Leí la siguiente frase en un artículo de un estudio, respaldado por la Universidad de Harvard -¡Nada más y nada menos!-: “Existe un impacto negativo en la salud física de las personas que practican el aseo diario”. Debo confesarles que ronda en mi cabeza buscarle una lógica y hasta el momento sigo en el limbo.
La cuestión se desprende de una de las conclusiones a las que llegó el medico reumatólogo Robert H. Shmerling, y escogí la encomillada porque tiene elementos para llevarla a un sano debate, puesto que soy un convencido de que la mayoría de las investigaciones son susceptibles a ello.
Vale la pena contarles que Shmerling integra el Consejo Asesor Editorial y editor docente senior Harvard Health Publishing; y fue jefe clínico de la División de Reumatología del Centro Médico Beth Israel Deaconess (BIDMC); entre otros pergaminos.
“Sus intereses de investigación se centran en estudios de diagnóstico en pacientes con síntomas musculoesqueléticos y enfermedades reumáticas y autoinmunes. Ha publicado investigaciones sobre artritis infecciosa, ética médica y realización de pruebas de diagnóstico en enfermedades reumáticas”, señala el portal web Harvard Health Publishing. Shmerling, desde el 2019, no atiende pacientes, ahora se dedica a la investigación.
Precisamente, conclusiones de una de esas investigaciones las reveló el 16 de agosto del 2021, pero hace poco hizo parte de las agendas de medios en Colombia y según atribuciones hechas a él, no hay que bañarse todos los días.
Para ahondar les comparto las argumentaciones de Shmerling, incluso se refiere a cuestiones culturales de las regiones del mundo, destacando a China en el que hay personas que solo se bañan dos veces por semana. Considera que “para muchos, quizás la mayoría, la ducha diaria tiene más que ver con hábitos y normas sociales que con la salud”.
He aquí su máximo argumento: “La piel normal y sana mantiene una capa de grasa y un equilibrio de bacterias “buenas” y otros microorganismos. Lavar y fregar los elimina, especialmente si el agua está caliente. Como resultado: La piel puede secarse, irritarse o picar; la piel seca y agrietada puede permitir que las bacterias y los alérgenos rompan la barrera que se supone que debe proporcionar la piel, permitiendo que se produzcan infecciones cutáneas y reacciones alérgicas”.
“Los jabones antibacterianos pueden matar las bacterias normales. Esto altera el equilibrio de los microorganismos de la piel y fomenta la aparición de organismos más resistentes y menos amigables que son más resistentes a los antibióticos”.
“Nuestro sistema inmunológico necesita una cierta cantidad de estimulación por parte de microorganismos normales, suciedad y otras exposiciones ambientales para crear anticuerpos protectores y “memoria inmune”. Ésta es una de las razones por las que algunos pediatras y dermatólogos desaconsejan los baños diarios de los niños. Los baños o duchas frecuentes a lo largo de la vida pueden reducir la capacidad del sistema inmunológico para realizar su trabajo”.
Si bien el baño diario es cuestionado por el investigador médico porque, además, hay desperdicio de agua, él también se muestra contrario al uso de elementos para asear el cuerpo, como “los aceites, perfumes y otros aditivos de los champús, acondicionadores y jabones pueden causar sus propios problemas, como reacciones alérgicas (sin mencionar su costo)”.
“Y podría haber otros motivos para perder el entusiasmo por la ducha diaria: El agua con la que nos limpiamos puede contener sales, metales pesados, cloro, flúor, pesticidas y otros químicos. Es posible que estos también causen problemas”.
Entonces, él mismo se pregunta y se responde: “¿Con qué frecuencia debes ducharte? Si bien no existe una frecuencia ideal, los expertos sugieren que ducharse varias veces por semana es suficiente para la mayoría de las personas (a menos que esté sucio, sudoroso o tenga otras razones para ducharse con más frecuencia). Las duchas cortas (de tres o cuatro minutos de duración) centradas en las axilas y las ingles pueden ser suficientes”.
Bueno, dejemos ahí las conclusiones de Robert H. Shmerling, propias para el debate.
Yo les confieso que no terminan de convencerme. Particularmente, me quedó con el hábito de bañarme todos los días, sobre todo porque vivo en una región de clima tropical, en el que la prevalencia de las oleadas de calor invita a permanecer bajo un chorro de agua fresca. Otra cosa pueden decir quienes viven en zonas de clima frío.
Y no sé si estén de acuerdo, quiero oír respuestas a lo siguiente: No hay vaina más desagradable e incómoda que estar al lado de una persona que expida mal olor. Esto me recuerda un reciente video viral en donde le preguntan a una agraciada mujer europea que cada cuánto se baña y ella, sin inmutarse, fumándose un cigarrillo, responde: ¡Una vez a la semana!
No Comments