Nuestro invitado del mes, el psicólogo y sexólogo, José Manuel González (*), comparte su punto de vista en torno al impacto que tiene el divorcio en las parejas, sobre todo en los hijos si los hay.
“Varias personas me han preguntado por mi opinión al respecto del divorcio más sonado en las redes sociales últimamente. Yo no he querido opinar porque no conozco lo que realmente ocurrió entre esas dos personas, que además admiro por los grandes logros que ambos han conseguido en sus actividades profesionales.
Pero creo que vale la pena hacer algunos comentarios que ayuden a orientar a las parejas que actualmente estén en el proceso de divorciarse.
Anteriormente las personas se casaban con la idea de que el matrimonio era para toda la vida, pero ahora un grupo significativo piensa que la pareja puede divorciarse si no se encuentran satisfechas con la vida conyugal. De hecho, en el año 2021 se registraron 26.519 divorcios en Colombia. Muchos de esos divorcios se producen por maltrato conyugal, como la infidelidad, que es específicamente un maltrato sexual.
El divorcio es una experiencia que genera muchas reacciones emocionales, como dolor, resentimiento, deseos de venganza, ansiedad y temores. Esto lleva a que los miembros de la pareja actúen de diferentes maneras. Lo recomendable en estos casos es mantener la calma y pensar antes de actuar.
Los hijos de las parejas que se divorcian reaccionan a esta crisis de diferentes maneras. Un estudio del investigador Amato encontró que los más frecuentes son el bajo rendimiento académico, problemas de autoestima y conducta, dificultades en las relaciones sociales y ansiedad, miedo o depresión.
Otro investigador, Wallerstein, realizó el seguimiento de 131 niños cuyos padres se divorciaron durante 25 años y encontró que estos efectos del divorcio en ellos se encontraban durante gran parte de la vida y no se limitaban al periodo de duración del proceso del divorcio.
Los expertos, como el doctor José Antonio García, señalan que de 3 a 5 años los hijos se creen culpables del divorcio y tienen miedo de quedarse solos. Entre los 6 y los 12 años, se dan cuenta claramente de la situación, sienten dolor y no saben cómo enfrentarse a ese malestar.
A esta edad es cuando más presión hacen a sus padres para que vuelvan a juntarse. Estos son los hijos con más dificultades ya que generalmente hacen cosas inadecuadas que generan problemas para ellos y para sus padres.
Los hijos de las personas divorciadas que están en la adolescencia experimentan culpabilidad, depresión, soledad y diferentes tipos de temores. Por lo general estos hijos tienen serias dudas de poder tener pareja o de manejar adecuadamente sus relaciones sentimentales.
Todos estos efectos se incrementan entre más agresiva sea la batalla campal que muchas veces es el escenario de los procesos de separación.
Por esto los profesionales que trabajamos en el área conyugal sugerimos algunas guías que minimizan las consecuencias negativas del divorcio en los hijos, como no agredir, insultar o humillar a la expareja, no hablar del excónyuge en forma negativa y no presionar a los hijos por tomar partido a favor de uno de los excónyuges”.
(*) Texto tomado de la edición virtual de El Heraldo de Barranquilla
www.drjmgonzalez.com
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