Parecías invulnerable, no porque lo fueras
sino porque siempre las cosas se llenaban de ti.
Nada parecía hacerte daño,
la vida, el amor, los momentos e incluso los años,
tenían en ti una estable -no digo feliz- definición.
Parecías invulnerable, no porque así te sintieras,
sólo que así te veía yo.
Y prefería que en el andar cotidiano fueras mi espejo,
digo mejor, mi sol.
Supuse que tendría que alejarme,
porque los demonios no conviven con los ángeles
y por siendo un ángel derrotado
no podrías ver en mí jamás tu redención.
Poeta invitada: Rosa Herrera Bossio
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