La sexualidad en la era 2.0 cargada de: sexting, poliamor o sexo casual, hace pensar que los rituales amorosos y sexuales terminaron cuando, en realidad, siguen replicándose.
La escritora Kate Hakala encontró una serie de prácticas sexuales que se usaron en la antigüedad y hoy algunas aún se realizan:
Como un dato #sinrecato, ella destaca que antes en Hawái sus habitantes acostumbraban a ponerle un nombre a sus genitales.
En la tribu sambia de Nueva Guinea, los hombres jóvenes son alejados de las mujeres y en ese tiempo deben practicarle sexo oral a los mejores guerreros, antes de acostarse con ellas.
En las islas Trobriand, de Papua Nueva Guinea, la promiscuidad es común tanto en mujeres como hombres, sin estigma social.
En el antiguo Egipto creían que el crecimiento del río Nilo era a causa de las eyaculaciones del dios Atum; por ello, los faraones se masturbaban y eyaculaban en las aguas de la famosa corriente.
En la Antigua Grecia, la homosexualidad era respetable si se practicaba entre hombres mayores y adolescentes; pero mal vista cuando se trataba de una relación entre dos hombres de la misma edad y clase social. El sexo era un acto de poder y ser pasivo era ser feminizado.
Por siglos, los miembros de la tribu siwa de Egipto consideraron la homosexualidad masculina y los matrimonios del mismo sexo como prácticas socialmente respetables.
Y en términos de #recato se puede considerar a los habitantes de la pequeña isla de Inis Beag, cerca de la costa de Irlanda, como una de las sociedades más reprimidas sexualmente, pues durante el coito deben usar ropa interior ya que el sexo es considerado perjudicial para la salud.
En Cambodia, en la tribu kreung construyen “chozas del amor” para que sus adolescentes encuentren pareja.
En la Edad Media, la Iglesia Católica decretó que la posición de misionero era la única forma adecuada de tener sexo. El coito a tergo, o posición del perrito, era considerado pecaminoso.
Algunas tribus en los Himalayas practican la poliandria, costumbre según la cual los hermanos comparten a una misma compañera sexual. Es su manera de control demográfico y evitar la sobrepoblación.
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