En el mundo, una medición del Banco Mundial y de Unicef, uno de los organismos destacados de la Organización de Naciones Unidas, ONU, dentro de la meta de erradicar la pobreza que impacta en la calidad de vida de 333 millones de niños, no transmite mensaje de optimismo.
Preocupa que los expertos analistas del fenómeno, en una franja de tiempo que cobijó a los años 2013 hasta el 2022, destaquen entre sus conclusiones que por efectos del cambio climático y la pandemia del Covid-19 sobre la economía de los países, se retrocedió tres años en el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) que tiene como fecha de entregar buenos resultados el 2030.
El retroceso no permitió que 30 millones de niños superaran el ‘estatus’ de ‘pobres extremos’, según sostiene el informe final del análisis y en el que se señala que uno de cada seis menores de edad viven en la pobreza extrema, puesto que los ingresos de sus familias no superan los 2,15 dólares al día.
En octubre del año pasado, en la antesala a la Asamblea General de la ONU, en Nueva York, Estados Unidos, Catherine Russell, la directora Ejecutiva de Unicef, comentó que desde hacía siete años los dirigentes del mundo prometieron “acabar con la pobreza infantil extrema para 2030”, logrando progresos y “demostrado que, con las inversiones y la voluntad adecuadas, hay un camino para sacar a millones de niños y niñas de lo que a menudo es un círculo vicioso de pobreza”.
No obstante, Russell hizo énfasis en que por encima de las dificultades hay que persistir en que “acabar con la pobreza infantil es una opción política. Hay que redoblar los esfuerzos para garantizar que todos los niños y niñas tengan acceso a los servicios esenciales, como la educación, la nutrición, la atención sanitaria y la protección social, al tiempo que se abordan las causas profundas de la pobreza extrema”.
Buena parte del continente africano sigue siendo la región que soporta la mayor carga de niños que viven en la pobreza extrema, con el 40%, además de haber sido el territorio registró el mayor aumento proporcional de la última década, al pasar del 54,8%, en 2013, al 71,1%, en 2022.
“El rápido crecimiento de la población, las medidas limitadas de protección social y las tendencias mundiales adversas, como la Covid-19, los conflictos y los desastres relacionados con el clima, han dado lugar a este aumento vertiginoso. Mientras tanto, todas las demás regiones del mundo han registrado un descenso constante de las tasas de pobreza extrema, con la excepción de Oriente Medio y África del Norte”, subraya el informe.
Agrega que “a nivel mundial, los niños y niñas representan más del 50% de las personas en situación de pobreza extrema, a pesar de constituir solo una tercera parte de la población mundial. Los niños y niñas tienen más del doble de probabilidades que los adultos –el 15,8% frente al 6,6%– de vivir en hogares extremadamente pobres, sin los alimentos, el saneamiento, la vivienda, la atención sanitaria y la educación que necesitan para sobrevivir y prosperar”.
Para Luis Felipe López Calva, el director Mundial de Pobreza y Equidad del Banco Mundial la situación en “intolerable”.
“Es más importante que nunca que todos los niños y niñas dispongan de una vía clara para salir de la pobreza a través del acceso equitativo a una educación de calidad, a la nutrición, a la salud y a la protección social, así como a la seguridad. Este informe debería ser un duro recordatorio de que no tenemos tiempo que perder en la lucha contra la pobreza y la desigualdad, y de que los niños y niñas deben ocupar el primer lugar en nuestros esfuerzos”, anota el experto analista.
Advierte el informe que los niños más vulnerables, como los que viven en entornos rurales y en hogares en los que el cabeza de familia tiene poca o ninguna formación, sufren, considerablemente, más los efectos de la pobreza extrema.
Se ilustra lo anterior con una comparación entre países frágiles por sus conflictos y economías débiles y los que son considerados no frágiles dada solidez de sus patrones de desarrollo social. En los primeros, la proporción está en uno por cada tres niños; mientras que en los segundos es uno de cada 10 niños.
Ruta recomendada
Como aporte a la intención de acabar con la pobreza extrema y contrarrestar el retroceso de la pandemia, o al menos mitigar la situación, Unicef y el Banco Mundial hacen un llamado a los gobiernos y aliados, y les recomiendan que:
1.- Garanticen una atención continua a los niños y niñas que viven en la pobreza extrema en países de ingresos bajos y medios y en contextos frágiles.
2.- Den prioridad a los programas dirigidos a abordar la pobreza infantil, incluida la ampliación de la cobertura de protección social destinada a los niños y niñas para llegar a aquellos que viven en hogares extremadamente pobres.
3.- Diseñen políticas públicas que lleguen a los hogares de las familias numerosas, de las familias con niños y niñas pequeños y de las personas que viven en las zonas rurales.
4.- Invertir en la primera infancia ha demostrado ser una de las formas más eficaces de acabar con la persistencia intergeneracional de la pobreza, ya que aporta beneficios positivos a las personas, las familias y las sociedades.
5.- Aumenten el acceso a las prestaciones universales por hijo a cargo como medida de eficacia probada para reducir la pobreza infantil.
6.- Diseñen programas de protección social que tengan en cuenta la discapacidad y las necesidades específicas de cada sexo.
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