¿Está la ética mandada a recoger?

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Viendo la cantidad de información que, cada segundo, inunda las redes sociales, le pregunté a la Inteligencia Artificial, IA, el por qué de tanta publicación en las que la ética dista kilómetros de lo que debe ser un ingrediente esencial para la credibilidad y solidez de una sociedad.

Incluso, ya es algo que poco asombra. En mi caso personal veo con preocupación cómo es arrastrada la credibilidad hacia bajísimos niveles, se impone aceleradamente el cinismo rampante y se eleva como espuma el manto de la duda.

Para ilustrarlos encontré un indicador referente que se relaciona con información en donde la ética es fundamental. De acuerdo con un estudio de la Unesco realizado en el 2024, el 65% de los influencers encuestados -a propósito, van kilómetros de distancia de los medios de comunicación convencionales-reconoció que no verifica lo que echa a rodar en las redes sociales y eso se llama irresponsabilidad.

Lo anterior, más otros hallazgos, se los iré compartiendo en futuras columnas. Por ahora, me voy con lo que me contó IA sobre el interrogante: ¿Está la ética mandada a recoger? Y otras consideraciones.

La ‘herramienta digital’ -por llamarla de manera coloquial y sencilla- empieza por asegurar que “en una época marcada por la inmediatez, el relativismo moral y el éxito a cualquier precio, la ética parece haber sido relegada al rincón de las buenas intenciones”.

Seguidamente, sostiene que lo que antes era brújula de la formación integral del ser humano, hoy se ve sustituida por el cinismo, la doble moral y una cultura del descaro sin escrúpulos. “¿Estamos asistiendo a una crisis ética global? ¿O simplemente a una mutación de los valores que rigen nuestras sociedades?” se autopregunta IA.

La insisto en el interrogante y esto me explica:

“La ética, entendida como el conjunto de principios que orientan el comportamiento humano hacia el bien común, ha sido históricamente el fundamento de la educación, la política, la justicia y la convivencia. Sin embargo, en las últimas décadas, su presencia en los discursos públicos y en los sistemas educativos ha disminuido, mientras se normalizan prácticas que antes se consideraban inadmisibles: corrupción institucional, manipulación informativa, violencia simbólica, y una creciente indiferencia ante el sufrimiento ajeno”.

Para sustentar lo anterior cita al filósofo colombiano Andrés Botero Bernal, quien advierte que esta crisis no es solo moral, sino sistémica.

Botero, según IA, en su estudio sobre la ética en América Latina, señala que “la moral, al ser un sistema normativo basado en el deseo de una sociedad mejor, nunca se sentirá satisfecha con la realidad en la que se enmarca, lo que provoca un permanente malestar”.

Agrega que la tensión entre lo que se predica y lo que se practica ha generado un vacío ético que se llena con cinismo y simulación.

Con respecto al cinismo, IA, manifiesta que el contemporáneo, el que estamos viviendo, no es solo una actitud individual, sino una lógica social. “Se premia al que miente con eficacia, al que manipula sin culpa, al que se acomoda a las reglas del juego aunque estas sean injustas”.

En ese sentido expone la percepción del profesor español y experto en economía y ética empresarial, Antonio Argandoña, del IESE Business School de la Universidad de Navarra, España: “La crisis financiera global tuvo una triple dimensión ética: personal, organizacional y social. Se generalizaron conductas codiciosas, se relajaron los mecanismos de control, y se alentó el éxito sin escrúpulos”.

No obstante, el fenómeno no se limita al ámbito económico. IA asegura que, en la política, la ética se ha convertido en un recurso retórico más que en una práctica coherente; en la educación, los currículos privilegian la competencia técnica sobre la formación ética; en los medios, el escándalo reemplaza la reflexión sobre el bien común.

Le suelto otra inquietud a IA, ¿Dónde queda la formación integral?, y su respuesta es contundente: “La formación integral del ser humano implica cultivar no solo habilidades cognitivas, sino también valores como la empatía, la justicia, la responsabilidad y el respeto. Sin embargo, en muchos sistemas educativos, la ética ha sido reducida a una asignatura marginal o a un conjunto de normas de convivencia. En lugar de formar ciudadanos éticos, se forman consumidores funcionales”.

Precisa que la carencia en la formación de las personas tiene consecuencias profundas, y lo ilustra con resultados del estudio ‘World’s Most Ethical Countries’ (‘Los países más éticos del mundo’)  de la organización Transparency International, los países considerados más éticos -Dinamarca, Finlandia, Nueva Zelanda y Noruega- coinciden con los que tienen mayores índices de bienestar, confianza institucional y cohesión social; en contraste, los países con mayores niveles de corrupción y doble moral enfrentan crisis de gobernabilidad, violencia estructural y desconfianza generalizada.

Algo hay que hacer, digo. Por ello le pido a IA que se refiera a maneras aplicables con sensatez y pragmáticas de recuperar el terreno perdido, y considera: “La ética no está mandada a recoger, pero sí exige una renovación profunda. Algunas recomendaciones para reconstruir su lugar en nuestras sociedades”:

– Reintegrar la ética en la educación: no como una asignatura aislada, sino como eje transversal del currículo. Formar en pensamiento crítico, empatía y responsabilidad desde la infancia.

– Promover liderazgos éticos: reconocer y visibilizar a quienes actúan con coherencia, transparencia y sentido del bien común, en lugar de premiar el éxito sin escrúpulos.

– Fortalecer la ética institucional: establecer códigos de conducta claros, mecanismos de rendición de cuentas y sanciones efectivas para las prácticas corruptas.

– Fomentar la deliberación pública: recuperar espacios de diálogo ciudadano donde se discutan los dilemas éticos de nuestra época, desde el uso de la inteligencia artificial hasta la justicia ambiental.

– Educar para la coherencia: Enseñar que la ética no es perfección, sino esfuerzo constante por alinear lo que se piensa, se dice y se hace.

En conclusión, IA establece que recuperar la ética no es un ejercicio nostálgico, sino una apuesta por la calidad de vida, la justicia y la sostenibilidad.

Refuerza su comentario con palabras de la filósofa española Adela Cortina Orts: “La ética no es un lujo, sino una necesidad para vivir juntos sin destruirnos. Si queremos sociedades más humanas, más justas y libres, necesitamos volver a colocar la ética en el centro de la formación, la política y la cultura”.

Y ponte punto final a la consulta asegurando que, si la ética está mandada a recoger, lo que viene detrás es el vacío. “Y en ese vacío, el cinismo se convierte en ley, y la doble moral en costumbre. Pero aún estamos a tiempo de revertir el rumbo. La ética no ha muerto. Solo espera que la convoquemos con decisión, con coraje y con esperanza”.

Álvaro Oviedo C

Periodista independiente, actual editor de sinrecato.com Profesional con más de 40 años de experiencia en medios de comunicaciones impresos y digitales, relaciones públicas, radio y tv. Desde el 2018, cocreador de sinrecato.com, plataforma digital de expresión para romper tabués sobre la sexualidad, la vida en pareja, la formación de buenos ciudadanos y mejores familias, llamando las cosas por su nombre. Creador de la red informativa regional, sinrecatonoticias.

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