Todo se sale de control cuando experimento que es más excitante adorar los pies de una mujer, que penetrarla y considero que en ese momento empieza a ser perjudicial. Cuando logro eyacular solo adorando los pies de una mujer masturbándome al tiempo que lo hago. Sin llegar hacer otras cosas como el sexo oral con ella o penetrarla. Me convierto en un egoísta”, afirma.
Cuando le pregunté ¿Si es capaz de dominar su fetiche?, responde abiertamente: “Es muy difícil, porque es como una adicción. Siempre quieres más”.
Aunque reconoce que si no controla este fetiche puede ocasionar problemas con su pareja: “En mi caso, he tenido aventuras con otras mujeres distintas a mí esposa. No sé porque, pero casi el 80% de los hombres fantaseamos con otras mujeres distintas a nuestras esposas”.
Y agrega: “Se que esto tiene solución, solo que he sido pobre de voluntad, y le doy rienda suelta al fetiche porque pienso que la vida es corta y hay que disfrutarla, pero sé que no es la manera de hacerlo cuando tienes un hogar”.
Para terminar esta confesión, Arturo finalmente dice: “Soy consciente que en, aproximadamente, 10 años, ya debo jubilarme de esas andanzas”.
(*) Nombre cambiado
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