A nuestros caficultores
y a los tomadores
del buen café colombiano.
Lo vi venir cargado de olores
penetrantes,
de aromas a cafetales coloridos,
a besos en la noche, al sol de la tarde,
a montañas de octubre.
Vertía con la molienda aceites
que dejaban a su paso
la marca de buen colombiano.
Cómo no sentirlo llegar,
me embriaga su perfume,
me incita a apresurar su arribo en mí.
Si tuviera más tiempo,
si tuviera un poco más de tiempo,
para saborearlo,
sorbo a sorbo, humeante,
para olerlo,
apetecible y profundamente.
Ya no es posible detener el éxtasis,
el último sorbo, la última esencia.
Lo vi venir cargado de aromas,
llegó y me extasió su sabor,
su amargo y endulzado sabor
y su talla de grano internacional.
Poeta invitada: Dina Luz Pardo Olaya
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